2 de abril de 2011

CACERÍA DE TIGRES



CACERÍA DE TIGRES

Cazar tigres se ha vuelto seguro.
Ahora los tigres espantan en la ciudad,
allí en las casas de antigüedades donde pagan
grandes sumas por sus dientes y esos extravagantes atuendos
hechos con sus garras
que las ricas señoras cuelgan de sus cuellos
y son aplaudidas por ello.
Ellas no se preocupan por la sangre derramada
por garras y dientes.
El tigre es salvaje pero ya no atemoriza,
ese tigre, a la luz de la escena, es hermoso.
Ahora en medio de las risas se refieren a los tigres
en las salones de té,
en los palcos de los cines, en las cafeterías,
en los bancos de la plaza,
los viejos hablan de ellos en sus caminatas matutinas.
Sin embargo quién recuerda al pequeño pastor
un niño triste por el que no se guarda luto.
En la actualidad nadie desea escuchar la historia
de ese pastor muerto.
No hay llanto en ningún lugar.
Los tigres ya no atemorizan ni asustan.
Sólo queda en la ciudad su imponente belleza
desollada y fragmentada.
La piel, las garras de los tigres, cuelgan hoy
al costado de las calles principales de la ciudad
causando la risa de los niños.
¿Quiénes exhibieron tantos tigres en la ciudad?
¿Es que no existe ya ferocidad en tigres u hombres?



Quamruzzaman Swapan- Bangladesh






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