24 de junio de 2011

TRÍPTICO DE LA INIQUIDAD




TRÍPTICO DE LA INIQUIDAD

I. Coro infantil de voces en silencio

[Escribo estos versos mientas bombas israelíes caen sobre
gente inocente en ciudades, calles y casas de el Líbano]

Ten cuidado, a nadie rompas el corazón.
Los corazones son de vidrio; una vez
que se rompen jamás se recomponen.
Yunus Emre


Toda la tarde aguardamos en el coro pero los niños
no acudieron. Llamamos a sus casas y nadie respondió.
Nos acercamos a los colegios mas nadie dio razón de ellos.
Salimos a las calles, a los parques y a los campos de juego,
pero ninguno se vino a nuestro encuentro. Se fueron
los niños, dicen que a dormir, sin ni siquiera querer lavarse
las manos, tras el denso dolor de tanto insano silencio…

En esto se intuyó el espanto.


Dicen de nosotros, los que hace tiempo dejamos
de ser niños, o que ya no sabemos ser como ellos,
como fuimos, que tan sólo nos resta la eternidad
por padecer. Y es que llega un día en el que la vida
cierta y dolorosa baja rodando las gradas del tiempo
y ya, nunca, ningún niño desea retornar al coro.

Mientras los niños se ausenten de nosotros porque no
nos miramos jamás podremos buscarnos en sus ojos.
Mientras los niños se diluyan en el aire por propia
decisión nunca reencontraremos sus risas. Mientras
sean las de los niños las primeras voces acalladas
acabaremos por quedarnos sin coros y sin memoria.

En esto se implantó el espanto.


Hoy, sin embargo, a tiempo pasado, nos contaron la razón
fructífera por la que los niños nunca acudieron al coro.
Parece que ufanos, imaginándose hombres casi, remontaron
hasta el pueblo vecino y sin mediar palabra ni idea
ni mirada decidieron que aquellos otros niños jamás
acudirían a llenar de sus voces el coro de su pueblo.
Ni tampoco dejarles imaginarse hombres y así ufanarse
en bajar hasta el pueblo vecino y acallar las voces posibles
de otros niños que algún día posible cantarían en sus coros.

Ahora, sin ser capaces de alzar la voz entre nosotros,
nos desgarramos: ¿Qué hemos hecho con nuestros niños?
¿Por qué han preferido el aullido atónito, el silbido abyecto,
al cántico de las voces en el coro? Pero, y aún más espantoso,
¿qué hemos hecho de nosotros que no acabamos de entender
por qué los niños se van a dormir sin querer lavarse las manos?

En esto se implantó, definitivo, el espanto.









II. Coro femenino de voces silenciadas

[Escribo estos versos mientras madres sin consuelo entierran
a sus hijas brutalmente asesinadas. Ciudad Juárez, México]

De cualquier modo que actúes
siempre estarás suscitando fuerzas contrarias.
Por eso los sabios prefieren los brazos cruzados
y que Dios haga de las suyas.
Jaime Jaramillo Escobar


Toda la jornada aguardamos en la plaza pero las muchachas
jamás acudieron. Llamamos a sus casas y nadie respondió.
Anduvimos por los bulevares buscándolas y nadie dio razón
de ellas. Nos llegamos hasta donde apuestan todo a sus sueños
mas ninguna se llegó a nuestro encuentro. Las muchachas,
dijeron algunos, decidieron apartarse y hallar horizontes
nuevos: otros caminos por donde rondar libres de todo peso…

En esto, se intuyó el espanto.


Ahora dicen de nosotros –los que hace tiempo dejamos
de intuirlas, los que ya no sabemos mirarlas por dentro–
que tan sólo nos queda respirar la iniquidad: errar ciegos
de por vida sin hallar reposo al desconsuelo. Y es que llega
un día en el que la vida cierta y dolorosa baja rodando las gradas
del tiempo y ya ninguna muchacha desea retornar al regazo impuesto.

En tanto las muchachas se ausenten de nosotros, porque no
nos miramos en ellas, jamás podremos hallarlas en nuestros ojos.
En tanto las muchachas se diluyan al aire por voluntad propia,
ya nunca volveremos a reencontrarnos en sus risas abiertas.
En tanto sean las de las muchachas las voces primeras
acalladas por la mano salvaje del infame acabaremos
huérfanos y por quedarnos sin herencia ni memoria.

En esto, se implantó el espanto.


Ahora, tarde ya, nos desmembramos incapaces de alzar
las miradas entre nosotros, inquiriendo: ¿Qué falso amor
ofrecimos a nuestras muchachas que resolvieron vagar
por lo pasmoso desértico a guardarse al abrigo en las voces
de los suyos. Que se arrumbaron por el laberinto de lo incierto
desoyendo el tono familiar de nuestros gestos? Pero,
lo que aún es más lastimoso, ¿qué hemos hecho de nosotros
que no acabamos de atinar por qué las muchachas se arrebatan
en esa tan grande soledad de intrincados senderos?

En esto, se implantó definitivo el espanto.










III. Coro de mujeres que claman al silencio

[Escribo estos versos mientras mujeres que claman sostienen
en brazos a sus hijos muertos en Gaza, Palestina –Israel,
‘Tierra Santa’]

¡No llores la promesa de una muerte
ni le pidas prestado a mis pañuelos
su canto de cariño! Te lo ruego:
¡envuelve las heridas de mi país con ellos!
Mahmud Darwish


Acabada la jornada y arropados en el calor confiado
de la casa nos espantamos ante el horror de pronto
plantado en las pantallas. A nadie llamamos, a ninguno
perturbamos ni acudimos a vociferar soliviantados
ante quien tuviera potestad de zanjar aquel drama.
Tiempo más tarde, cuando ya las imágenes desbordaron
las terrazas, cuando precipitadas se descolgaron
desde las ventanas a las plazas, nos asomamos al abismo.
Se nos hizo imposible soportar tanto llanto inacabable
de tantas mujeres clamando por los rincones de la casa.

Aquí, intuimos el espanto.


Mujeres que se desgarran ante la mirada inmóvil
de sus hijos sin ánimo. Que entierran en silencio
una queja inútil que muere vacua en el sucio aire.
Mujeres solas que ya no inquieren ni blasfeman,
andan perdidas bajo el estruendo de los escombros,
sorbiendo todo el humo malsano de un solo trago.
Coro de mujeres que se buscan en los pequeños
cuerpos inertes que yacen en sus inanes regazos.
Desacompasados coros, cantos desmembrados
sin acordes de mujeres silenciadas en su llanto:
ni todo el clamor de la Tierra, ni la justicia toda
de la Historia ganarán para ellas ninguna causa.

Al cabo, se implantó el espanto.


Nada sanará a estas mujeres el resto de sus días,
ningún hijo llegado nuevo colmará la ausencia
de este niño irrepetible que ha huido de su vida.
Ni tampoco ningún otro hijo venido antes, nadie.
Y aunque este inocente hubiera estado destinado
para el aullido o el horror, para el desvarío insano,
asimismo contra su hermano, habría su madre
preferido ganarlo para la vida junto a sus brazos.
¿Cuánto sufre una madre que otorga cómo un hijo
parte a acabar suficiente con el hijo de otra madre?
Toda batalla, toda venganza, toda guerra, incluso
santa, será bárbara mientras haya un sólo niño
arrebatado brutalmente del seno de su madre.
¿Y cuánto habrá de padecer aquélla otra que calla
ante la causa extraviada de un hijo, presintiendo
la ruina de su rumbo en esa inquina errática? Mientras
haya una sola madre, que al acabar del día no tenga
la certidumbre de si su hijo regresará ya en la tarde
de los juegos en la calle, toda batalla, toda venganza,
toda guerra, incluso santa, será justificada sólo
para acumular la ignominia que sobre el hombre pesa.

Finalmente, se cuajó definitivo el espanto.


(De Contra voz bárbara, 2008-2011. Inédito)





Javier Cabrera– España





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Javier Cabrera (Islas Canarias, España, 1953).
Diseñador gráfico y Experto en diseño y gestión del paisaje. Poeta, antólogo y editor. De sus 10 poemarios publicados los últimos fueron: Salmodias (Canarias, 2002); Humus (Canarias, 2004) y Huracán la Luz (Cuba, 2006). Como antólogo lo último que ha editado es: La poesía no se detiene. Antología de Antonio Hernández Pérez [poeta canario en Cuba] (Canarias, 2007) y Elegías últimas a Miguel Hernández. Poesía desde Canarias (Canarias, 2010). Vinculado desde los años 80 –s. XX– a distintos proyectos literarios y editoriales, en la actualidad, como editor, coordina la colección de poesía internacional ‘puentepalabras’ (editorial Puentepalo, LPGC).
Ha obtenido varios premios y menciones en poesía y edición, y su obra ha sido incluida en antologías y selecciones de distintos ámbitos y nacionalidades, las últimas: Este es mi brazo. Diez años de aBrace (Uruguay, 2009); Madrid en los poetas canarios (Canarias, 2010); XV Encuentro Internacional de Poetas en Zamora. Compilación (México, 2011) y Espiral de poemas, II. Compilación (España, 2011). Colabora en diversas revistas literarias y culturales, nacionales y extranjeras, así como en suplementos de cultura de la prensa regional canaria.
Ha sido invitado y ha participado en congresos, festivales y encuentros de poetas y escritores a nivel nacional e internacional, los últimos: XXIX Festival de la Cultura del Caribe (Santiago), Cuba, 2009; II Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico, 2009; ‘Argonautas’: IV Encuentro Nacional de Poetas en Toledo, España, 2009; IV Encuentro Literario Internacional de las 3 Orillas en La Laguna (Tenerife), España, 2010; XXIII Ferias del Libro de Canarias (LPGC/ SCT), España, 2011; XV Encuentro Internacional de Poetas en Zamora (Michoacán), México, 2011; ‘Espiral de Poemas’: II Encuentro de Poetas en LPGC (Gran Canaria), España, 2011.




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