
DIARIO DE UN POETA (XXII)
Ya no duelen, o al menos no duelen lo suficiente,
No indignan lo suficiente,
No nos provocan ira suficiente.
Y esto es lo más trágico de los diez asesinatos
Diarios que marcan las horas en El Salvador…
José Luis Sanz (La Prensa Gráfica, 10.06.2007)
El día deshace las huellas de la risa.
De rodillas, con un crucifijo, se implora la vida,
Por los que quedan en este espejo roto del País,
Por los que se van y abren ventanas inefables,
Por el futuro que perdió toda memoria,
Por este cuello roto, ríos de piedras en el sueño.
El tiempo nos salpica con sus murales de muerte.
Buitres y carroña se juntan como guerreros,
Oscuras noches vomitan ojos ciegos.
La luz se ha perdido, goza la tiniebla,
La espina y la ceniza.
Sólo el golpe responde a la semilla.
Toda esperanza acompaña a la muerte,
Toda muerte agranda el círculo de la noche,
Esta noche donde el centro es la tumba,
Esta noche donde el aire es grito
Y la vida un sendero de alfileres.
¿Qué haces, País? ¿Es la muerte hoy el alimento?
Delantales de soledad nos habitan…
Nos das, País, soledad y despojo y falsas caricias.
Has hecho de la muerte diaria, País, un mundo.
¿Qué hacen tantos muertos en el surco?
¿Cómo la sombra y el cardo te gobiernan?
¿Qué hacen las aceras sin caricias?
¿Crece la risa frente a los cuchillos?
¿Ayuda la muerte para que suenen las guitarras?
¿Es la pólvora el ensueño de los vivos?
¿Pueden diez muertes diarias remediar el hambre?
¿Alcanzan las lágrimas para llorar a tantos?
¿Puede la lluvia lavar la sangre del alma?
¿Puede Dios, por fin, vomitar la iniquidad?
¿Es necesaria la muerte para terminan el desempleo?
¿Hasta cuándo el crimen dejará de ser
Hostia de la eucaristía?
¿Viviremos siempre entre lenguas
De agrios susurros?
¿Seremos siempre cadáveres azotados por el fango?
¿Es posible derribar este ahogo, muro de lamentos,
Con las trompetas diarias del grito?
¿Quiénes caminan embozados para desatar lágrimas?
¿Puede el desorden ser siempre nuestro vestido?
¿Es tan pequeña la mesa del País para comer todos?
¿Pueden los cementerios convertirse en otro planeta?
El País duele. Desciende su firmeza.
La realidad es poderosa acuarela:
En ella están el horror y el exterminio
Como agua de un río sin compuertas.
Muerte, muerte, muerte, muerte dicta la conciencia.
El País duele. Los brazos de su luz son noche;
Y la noche, un áspero calabozo sin pupilas…
Barataria, 14.06.2007.
André Cruchaga- El Salvador
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