
Del poemario El abrazo de la Diosa
Edith Lomovasky- Goel
Espacio
Una mujer
con los dos puños cerrados detrás de la nuca.
Cabizbaja
De pie
Vestida de negro
Mira el piso después de una labor.
A su derecha, acostada boca abajo
otra se refriega por un piso
de rojo profundo
con trapos atados a los pies y a las manos
El piso está gastado.
A sus espaldas, otra mujer
Las piernas y la falda denotan sumisión
en un momento de reposo.
A un costado otra figura
-seguramente de una mujer-
Reza de pie, vestida de marrón,
las palmas cubren el rostro
Tiesa
Recogida.
Aparentemente cierra los ojos
o los clava en el piso.
El piso es celeste y está cuarteado.
Debajo de toda esa imagen de umbral de algo sacro,
en primer plano a la izquierda
una mujer
como después de una siesta
o del amor,
de piel fuertemente rosada.
Desnuda
una manta volátil le cubre el regazo.
Está apoyada
como levitando de unas maderas
Y detrás hay cerdos rosados y suaves como ella,
pero de espaldas,
como yéndose.
La rozan pero remontan un río turbio.
A la derecha de todo el cuadro y sobresaliendo
encima de los cerdos,
hay una gran canasta
con tomates cereza de un rojo intenso y amarillo.
Las mujeres en el ámbito sacro quedan en un segundo plano.
***
Rueda
Después de todo
la nitidez de los mercados
es la ofrenda mayor.
La tibia invitación
cae
se derrama
mezcla su jugo
con el círculo perfecto.
Al caer la luz sobre los vivos
la placidez abre sus cofres más recientes
Soy un cuerpo recortado
Es tan fácil desnudar un cuerpo recortado
Despojarlo de todo su adjetivo
Vestirlo a prisa
Gritarle una canción de soslayo
Preparar la escena
Esfumarse entre el esplendor de un cielo mediterráneo deja vu
que ya perdió su magia de tanto cubrir nuestra pared descascarada
Una pared que nadie tocará.
Un cielo que nadie tocará
Todo está abierto
La Diosa invisible se persigna
***
Una pared que nadie tocará.
Un cielo que nadie tocará
Todo está abierto
La Diosa invisible se persigna
***
Vuelo peninsular
No creo en los timones
sino en la necesidad pendular
de esperar en las mañanas.
Regreso
de la mano de un ciego.
Un rosario de estrellas me protege.
Un pájaro repite sus alas.
Todo es azul.
Todo me pesa
antes de la noche.
Una cuerda veloz
ata mi cuerpo a un tronco.
Toco la piedad de mis hijos.
La libertad se inmiscuye en nuestros párpados.
Hoy nos sentamos
a organizar los días que vendrán.
La vida vuelve a ser nueva
Este es
el instante
antes de la luz.
Edith Lomovasky Goel- Argentina
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