3 de junio de 2011

POEMAS DE CARLOS MAMONDE






TATOO

Lo pánico

Hay un viejo exterminio,
una muerte ya clásica...
naciendo y renaciendo de tu propio pavor

su aroma fascinante ya devasta tu sombra,
la casa de tu pena, el pálido lenguaje, la
música cautiva de tu ensimismamiento...

De allí vienen los ríos y las altas mareas
y el fulgor que en el sexo maquilla el desespero.

Es la gloria del hombre, herido pero vivo,
contemplar lo ya sido y lo que nunca fuera
como heredad altiva, como el amor baldío
de algún dios en penumbra;
desnudo y en exilio...






Tatuajes

Tal vez tatuaron crímenes
en mis ojos humanos
los poemas históricos
y la canción más fúnebre
de peligrosos niños

Yo constato su abismo
fragoroso en el alma
como un hielo sutil de azar y de cuchillos.






Amaneciendo

Cierro la puerta, salgo
tan quedamente
vivo...
Abandono la vida y
en la grieta del texto aspiro desolado
agrio viento inhumano que destella en la calma.

Hoy ya estoy en la muerte, azul de desperdicios
de flores degolladas. Estoy en la fisura,
sonrisa ante el abismo, loco
por sus albricias.







Memorias

Esos corruptos ojos con que la Historia mira
mientras pare el instante del sombrío morder...

Que clausura su espasmo la libertad y el aire
y mina corazones y la tregua transgrede
y a mansalva arrebata lo inmortal de tus besos
y embebe con su aceite el pánico del día.

Con la muerte fornica, la hetaira desatada...

Malditas sus palabras,
su atesoro de nada.







Portrait

El amor no es un dios ni acepta tus ofrendas,
ni atenúa por preces su colérico trueno...

es una rata oscura y un alba incandescente
que incendia, mientras roe,
tu profunda ceniza...








En el cielo

Sombras evanescentes y dedos afilados
los cuervos más estúpidos sobrevuelan la nada
y su canto destruye el banquete del habla y
flor de las elegías y séquitos de almas

Vagan bondadosas alas...






Tañidos

Narra tú, sueño mío,
tu soñar a los ojos, al rizoma y la fuente
azul donde desea azul niña la muerte.

La niña está cantando;
tañendo allí, en lo horrendo,
el deseo y el sueño:
el labio donde el cielo
su vacuidad sonora
desmesurada sangra,
intolerable canta:
mansedumbre aparenta...







Desbordarse

Mi humana forma gozo
musical en la sombra
miserable del mundo.

De ti el recuerdo gozo,
la luz desaforada
de tu gracia sin cuita...
y el umbral de tu boca
donde el río florece

Y el tiempo deja al tiempo
aullar abandonado...

No domada –cimera- ya despójame
de toda sed..., y mírame:
Vagar perdido mírame
por la meseta cruenta
abate al desconsuelo
y con tu amado acento
anonada este miedo…
Deja manar mi gozo, desbordarse
el océano...






Ambos expuestos

Extraña eres en el vínculo
extraño de la carne ciega
enajenada el alma /tormentosa brisa/
relámpago de ti
ya te aproximas...
alejándote y
llegando en lejanía de relámpago

Vivir en ti... y en mí tú misma habitas
¡ cuán extraño,
saberte y conocerte y con mis ojos verte...
tenaz y lúcida...sutil, enajenada !

tu nombre canto, ignaro de tu nombre...
tu nombre canto y lo contiene todo

Abiertos somos en clausurado espacio:
a luz intensa y a constante lluvia
a luz constante que las cosas abre
a lluvia intensa.

Y caen...
sombras
y gracia que desangra…

Siendo en la luz constantemente siendo,
ambos expuestos. Fusión y herida y quemadura.

Fusión de la intemperie y plaga.
Limpia impotencia de la mañana.




Cuando en la postrera noche, silenciosa

la lámpara palpita y desgaja tu luz

como gotas de mayo...
y el diluvio acalla el temblor de tu pecho,
ocurre que el herrumbre de la pena se abre
en corolas de azul y desamor.

Entonces tú te yergues –sola- y
tu sombra se levanta y mira fijo
al río que me lleva y que te aleja
y gritas a las piedras una queja herida...

Pero mis ojos ya no habitan tu boca
donde la noche estalla hacia su exilio:

y la corola del herrumbre se abre
entre nosotros y es linde y extrañeza
asfixia del lenguaje y de los cuerpos
cortados por el filo de la música.

¿Escuchas a tu lengua ya vecina a otra lengua
y mi nombre que rueda en el viento de mayo...?

¿Puedes decirme tú, agua de luz purísima,
por qué no abres tu sangre
a mi voz conmovida... si aún puedes mirarte
en esta sombra mía ...

Y el alba es tan hostil,
tan absoluta y dura
en esta soledad; ahijada de la muerte?.




©Carlos Mamonde- Argentina



Con mi agradecimiento al amigo Carlos Hugo Mamonde
por el privilegio de dejarnos compartir estos poemas inéditos

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Carlos Mamonde, Poeta y escritor argentino, docente universitario especializado en literatura argentina y psicoanalista vivió parte de su adolescencia y juventud en La Rioja y reside en Madrid.

Carlos Mamonde partió al exilio luego de estar preso durante la dictadura militar de los 70. En España continuó su gran amistad con el reconocido escritor riojano Daniel Moyano y, por su intermedio, tuvo el privilegio de compartir algunos mates con Julio Cortázar.




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