12 de abril de 2011

GENOCIDIO





Genocidio


El genocidio es el hecho más trascendente de una tragedia antigua
que nunca muere en las guerras.
Es un virus de culpa.
El horror del genocidio nunca será comparable al horror de la guerra.
Hay una diferencia de naturaleza, que no de número, que las separa.
En la guerra del lobo contra el lobo,
del hombre contra el hombre,
el fin es la victoria,
raramente el exterminio.
El genocidio organizado y premeditado es fin en sí mismo.
Lo más aterrador es que nunca obedece a un estado de necesidad.
Ante un campo de concentración cabe preguntarse:
¿qué sentido tiene?
No es la lucha contra un hombre nombre
sino contra el hombre representativo de un algo
como enemigo objetivo.
Si el amor más algo es el amor,
el odio más ese otro algo
es el odio puro y simple
y cuando se lleva al límite
jamás podrá lavarse
con responsabilidades colectivas.
Es una culpa que no se expía jamás.
Ni siquiera individualmente por muy alto que sea el castigo.
En estos casos el intelectual deberá dar la talla
si no como intelectual comprometido sí como intelectual responsable,
que tal vez lo ata a un mayor compromiso.
El ideal es el del intelectual mediador cuyo método de acción
es el diálogo racional frente a la intolerancia incluso del estado.
Jamás deberá situarse fuera o por encima del conflicto
sino como mediador en el mismo, atando cuanto une a las partes
y desechando lo que separa.
El intelectual que se instala en la certeza dogmática
no pasa de ser una rémora en la política de la cultura.





Antonio García Vargas- España







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