16 de abril de 2011

EL CADÁVER EXQUISITO

El Ex-Capitán General rodeado por admiradores
(portada del diario "La Nación", 12.12.2006)






El Cadáver Exquisito

Sola, en tierras lejanas no elegidas, sin poder festejar con los míos en Chile, tengo un deseo: que Pinochet -donde sea que esté- esté rodeado de aquí a la eternidad por sus víctimas. Lejos y sola, me siento unida con los míos por aquel tejido invisible de dolor que nos liga desde entonces.
Celebramos porque el cuerpo de ÉL ha muerto. No es alegría lo nuestro, no podemos alegrarnos de la muerte que bien conocemos y que ÉL y los suyos nos inflingieran tantas veces.

No es alegría. Es euforia desesperada. Un alivio de la carga gigantesca que ha pesado noche y día desde hace 33 años. No es alegría. ¿O si lo es? Es brindar con arena entre los dientes por el Cadáver Exquisito que se va, el deseo de abrir botellas, salir a las calles y abrazarse allá, estar juntos en Chile. Pero estoy sola y lejos, como otros, dispersos por su culpa ya tantos años...

No es alegría. Porque ÉL triunfó y se burló una vez más de nosotros. El Cadáver Exquisito partió sin juicio y con honores, dejándonos chapoteando en un mar de impunidad.

Sus adeptos siguen abofeteándonos con sus celebraciones y honores, pasando por alto que hasta la propia Presidenta de Chile encarna a las víctimas de la dictadura. Ellos lo saben, y con su desprecio y falta de respeto nos dicen que volverían a repetir con gusto la misma brutal historia. A estas alturas deberían haber entendido que los asesinos múltiples y estafadores deben ser enterrados decentemente y en silencio.

El Cadáver Exquisito es el abismo trágico que separa a los dos Chiles: la sociedad que defiende a sus asesinos y la sociedad herida que clama por verdad y justicia. Se reabre la grieta que nos divide. Nos recuerda la ignominia que Pinochet, la compleja red con los EEUU, la CIA, Kissinger y Nixon, los servicios secretos del Cono Sur y su “Operación Cóndor”, sus dictaduras y guerras sucias, aún nos mantienen atrapados en medio de nuestras incipientes democracias latinoamericanas. El Cadáver Exquisito nos recuerda el olor del miedo y el espanto que nos paralizó entonces.

Dos Chiles: nuestra tragedia, nuestro Ave Fenix, nuestro abismo. A pesar de jueces justos y defensores incansables de derechos humanos, la justicia mantiene su ceguera. A pesar de tantos que llevan la herida abierta en sus rostros, entre burladores y burlados.

En Alemania hubieron de pasar 50 años para comenzar a cerrar colectivamente la herida de Hitler. En Estados Unidos aún se arrastran los veteranos de la Guerra de Vietnam y los nuevos de la Guerra del Irak, y la sociedad los sublimiza en calidad de “héroes”. En España, recién después de 60 años, comenzaron a desenterrar los muertos de Franco.

Cuantos años mas necesitarán los dos Chiles que nos recuerda hoy el Cadáver Exquisito? ¿Cuantos años, hasta que Justicia, Verdad y Ternura logren tejer el puente entre este abismo y nuestra colectiva sanación?






Isabel Lipthay- Chile



1 comentario:

Raquel Argumedo dijo...

Palabras más, palabras menos, Jorge Luís Borges dijo: "Bendita muerte que nos libras de repetirnos eternamente"
La obra divina no puede ser interpretada, sólo contemplada.
Soy mexicana, pero desde mi juventud seguí siempre de cerca los sucesos que rodearon al dictador y la obra de terror y muerte que sembró entre el amado pueblo chileno.
El juicio es tuyo, pero ten por seguro que hoy es asunto que atañe a la humanidad por entero.

Raquel Argumedo
Miembro de Literalia México