
Annobón, Guinea Ecuatorial
LAMENTO SOBRE ANNOBÓN, BELLEZA Y SOLEDAD
… Y allí, alejada de la verde masa africana,
azotada por los vientos del Atlántico,
orgullosa y solitaria, se erige una historia, un mundo,
un destino:
Annobón.
En lo más alto, el desdentado pico Quioveo despide al visitante
con una triste mueca de esperanza,
lanza su eterno mensaje, hacia los espacios.
Paciente espera, ingenua, se fía del mundo.
En la playa de Palea, una niña llora.
Con la mirada perdida en la estela que deja el visitante,
su padre con encallecidas y rudas manos la silencia,
el mar sigue cantando su tonadilla constante.
Rudeza y nobleza en las almas
y el borracho que duerme a la sombra del cocotero
sobre la arena, las sombras del viejo “Viyil”
de él no queda más que el regusto amargo de un tiempo que fue
mejor.
Asoma la noche, allá arriba, en un mástil, ondea la roja y gualda
¿es símbolo, de un vestigio o de una burla?
ayer orgullo del mundo, imperio y sol perpetuo
ayer plazas y señoríos
hoy Annobón.
¿Risas o lágrimas?;
llama, espera, cree.
Nada puede ofrecer a cambio,
Más respira belleza, paz, silencio, un paraíso en el infierno.
No hay rima.
La noche está al caer
pero hay luz en las almas
suena el viejo “Tambalé”
el cuerpo del negro mozo, vibra bajo el influjo mágico del ritmo
¡eah! grita la negra y enseña una cadena de blancos dientes
contrastes de su oscura piel.
Un largo cocotero, acaba de cantarle la “nana” al algo “Mazafín”
él como buen niño,
se sume, en un dulce y descansado letargo.
Quieto en su lecho, sueña con bellas sirenas.
El ritmo cambia, el ambiente y los años retroceden
ahora es una vieja canción.
Corteses, él y ella dejan sitio a los viejos.
Existe el respeto y la noche es larga.
Un alegre rayo de luz anuncia el día
las mujeres se encaminan lentamente a sus quehaceres
los hombres hacen lo propio en la mar
y queda en peligro el vistoso “Pilili” y también el triste
“Jajual”.
Atrás ha quedado un grito de guerra
El “Blo ay se blochó1” es otra muda esperanza.
Allá en alta mar
el trajeado visitante lanza una última mirada,
a la piedra que desaparece,
en el espacio ha quedado flotando la promesa.
La Guinea española, octubre de 1967
Francisco Zamora Loboch- Guinea Ecuatorial
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