15 de abril de 2011

FATAH


FATAH


1

Cuando ya habían rezado por nosotros.
Cuando ya nos habían enterrado.
Cuando nuestros huesos se habían calcinado.
Cuando ya nuestros pies eran leña.
Cuando ya nos habían mutilado.
Cuando ya estábamos hambrientos y sedientos.
Cuando ya estábamos arrepentidos...
y habíamos dejado de creer.
Cuando ya... Cuando ya hasta habíamos
desesperado
de nuestra propia desesperación,
nos ha llegado el Fatah.
Lo mismo que una rosa
que se alza de la herida.
Lo mismo que agua fría que regara
mil saharas de sal.
Y entonces de repente nos alzamos
contra nuestras mortajas.
Lo mismo que el Mesías...
Resucitamos...

2

Aunque tarde, ya llegan.
En el grano de trigo y el gajo de limón.
Llegan sobre los vientos, los ramos
y los árboles,
dentro de las palabras
y de las voces...
En las lágrimas llegan de nuestras madres,
en los ojos queridos de nuestros muertos.
Aunque tarde, ya llegan.
Llegan por el camino de Ramallah y del Monte
de los Olivos.
Llegan como el maná y la miel desde los cielos,
desde los muñecos de los niños,
desde las pulseras de las mujeres.
Habitando la noche, las piedras y las cosas.
Crecen de nuestras penas más hermosa
como árboles soberbios.
Nacen igual que ramos de profetas
de las rocas hendidas.
Y no tienen carnet de identidad
ni nombre,
pero llegan...
Llegan... Llegan...

3

¡Oh, Fatah!
¡Oh, ribera, después de andar perdidos!
¡Oh, sol de media noche que brilla
tras la angustia!
¡Temblor de primavera en nuestros cuerpos
después ya de secarse!
Al leer de vosotros todo lo que leímos
crecimos con vosotros cinco mil años.
Se alzaron nuestras tallas.
Floreció nuestra vida
tras secarse.
¡Fatah, bello alazán
que transporta en su frente alucerada
a Galilea y Bisán!
¡Gaza y Jerusalén!
¡Qué pájaros y campos, qué mares y llanuras
transporta en su mirada!
¡Oh, agua, hielo, espesa sombra nuestra!...
¡Ay, hijo cuyo rostro tanto tiempo esperamos!:
Somos como una Meca que aguarda a su Profeta.

4

Ha pasado ya un año,
y el puñal de Israel nos sigue todavía.
Aún continuamos, en las sombras,
buscando nuestras tumbas.
Somos igual de estúpidos que ayer.
Seguimos repitiendo tonterías fantásticas:
“La paciencia es la llave de la dicha.”
Continuamos pensando que Dios,
desde los cielos,
nos va a devolver a nuestras casas.
Seguimos aún pensando que el triunfo
es banquete que tiene que llegarnos...
metidos en la cama.
Desde hace ya años,
sentados a la acera de la ONU,
seguimos mendigando de varias comisiones
la leche, las sardinas, la vileza,
los vestidos prestados y la harina.
Seguimos mascullando ingenuamente
la frase favorita:
“La paciencia es la llave de la dicha.”
Pero la bala es – no la paciencia –
la llave de la dicha solamente.

5

Rechazamos, Señor, el seguir siendo
buenos.
Porque todos los buenos
están a medias muertos.
Nos robaron la tierra.
Nos mataron los hijos.
Permítenos, Señor, que asesinemos.
Rechazamos ser ya mansos corderos.
Rechazamos seguir confusos y aturdidos
¡Enrabiétate, verso!
¡Enrabiétate, seso!
El tiempo que vivimos es para los rabiosos.
¡Quema y quema, rencor!...
Para no convertirnos
todos... en refugiados.





Nizar Kabbani- Siria



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