20 de abril de 2011

AÑO NUEVO EN FREETOWN, 1999



AÑO NUEVO EN FREETOWN, 1999

El silencio reina sobre el mundo como es habitual,
mientras, trágico arsenal, nos fustigamos hacia el frenesí
del cual el más doloroso fue: los disparos a nuestros niños
en Navidad, o el que Cristo estaba iracundo muriendo por nosotros.
Pronto la lluvia dispersará las hojas muertas de aquellos árboles
Y arrojaremos fuera el tiovivo de la Navidad.

Inseguros del mañana recogeremos algunas moscas de lluvia
para hacer una cena antes de emprender el rumbo a través
de este camino desconocido donde sin madre o padre debemos
tratar de reclamar lo que queda de esta ofrenda carbonizada.
Había cierto culto irónico a cristo-niño
en este país, donde el futuro de los niños no florece ante el sol.
todos los tontos, fuimos tan ingenuos como para preocuparnos
por el mundo, mientras el viejo siglo marchaba hacia una nueva aurora,
cuando el odio fratricida retumbaba en nuestros corazones;
así , los árboles muertos de la estación tenían más oportunidad
de estar vivos de lo que pensábamos, orquestando nuestras
notas disonantes.

Unidos de corazón, somos los gemelos siameses
Lactando la leche de la misma madre, sin codicia
No como en tiempos pasados cuando el mundo observaba;
Abandonados a nosotros mismos, borrachos en nuestro acuerdo asesino,
El triste país muerto, si nuestro cordón umbilical es halado,
Entonces no te atrevas a caer del sueño, la serpiente
En mi estómago succionando la sangre de tu corazón.

La voz de Mandela debió habernos enseñado a ser sensatos
De haber sido lo suficientemente humanos como para admitir que fuimos
Estúpidos en prepararnos para este sacrificio descabellado,
Hermanos dementes, tras la farsa que enmascara nuestra codicia

Apetitos inhumanos inspiran a nuestros niños-soldados
luego del primer sabor de la violación, y el bautismo
forjado en la piedra del herrero que trastorna sus ojos
Escapando de ellos, caigo sobre furiosas letras, huesos iridiscentes,
Mujeres woebegone, heridas corrosivas, y víctimas icónicas,
Escondiendo mi desafiante cobardía, mi corazón en las manos,
Buscando el breve santuario en este solitario desierto, donde trato de olvidar
La piedra del río, mujer impúdica, fuego en sus pechos,
Envenenando mi sueño, sus ojos malignos repulsan como los de Medusa.







Syl Cheney Coker- Sierra Leona



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Syl Cheney Coker es un poeta y novelista de expresión inglesa, nacido en junio de 1945, en Freetown, Sierra Leona. Es miembro de la Comunidad Creol de Sierra Leona. Trabajó por un tiempo como periodista. Ha enseñado en Universidades de Filipinas, Nigeria y los Estados Unidos. Algunos de sus libros: Concerto for an Exile, 1973; The Graveyard Also Has Teeth, 1980; The Blood in the Desert’s Eyes, 1990. Su novela The Last Harmattan of Alusine Dunbar, 1990 obtuvo el Commonwealth Writers Prize en 1991 para la región Africana. Su obra ha sido influida por algunos movimientos y autores de la Literatura Latinoamericana.






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