22 de junio de 2011

AL VER EL GUERNICA EN EL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA




Al ver el Guernica en el Centro de Arte Reina Sofia



Su inmensidad conmociona.
Seres humanos, o lo que queda de ellos,
tienen las bocas totalmente abiertas –en agonía, en desespero,
en extremo dolor. El caballo, galopante sobre dos cascos,
muestra una cuchilla afilada que sale deslizándose de su lengua.
Sólo el niño muerto parece ajeno a todo lo que ocurre,
yaciendo fláccidamente en los brazos de su madre, sus ojos cerrados,
una pequeña sonrisa triste en sus labios: una Piedad se recorta sobre
el torso de un toro, un palimpsesto sobre media esfinge.

Aquí una mano aprieta una flor, una daga;
allí, dientes afilados mascan un torso.
Una estaca se clava en el vientre de un corcel
dedos descarnados, cuernos; la sangre corre,
la sal se filtra por los quejidos, los chillidos
y pies que pisan fuerte; las puertas
que podrían haberse abierto al sol
permanecen cerradas.

Saltan, bailan, se arremolinan, crecen, disminuyen,
figuras negras y blancas vertiginosas,
llegan a vivir mientras uno mira fijamente y
busca el sentido de cómo debe haber sido
para este pueblo sencillo, saqueado sin sentido,
insensatamente.

La muchedumbre desfila silenciosamente para salir de la Sofía
al mediodía de una lluvia primaveral, paraguas desplegados.
La Calle Isabel huele a tierra mojada, el cielo
de un gris granito. En mi país, un trastorno
no distinto al mural, se despliega: decenas de miles
se congregan de nuevo en esa avenida grande
donde la Virgen se erige, consagrada en bronce.
Rodajes muestran a los descontentos, los sin afeitar,
avanzando hacia adelante, como si fueran miríadas
que pueden derribar un gobierno recién instalado.
Los que están lejos vigilan silenciosamente, pero también
oyen los gritos, los crujidos de los huesos rotos,
y huelen la pólvora de los disparos.

Hacia el Paseo del Prado, los rezagados
de la maratón alcanzan la línea final
en medio de un parque de atracciones de confeti, un crescendo de aplausos,
hurras, risas, las sirenas de las ambulancias y furgonetas de la policía,
bajo una lluvia continua: tres hombres y dos mujeres,
cojeando, sus manos levantadas, jubilosamente saludando
la muchedumbre.





Alice Sun-Cua- Filipinas




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Alice Sun-Cua nació en Manila, Filipinas el 7 de enero de 1955. Poeta, traductora y médica. Entre sus libros publicados se encuentran: Riding Towards the Sunrise & Other Travel Essays (Cabalgando hacia la salida del sol y otros ensayos de viaje), 2000, crónicas de sus viajes a lo largo de Asia, Europa y Latinoamérica; Riding Towards the Sunrise & Other Travel Tales (Cabalgando hacia la salida del sol y otros cuentos de viaje), 2001, Premio Nacional del Libro del Círculo de Críticos de Manila; y Charted Prophesies and Other Poems (Profecías trazadas y otros poemas), 2001. Traductora del poeta español Miguel Hernández al Hiligaynon, una de las lenguas de Filipinas. Traductora de Pablo Neruda y de Jaime Gil de Biedma al inglés. Participó recientemente en el programa de talleres Versos en el Metro, del Instituto Cervantes de Manila, una campaña de promoción de la lectura. Labora en el departamento de Ginecología y Obstetricia del Hospital San Juan de Dios en Pasay City, Filipinas.
Fotografía: Natalia Rendón






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