31 de marzo de 2011

BAGDAD

Bagdad, paraíso que volverá algún día a recuperar su esplendor







BAGDAD

En las suaves caderas de una diosa,
bañada por el Éufrates y el Tigris,
en el lugar exacto
donde un día estuvo el Paraíso,
hoy se asienta Bagdad, por la que lloro,
belleza fecundada por sus dos venas ríos,
elegida por el ángel azul del exterminio.

Está roja la luna, espejo ensangrentado,
como en un decorado que anuncia la tragedia.
Los que van a morir guardan silencio,
un silencio de piedra en el que se oye
latir el corazón plural del mundo,
estremecido por un único horror:
Caín vuelve otra vez de la caverna.
Y las últimas horas se extinguen como cirios.

El huracán de muerte galopa desbocado
por la impaciente y yerta primavera,
y la estridencia de sus cascos rompe
la candorosa bóveda celeste.
Una luz pavorosa rasga la tierna aurora,
como el velo nupcial de la esperanza,
con cometas de ardientes cabelleras,
y relucen los negros colmillos de las bombas.
El cielo se desploma como un ninot en llamas
y arde en la tierra, enloquecido, inmenso,
devorando mezquitas, viviendas, hospitales;
la sangre de la tierra -negro limo,
causa de la tragedia-.

La jauría del odio ha entrado a saco
en el templo sagrado de la vida,
profanando los sueños infantiles,
la oración del anciano en la penumbra,
la espuma del amor entre los labios,
el último cortejo de una boda;
el Jardín del Edén y sus delicias.
A su paso se helaron los suspiros de marzo
y las lluvias de abril fueron de sangre;
en vez de florecer los arrayanes
brotó la flor obscena de la muerte. El río
no traerá las risas de los niños en verano,
sino el atroz quejido de sus cuerpos de nata
abonando la tierra con sus jugos.

Caín y sus esbirros dejaron a su espalda
museos milenarios saqueados,
cuerpos despedazados, como sobras
del banquete feroz de una alimaña.
El olor nauseabundo de la muerte
sustituyó el aroma a jazmín de las trenzas,
y el cielo se quedó roto y vacío
descubriendo que Dios estaba ausente.




Elvira Daudet- España


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ELVIRA DAUDET

Nació en Cuenca (España). Periodista; trabajó en los diarios Informaciones, Pueblo, ABC, El Independiente y colaboró en algunos internacionales como St Galler Tagblatt, realizando numerosos reportajes y entrevistas a los personajes más relevantes de la cultura y la política. En TVE, donde escribió, dirigió y presentó la serie "Está llegando la mujer". Es autora de los siguiente libros: El primer mensaje, Crónicas de una tristeza (premio González de Lama, otorgado por un jurado compuesto por Dámaso Alonso, Luis Rosales, Emilio Alarcos, Gamallo Fierros y Antonio Gamoneda) España de costa a costa (premio Costa del Sol) Los empresarios, El don desapacible, Terrenal y marina, Orestes murió en la Habana, La Gioconda llora de madrugada y la aún inédita, El nombre del padre.




2 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Como tantas veces, casi siempre, tus versos me dejan con el corazón temblando. Sí, quizá Caí, cuando huyó se estableció muy cerca de nosotros...

Edith Lomovasky-Goel dijo...

Elvira, estoy con tus palabras y con tu poesia, desde la mia. Un abrazo mediterraneo, Edith