4 de enero de 2013

A PEDRADAS






A PEDRADAS


A Sefa Bernat


A pedradas, a pedradas.

Ella grita, grita. Y nos crecemos.
La horda sabe lo que hay que hacer.

A pedradas, a pedradas.
Arrinconada. A pedradas.
A pedradas, cae. A pedradas.
Y se arruga, moribunda.

A partir de ahora, cansados
de lanzar piedras contra un cuerpo sin fuerzas,
derrotado, sin resistencia,
a partir de aquí,
quietos, resoplando,
la miramos, brevemente.
El aire se espesa.
El sol, arduo, ilumina su miserable cuerpo,
inmóvil, desnudo, afeado en las magulladuras.
La miramos sofocados, orgullosos y vencedores.
Queda restaurada
la virtud del esposo, del patriarca, del terrateniente.
Y la pécora, mancha de huesos y sangre,
a pedradas, a pedradas,
se ovilla, desgajada y desaparece.

Es la ley. Y con ella a las espaldas, retornamos al orden
del día. A las labores. Y no hay entre
nosotros ningún comentario,
ningún temblor.
Ni una palabra.
Ningún temblor: ¿Queda claro?.




Víktor Gómez-España


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