
TLATELOLCO, 15 AÑOS DESPUÉS
Duro, duro, duro: escribe duro las palabras.
Han golpeado a la Normal, al Metro,
a los camioneros de la Ruta 100.
Golpearon duro, también, las antiguas pirámides
de los abuelos
para extenderlas sobre el piso y el olvido.
Edificaron una iglesia mentada “Santiago” - Tlaltilulco.
También la golpearon encerrando en ella
puercos sanguinarios
que el dos de octubre, de
mil, novecientos, sesenta, y ocho,
pintaron el Códice del Decenio,
glifos sanguinarios, que no se irán borrando
con el tiempo.
Por eso ahora el poeta escribe poemas
con dedos de piedra,
con palabras duras y ligeras, tezontle rojo, inacabable.
Tlatelolco, cuatrocientos años después.
Santiago Tlatelolco, quince años después.
La sangre del pueblo, de los seiscientos muertos,
los armados con amor y valentía,
los que no fueron borrados con calientes balas
de gris y duro, se ha secado.
Tlamatines, historiadores de México, cuicanis:
¿... están presentes?
El aire aún agita el polvo de la sangre,
pinta en las paredes de los teocaltin,
los edificios de Tlatelolco,
los murales que faltaron a Orozco,
a Diego y a Siqueiros.
Los murales nuevos, los nuevos libros de pintura
están delineados con anilinas sangrientas.
Y también con la tintura
de gusanos comedores de corazones.
Quince años después
nos hemos reunido
todos aquí.
Los mismos edificios, acribillados,
están presentes.
Las madres, los hijos, los trabajadores,
están presentes.
El polvo de la sangre y el rastro de los gusanos,
los que comen y roen la alegría del hombre,
están presentes.
Y los poemas y murales que avanzan con pies de acero
aquí presentes, desafiando las bengalas.
Los cronómetros atómicos han detenido su palpitar.
Pacientes aguardan la distribución de las palabras,
la lucha de hoy, el testimonio de siempre.
Está el pueblo de México, se dice fácil:
periodistas del mismo pueblo: ¿Dónde están...?
Últimamente han golpeado duro a la Normal,
la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación,
los campesinos de la Huasteca...
Los pequeños y grandes piojos chupadores de la sangre
obrera y campesina, los abominables piojos,
siguen mordiendo todavía
no han sido exterminados
por el DDT de las iras populares.
Los millones de oídos
están pendientes.
Los ojos esperan,
se abren, se entrecierran.
Las manos se agitan; pero también construyen.
¡Vamos!
Vamos a engarzar el dolor con la esperanza,
la disciplina y el esfuerzo:
coloquemos el collar: ¡jades rojos!,
en el cuello poderoso de nuestro pueblo.
Aún venimos con el itacate del pasado
y la pesada carga en nuestros hombros.
Pero traemos también el morral de tus palabras:
¡“Hay que tirar la carga o morir”!
¡“No aceptamos un futuro de tinieblas”!
José Tlatelpas- México
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Historia
México, 2 de octubre de 1968. Diez días antes del inicio de los Juegos Olímpicos, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz liquida a sangre y fuego la revuelta estudiantil, entre 300 y 500 jóvenes mueren masacrados por disparos del Ejército en la Plaza de Tlatelolco, también conocida como Plaza de las Tres Culturas. Más de 6.000 son detenidos.
La masacre estuvo precedida por meses de intranquilidad política en la capital mexicana, con manifestaciones y protestas estudiantiles para apoyar los eventos que sucedían en el mundo en 1968.
El 27 de agosto más de 200.000 estudiantes marcharon por el centro de la ciudad de Ciudad de México y se instalaron en el Zócalo (plaza central del D. F.). Al día siguiente fueron reprimidos por la policía y el ejército mexicano.
Los estudiantes buscaban atraer la atención que había sobre la ciudad por los Juegos Olímpicos de 1968. El entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, estaba empeñado en detener las protestas y en septiembre, semanas antes de la masacre, ordenó al ejército ocupar el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El ejército detuvo y golpeó indiscriminadamente a muchos estudiantes. Como señal de protesta el rector Javier Barros Sierra renunció el 23 de septiembre.
A pesar de esto, las protestas estudiantiles no se acallaron. Las manifestaciones crecieron en tamaño hasta que el 2 de octubre, luego de nueve semanas de huelga estudiantil, 15.000 estudiantes de varias universidades marcharon por las calles de la ciudad, llevando claveles rojos para protestar por la ocupación del campus universitario. Al caer la noche, 5.000 estudiantes y trabajadores, muchos de ellos con sus esposas e hijos, se congregaron en la céntrica Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.
Al final del día fuerzas militares y policiales "equipadas con coches blindados y tanques de guerra" rodearon completamente la plaza y abrieron fuego, apuntando a las personas que protestaban y a las que pasaban en ese momento por el lugar. En breve una masa de cuerpos cubría toda la superficie de la plaza.
La masacre continuó durante la noche, los soldados allanaron los edificios de apartamentos adyacentes a la plaza. Testigos de los hechos aseguran que los cuerpos fueron sacados en camiones de basura.
La explicación oficial del incidente fue que provocadores armados, ubicados en los edificios que rodeaban la plaza, inciaron el tiroteo, y las fuerzas de seguridad respondieron en defensa propia.
Los medios de difusión de todo el mundo publicaron la noticia de que se había registrado el choque más sangriento entre los estudiantes y tropas del gobierno.
29 años después de la masacre, en octubre de 1997, el congreso mexicano formó un comité para investigar la masacre de Tlatelolco. El comité tomó testimonio a varios testigos y activistas políticos involucrados, incluyendo al expresidente de México Luis Echeverría Álvarez (quien en aquella época era Secretario de Gobernación). Echeverría admitió que los estudiantes estaban desarmados y también sugirió que la acción militar fue planificada anticipadamente para destruir o debilitar el movimiento estudiantil.
En octubre de 2003 (35 años más tarde de la masacre), se conoció la relación del gobierno los Estados Unidos en la masacre cuando el National Security Archive de la Universidad George Washington publicó[cita requerida] documentos de la CIA, el Pentágono, el Departamento de Estado, el FBI y la Casa Blanca. Los documentos detallan que:
En respuesta a la preocupación del gobierno mexicano por la seguridad de los Juegos Olímpicos, antes y durante la crisis el Pentágono envió al país más instructores en lucha antisubversiva, armas, municiones, material para control de protestas y equipo sofisticado de comunicación militar.
Entre julio y octubre los numerosos agentes de la CIA que se encontraban en el país reportaban casi diariamente los hechos que ocurrían dentro de la comunidad universitaria y del gobierno. Seis días antes de la masacre, el Secretario de Gobernación Echeverría y el director de la oficina mexicana de Seguridad Federal dijeron a varios agentes de la CIA que la "situación se controlaría brevemente".
Según la CIA, el gobierno mexicano "arregló" con el líder estudiantil Sócrates Campos Lemus una acusación contra dirigentes políticos disidentes de apoyar económica y logísticamente el movimiento. Entre los líderes acusados se encontraba Carlos Madrazo.
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José Tlatelpas es un poeta, escritor y pintor mexicano nacido en 1953.
Desde 1996 dirige la redvista virtual canadiense La Guirnalda Polar y es miembro fundador de la corriente cultural Maíz Rebelde.
Su primer poemario fue Miriam Barrios o la Huilotita Mañanera (poesía), publicado por Las Ediciones Artesanales del Coyote Esquivo (México)y Las Ediciones Artesanales Delambo (Perú), en 1979.
Desde el Movimiento Estudiantil de 1968 en México ha participado en múltiples actos culturales políticos de solidaridad con las causas democráticas, los derechos humanos y en contra de la represión.
A partir de 1985 también se ha dedicado a las artes plásticas pintando tintas chinas, murales y obra de caballete.
Ha publicado varios libros y plaquetes de poesía en México, Estados Unidos, Canadá y Japón denunciando las políticas culturales antipopulares y elitistas del gobierno mexicano y la oligarquía de este país.
Fundó la corriente cultural o grupo Maíz Rebelde con Mario Ramírez, el maestro José hernández Delgadillo, Benito Balam y otros artistas como Leopodo Ayala, Carlos Bracho, Francisco Segura, Jorge Infante Correa, Miguel Angel Gamboa, Pedro Valdez, Francisco Fierro Brito, la maestra Cristina Gómez, Yamilé Paz Paredez, Horacio Espinosa Altamirano, Roberto López Moreno, Alejandro Zenteno, Jose Alberto Damían, José de Molina y muchos más.
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