
Si digo: "buenos días",
no crean que es compromiso.
Se trata, simplemente, de una provocación.
Sé que estos 'buenos días' vienen tintos,
heridos con el sol de doce y cuarto.
Y digo, "buenos días", por si acaso
confundido el misil de tierra-aire
se viniera a estrellar en las narices
de la computadora programada.
Repito: "buenos días".
Son las siete del alba.
El transmisor diluye entrecortado
una esquela de cifras y de nombres:
" ...la-bom-ba-ex-plo-sio-nó-a-las-cin-co-y-me-dia.
Die-ci-sie-te-ci-vi-les,-
ni-ños-y-mu-je-res-MUER-TOS".
Encuentro en la escalera a un convecino:
"Buenos días", responde
sacudiéndose el sueño.
Preparo calderilla, el autobús arranca...
Son diecisiete muertos y aún el día
no ha llamado a maitines.
Manuela Temporelli- España
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