
a ellos hay cientos de miles de personas que se ven obligados
a abandonar sus hogares para salvar su vida y la de su familia.
África, nuevamente, se lleva la palma. El continente negro
se convierte en una boya a la deriva. Un continente salpicado
por multitud de conflictos que ocasionan millones de desplazados
y refugiados. Como escribió el periodista polaco Ryszard
Kapusckinski en el prólogo de su libro Ébano: “África no existe”
Se llama miseria
Nos hace codiciar los fríos territorios de los otros
Los espacios bulliciosos de cometas
Donde se confunde la gimnasia con la magnesia
Nos empuja hacia el esófago erizado de humillación
Nos empuja hacia las cloacas pútridas
Excrescencia en los costados de nuestros nidos de tierra
Nidos de gusanos, de anofeles, de pestes y cólera
Nos empuja, nos golpea como reserva
A lo largo de las olas ninfómanas, golpea para tirar
Por la borda cuando puntea el hocico mal pelado
Del pescado en tarros de los jardines abismales
Nos empuja como quiste o edema
En el útero demasiado estrecho de una bruja desdentada
Estéril, y que la ignorancia lapida con ladrillos rojos
Bajo la mirada unas veces plácida otras divertida del gendarme
Nos empuja hacia las heridas costras apestosas
Aglutinadas como ventosas en la nariz asmática del lactante
Se le pega en el rabillo del ojo como mosca de vaca tiñosa
Y esmerila kwashiorkor hinchando los vientres de arácnidos
Nos empuja hacia los prados de genuflexiones donde pacemos
Los templos de huída y de violencia, las ventas de sueños en las subastas
Los paraísos encielados prometidos para la felicidad cuando no estemos más en la tierra
La necedad que estalla la intolerancia culta del yo tengo razón
Nos empuja por doquier, nos pincha, espina al cuerpo
Nos atiborra de su lodo salobre brebaje
Nos querellamos, nos golpeamos, nos entre matamos, todo lo que sabemos hacer
Hermoso pasatiempo para la bella luna de vida, en virtuoso o artesano
Y la miseria, ella, nos empuja como planta rampante
Como la striga
[Traducción de Araceli Zuleta Zarco]
Se llama miseria
Nos hace codiciar los fríos territorios de los otros
Los espacios bulliciosos de cometas
Donde se confunde la gimnasia con la magnesia
Nos empuja hacia el esófago erizado de humillación
Nos empuja hacia las cloacas pútridas
Excrescencia en los costados de nuestros nidos de tierra
Nidos de gusanos, de anofeles, de pestes y cólera
Nos empuja, nos golpea como reserva
A lo largo de las olas ninfómanas, golpea para tirar
Por la borda cuando puntea el hocico mal pelado
Del pescado en tarros de los jardines abismales
Nos empuja como quiste o edema
En el útero demasiado estrecho de una bruja desdentada
Estéril, y que la ignorancia lapida con ladrillos rojos
Bajo la mirada unas veces plácida otras divertida del gendarme
Nos empuja hacia las heridas costras apestosas
Aglutinadas como ventosas en la nariz asmática del lactante
Se le pega en el rabillo del ojo como mosca de vaca tiñosa
Y esmerila kwashiorkor hinchando los vientres de arácnidos
Nos empuja hacia los prados de genuflexiones donde pacemos
Los templos de huída y de violencia, las ventas de sueños en las subastas
Los paraísos encielados prometidos para la felicidad cuando no estemos más en la tierra
La necedad que estalla la intolerancia culta del yo tengo razón
Nos empuja por doquier, nos pincha, espina al cuerpo
Nos atiborra de su lodo salobre brebaje
Nos querellamos, nos golpeamos, nos entre matamos, todo lo que sabemos hacer
Hermoso pasatiempo para la bella luna de vida, en virtuoso o artesano
Y la miseria, ella, nos empuja como planta rampante
Como la striga
Koulsy Lamko Dadouar- Chad
[Traducción de Araceli Zuleta Zarco]
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