
La soledad no le pidió permiso, se alojó
clandestinamente en las grietas de la vejez
y en el corazón calcificado el día en que apenas
existía ya en sí mismo
Algunos blues y otros pertrechos para una eternidad
bajo tres palmos de tierra no ahuyentaron el olor
de la ambrosía, había perdido toda su fe en lograr
arrimarse a las hogueras y en perdurar
Esa misma noche, el anciano preparó las maletas
por si acaso
Fernando Sabido Sánchez-España
No hay comentarios:
Publicar un comentario