15 de septiembre de 2011

HOMENAJE A ROSA VIRGINIA MARTÍNEZ




CANTO A LA MUJER DEL PUEBLO

Mujer de pueblo
Aquí estoy a tu lado
Para darte mi canto de esperanza,
Yo se que vienes,
De todas las injusticias
Y todos los dolores de la vida.
Te sientes herida
De esperar en vano,
Que el rosal floreciera
En el pantano.

Más
¿Cómo vas a tener un sitio para el aroma,
Sí aún no tienes
Pan,
Ni techo que recoja
El azulado viento de la loma?

En vano has pedido
La plenitud radiante de uns
Estrella,
Para seguir la huella
Menudita del hijo.
¿Cómo quieres
Poblar de lumbre la desierta vía,
Sino has alcanzado todavía,
Un mísero candil
Para tu puerta?

Yo sé que hay en tus manos
Rudas y oscura,
Pulso de raíz
Y fuerza de montaña;
Yo sé que puedes
Caminar por la tierra
Como una cordillera
Y levantar tu hijo hasta
El futuro,
Con el canto de mar
En la garganta.

Yo sé puedes eso
Y mucho más,
Pero el hambre,
La sombra
Y el desolado viento del olvido
Se llevaron la savia de tu vida.
Por eso,
Aquí estoy a tu lado:
Con tu grito en mi boca,
Con tu herida de angustia
En mi costado
Y tu anhelo de luz que me sofoca.
Aquí estoy,
Para luchar contigo:
Tu pan
Y tu alegría;
Para velar el sueño
De tu hijo,
Hasta que llegue el día.

Aquí estoy,
Con mi cartilla nueva de horizontes;
Mi libro de paisajes y caninos
Que sustancia la luz de una doctrina.

Mujer:
Es la hora precisa,
De rescatar tu pan y tu sonrisa.






Cuando yo sea hombre

Cuando yo sea hombre,
tendré una casa limpia
en cualquier lugar del mundo.
Una casa con su huerto...
I partiré la cosechacon el hermano que pase.

!Oh, sí todos los hombres
tuviesen una casa con su huerto...
!Entonces,
no hubiera guerras, ni hambre,
ni pequeños descalzos
por el mundo.

Hay tierras que desde
el Norte hasta el Sur
son de un solo hombre.
I millares de hombres,
que desde Oriente a Occidente
no tienen ni un puñado de arena
para sembrar sus sueños.

Cuando yo sea hombre,
me uniré a todos los que luchan
por Tierra, Pan y Paz
para los hombres.

(De Aroma, por Rosa Virginia Martínez)





Canto a la muerte

A todos los que creen en la Reencarnación

Te llaman Muerte, ¡hermana mía!
pero nadie sabe tu nombre;
tu nombre de racimo transparente
y claridad marina.
¡Dulce nombre
de pájaro en el viento,
y de fruta
que nadie ha inventado
todavía.
Nombre de miel,
de rumor en el bosque
y pétalo de aroma
en la distancia!

¡Oh Muerte:
caminas por la tierra
con el paso fluyente
de un lucero;
y va tu luz extraña,
por los campos de trigo,
hacia lejanos yermos,
a ranchos y palacios,
mares de espuma y besos…!

Te llaman Muerte,
y sacudes al viento
tus burbujas vitales.
Clavel de llama viva
florece en tu silencio,
y un soplo de esperanza
navega en tus raíces.

¡Nadie sabe
por qué eres tan profunda
y tan sola,
tan callada y tan plena
de invisible presencia!
¡Nadie alcanza el enigma
de tu raíz nocturna,
ni el polen de tus manos
que siegan
en esta tierra mía,
para sembrar acaso,
en otra tierra incógnita!

¿Por cuál razón nos atas
a tu leve cintura
de melodioso junco?
Quizás,
porque eres más que hermana,
más que madre,
más que la Verdad,
el Bieny el Sueño…!

Yo te amo, Muerte,
porque te sueño
saturada de esencias
como la primavera.
Y amo,
el jazmín ilusorio
de tu frente,
y tu boca sellada
de palabras ausentes;
tus cabellos eternos,
tus ojos de remanso,
y tus manos tan claras
como la lluvia fina.

¿Quién sabe
del frufrú de tu falda,
y tu vaga sonrisa
que retoña en el viento?
Sin embargo,
cuando llamas,
no hay pasos rezagados,
ni dedos que hagan signos
de espera en la distancia.
¿Quién dijo que eres lúgubre?
si los niños
abandonan sus juguetes
para ir como racimos
prendidos de tu falda.

¡Oh Muerte:
he soñado tantas veces
con tu alado horizonte
de sonámbulas
rosas!
con el movible mar de tu ternura,
que lentamente
nos arrulla y duerme,
que nos sella los labios,
y apaga el corazón
con el soplo desnudo
de algún signo impreciso.

¡Oh Muerte, hermana mía:
qué reposo de piedra
aguarda en tus fronteras;
zumo de tantas noches
en los párpados rotos…!
-Eso cree la gente-.
Más,
yo sé que eres el día
sin aurora ni ocaso:
que hay savia milagrosa
en tus ramas tendidas;
que te cantan alondras
en las manos dormidas;
que eres azul y tierna
como un cuento de la infancia;
que vienes despacito,
como una buena madre
Hacia el hijito
enfermo;
y al besarnos la frente,
nos dices la palabra
de la conquista eterna:
la mágica palabra,
la terrible palabra,
que en nuestro idioma es
¡MUERTE!
pero acaso en el tuyo
no será más que duerme.
¡Duerme!
Y todos dormiremos
para volver un día,
a sembrar en los vientos
canciones de alegría.







Rosa Virginia Martínez Araujo- Venezuela




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Rosa Virginia Martínez Araujo, educadora, trabajadora social, periodista, escritora (poetisa, dramaturga, cuentista, ensayista, articulista y narradora), nace en una zona rural cercana a las riberas del Lago de Maracaibo,(Venezuela) en plena primavera, el 1 de mayo de 1915 y murió en Maracaibo en 1983.

Su padre, Don Martínez, un hombre de hacienda, del que quedó huérfana muy temprano, su madre Doña Alcira Araujo, una maestra de escuela rural, y tres hermanas, Olga, Rosario y Elvira Luisa, conforman su familia.

Transcurre su infancia entre haciendas, hatos y pueblos, fuentes de su trabajo y de la mayoría de sus poemas denunciantes de las miserables condiciones en que vive la gente en el medio rural. Así, desde muy temprana edad nace en ella el desasosiego por el desamparo en que sume la pobreza, tema que junto al amor, el desamor y la muerte son los que prevalecen en su obra.

Es evidente, que el contexto histórico-social en el que le toca vivir a la poetisa, bamboleado por bruscos cambios sociales y políticos, influyen en la poetisa, pues nace en la segunda década del siglo XX, en plena dictadura gomecista, y su niñez, adolescencia y primera juventud se deslizan en un régimen en el que la mujer en el proyecto “hacer patria” está reducida todavía, a conformar el hogar, educar los hijos y someterse al marido y a la usanza de las buenas costumbres acordes con el decimonónico Manual de urbanidad y buenas maneras (1854).

La primera gran huelga petrolera durante el gobierno de López Contreras que sucede a la muerte de Gómez, trae como consecuencia la represión de los nacientes partidos políticos, se persigue al partido comunista, se acosa a la Universidad Central de Venezuela; después un pequeño respiro en el mandato de Isaías Medina Angarita con la legalización de los partidos Acción Democrática (AD) y el Partido Comunista Venezolano (PCV), y el fifty-fifty de la Ley de Hidrocarburos, para luego retroceder con un golpe que instaura una Junta Revolucionaria de Gobierno; dos años después la efímera regencia de Don Rómulo Gallegos derrocado para asentar un gobierno militar dictatorial; luego, una nueva Junta Militar de Gobierno con Carlos Delgado Chalbaud y de nuevo un derrocamiento con su asesinato y la subida al poder del dictador Marcos Pérez Jiménez hasta 1958, y otra Junta Cívico-Militar con Wolfgang Larrazábal presidiéndola; será a partir de 1964 que se “ordenarán” los presidentes constitucionales, muriendo la poetisa a finales del período del Presidente Luis Herrera Campins.

Rosa Virginia, labora como educadora de primaria en el magisterio zuliano, es activista en el Ateneo Infantil “Tachoncito” que funciona en los para entonces barrios marginales de Sierra Maestra y del que su hermana Elvira es la directora.

Como periodista, dirige la página femenina del diario Panorama, trabaja en la redacción de los semanarios Ecos de Gloria, Prismas, Ideas, Horizonte, Patria , Diario de Occidente, Crítica, El Vespertino, Maracaibo, y varias publicaciones de Caracas, Colombia, Ecuador y otros países de habla hispana.

Es miembro de la seccional del Zulia de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), del Ateneo de Maracaibo, de la Asociación Femenina, del Círculo Artístico del Zulia en su sección de literatura, de la Asociación de Escritores Venezolanos (AEV), del Centro Cultural de Maracaibo (1950-1968), del cual es una de quienes lo fundan, y de la agrupación teatral Sábado.

Llega a ser estudiosa de las teorías teosóficas y del espiritismo, en las cuales la inicia un amigo de la familia, el Sr. Elio Soto. En sus actividades de orden espiritual, es precursora y presidenta de la Logia Teosófica del Zulia, del Centro de Estudios Psíquicos y del Centro Orión, y coopera con la agrupación Luz Masónica.

Intercambia con otros valores de su tiempo y entorno geográfico, no solamente de su terruño, también de otros países de Latinoamérica, impresiones, ideas, ensayos, poemas, artículos e inquietudes, lo que le facilita vivir más a plenitud sus dos grandes pasiones: la poesía y la preocupación por la condición social y espiritual de la pobreza en la sociedad.

Rosa Virginia, en su afán de asombro frente a la vida y al conocimiento, con una especial sensibilidad por el desposeído social, su entusiasmo por todo aquello que mejore la condición de la mujer venezolana y el acrecentado amor por la niñez, forja con esos temas su obra literaria.

Cabe señalar, que no tiene casi nunca apoyo oficial, y se ve obligada a editar de su propio y escaso pecunio sus obras, para después distribuirlos con excelsa generosidad, entre familiares y amistades.

Pertenece desde su fundación en 1945 hasta 1946, al grupo literario Tierra que desaparece en 1948, cuando varios de sus miembros son detenidos tras el derrocamiento del gobierno de Don Rómulo Gallegos, por un gobierno instaurado de facto. Suele reunirse el grupo Tierra, en la misma casa de la poetisa Rosa Virginia Martínez, en la calle El Jabón o Ayacucho, allí comulgan literariamente el poeta barloventeño Pedro Lhaya, Humberto Campos Brice director de las revistas estudiantiles Baralt (1931) y Pegaso (1934), Hercolino Adrianza Álvarez estudiante de derecho en esa época y fundador de Cuociente, José Ramón Pocaterra que venía de Seremos, el periodista José Antonio Ugas Morán, Mercedes Bermúdez de Belloso poetisa que se desliza del postmodernismo a la vanguardia, el poeta revolucionario Espartaco González, romántico y uno de los fundadores del partido comunista en el Zulia, el recitador Carlos Parra Bernal, el pintor José Fernández (FEZ), y nuestra poetisa Rosa Virginia Martínez, todos protegidos espiritualmente por José Antonio Butrón Olivares, consejero de este grupo y de Cauce, viejo poeta de Los Mechudos y Ariel. Un grupo diverso, con voces y tendencias diferentes, quienes con su refrescante poesía, son el vínculo con sus variados matices entre la poesía udonperiana y la modernidad vanguardista del surrealismo de Apocalipsis. Sus reuniones además de en la casa de la poetisa Martínez, suelen realizarse en el café Ritz frente a la plaza Bolívar; hacen recitales radiales, publicaciones en prensa, se interrelacionan con algunos ex -viernistas en El Bruno, y con Andrés Mariño Palacios de Contrapunto en Caracas.

En esos momentos, con la influencia de la llegada de los poetas León Felipe y Nicolás Guillén, a las actividades de la Peña Literaria del Club Comercio de Maracaibo, se gesta el intento de la creación del grupo Cuociente.

Desde 1951 su inicio, hasta 1956 su final, Rosa Virginia Martínez pertenece al grupo literario Cauce, en un tiempo de crisis literaria en el Zulia. Cauce se crea el día de la conmemoración de los 25 años de la muerte del poeta Udón Pérez, el 24 de julio de 1951. En su quehacer literario publican en el diario Panorama, recuerdan en sus recitales al poeta Ismael Urdaneta y tratan de rescatar del olvido a los valores literarios del pasado de la región zuliana. Es un numeroso grupo, sus miembros: Marín Fonseca, Ida Dos Santos, Berthy Ríos, José Ramón Ortega, Evaristo Fernández Ocando, Martín Áñez, Marghot Díaz Urdaneta, Mercedes Bermúdez de Belloso, Ramiro Larreal Sánchez, Gloria Alba Molero, José Bravo Ríos, José Antonio Borjas Sánchez, Gastón Parra Luzardo, Gilberto Mora Muñoz, Aníbal Briceño, Ramón Ávila Girón, Elsa Silva Negrón, José Semprún, Ramiro Fuentes Castellano y nuestra poetisa Rosa Virginia Martínez. Pero se desintegra y desaparece con la persecución política de varios de sus miembros por el dictador Marcos Pérez Jiménez.

Rosa Virginia recibe una mención honorífica en el certamen de poesía promovido por el Ejecutivo del estado Zulia en 1955.

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