6 de octubre de 2011

SALOMÉ SIMÓN

Salomé Simón: 'Sometimes I feel guilty to be alive'






SALOMÉ SIMÓN


En una chabola de Nairobi Kenia
Salomé dice no al contagio del Sida
Ella complace al desesperado transeúnte
le ofrece su menú maduro
de mujer de cuarenta y cinco calendarios
con muchas maestrías sicalípticas
No se ponga la camisita le dice
porque soy una mujer bendita
Mis túneles son refugios
donde nada puede hacer el maldito VIH
contra mis servicios solidarios
Salomé Simón la keniata
en su covacha destartalada
pintada de verde menta
y con el techo de lata
cobra menos de un euro
por sus posturas de fuego
sobre la vieja cama dura
con música rítmica de fondo
de su pequeño radio portátil
Eres una joya le afirman
unos científicos del primer mundo
pero su cuerpo no suelta
el misterio de su inmunidad
¿Dónde tendrá la respuesta Salomé Simón?
¿En la boca o en la vagina o en su ano de carbón?
Salomé creció en Burkoba
y se casó



Con tres hijos la abandonó el marido
A Nairobi se vino para darles de comer
vendiendo su cuerpo desnudo
como una negra flor alucinante
Así ha pasado veinte años
recorrida por miles y miles de hombres
por todos los senderos
y entre carcajada y carcajada dice a gritos
“No me gusta mi profesión
pero soy una mujer de negocios
y tengo que pensar en el dinero”
Las transnacionales farmacéuticas
la miran con canibalismo desbordante
Salomé Simón mira pasar el día
sentada en su taburete de madera
a la puerta de su chabola
que no tiene agua ni luz eléctrica
en el champerío de Majenjo
en las orillas de Nairobi
A su alrededor aumentan las sepulturas
de sus compañeras caídas en combate
Sabe que ni Larry ni Frank ni Richard
querrán comprobar in situ su rara inmunidad
Ella espera que al final de mes
por sus acrobacias de obsidiana
pueda tener sus ciento ocho euros mínimos
para tener los carbohidratos necesarios
para sus ejercicios
Salomé Simón la keniata
a la orilla de la callejuela maloliente
sentada en su taburete en suajili canta coqueta
nyama kwan nyama es decir cuerpo a cuerpo
Más de algún paisano la mira y la escucha
con el corazón acelerado y sus favores le pide
sabedor que va seguro sin ninguna piel artificial



Julio Iraheta Santos- El Salvador



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Cortesía de El Mundo de España
WILLIAM LANGLEY
El Diario de Hoy
internacionales@elsalvador.com

NAIROBI, Kenia. El habitáculo que Salomé Simon llama hogar es una choza destartalada, pintada de verde menta y con el techo de lata, debajo del cual comparten el mínimo espacio dos camas, de comodidad sorprendentemente distinta.

Una de ellas es de un estilo elegante; la otra es baja, sencilla y dura, y ahí es donde Salomé lleva a cabo su trabajo como prostituta keniata por menos de un $1.27 el servicio.

Los clientes locales no son los únicos interesados en sus favores. Para los científicos occidentales y los investigadores médicos, ella es un espécimen humano de un valor potencialmente incalculable.

A pesar de ejercer su oficio durante más 20 años en un país azotado por el sida, ella no ha contraído todavía el VIH, y todos los estudios creíbles de su caso apuntan hacia una posible inmunidad.

Si pudiera identificarse el secreto de su inmunidad y sus ingredientes lograran ser reproducidos en un laboratorio, el mundo estaría cerca vertiginosamente al desarrollo de una vacuna eficaz contra el mal. Pero el cuerpo de Salomé ha elegido no desvelar sus misterios con tanta facilidad.

Larry Gelmon, coordinador de un equipo de investigación canadiense, a cargo del caso y del de otras tantas prostitutas de Kenia que parecen resistirse a la infección del sida, habla en estos términos de las incógnitas del caso Salomé: “Es desconcertante, tentador y desesperante, pero estamos seguros de que la respuesta está oculta en algún lugar”.

El índice del contagio de sida en Kenia es el más elevado de todo el mundo. En los últimos años, la cifra ha superado el 25% de la población general, y se calcula que aumentó en un 15%. Entre las prostitutas, los niveles de infección son del 80%. Lo que acentúa, si cabe, el aura de protegida de Salomé.

De 45 años, ella no parece muy diferente a las miles de otras mujeres de los abarrotados suburbios de Majengo, a las afueras de Nairobi.

Desde hace más de 20 años, trabaja aquí por unos precios de miseria. Al día consigue una media de 5 ó 6 clientes. Los días con suerte, hasta 10. En el transcurso de su carrera, calcula que habrá mantenido relaciones sexuales con más de 50,000 hombres.

Los encuentros son básicos, de una duración de unos dos minutos, pero le proporcionan unos 7,000 chelines keniatas al mes ($137.50), algo que aquí es un salario decente.


Se calcula que al día el sida se cobra 8,000 vidas. Foto EDH/AP
“No me gusta mi profesión, pero soy una mujer de negocios», explica, sazonando sus palabras con una carcajada desbordante, «y tengo que pensar en el dinero. Probé a trabajar en un tenderete, pero era mucho peor”.

El interés de los científicos por ella parece divertirla. Dice que, si se hiciera famosa, le gustaría irse de Majengo y comprar una casa en algún otro sitio.

Las primeras pruebas del fenómeno de su inmunidad aparecieron por vez primera a finales de los 80, cuando un equipo de investigadores canadienses que estudiaba las infecciones de transmisión sexual en Nairobi se dieron cuenta de que un pequeño número de prostitutas locales, a pesar de parecer susceptibles a otras enfermedades venéreas, como la sífilis y la gonorrea, no contraían el virus de inmunodeficiencia adquirida.

Sentada en un taburete de madera a la puerta de su cabaña (señal de que está disponible), Salomé ha visto a muchas de sus compañeras prostitutas enfermar y morir. “Sabía que estaba ocurriendo algo malo, perdí a amigos y vecinos. A veces me preguntaba por qué no me pasaba a mí”.

La misma interrogante se planteó el equipo de la Universidad de Manitoba, que estableció una base para estudios de grupo en Majengo. El director del proyecto, Frank Plummer, se quedó asombrado ante los descubrimientos. “Se veía claro que cierto número de mujeres resultaba básicamente inmune al sida, algo que quedaba fuera de las posibilidades estadísticas que se tratase de buena suerte. Su exposición ha sido a gran escala, pero hay algo en sus sistemas capaz de reconocer y destruir al virus”.

SIDA ENTRE BARRACONES

La urgencia y el ritmo de las investigaciones en Nairobi no se empezó a acelerar hasta hace sólo unos años. Bill Gates otorgó el año pasado una donación multimillonaria en libras, y otras organizaciones de todo el mundo han actuado de manera similar.

En la Universidad de Nairobi se han creado nuevos laboratorios dedicados a este estudio, pero el VIH, el virus causante del sida, ha demostrado ser un enemigo desalmado, adaptable y astuto, y la certeza inicial de que la ciencia encontraría un remedio parece haberse evaporado.

Las mujeres, casi todas analfabetas y atrapadas en una cultura que las minusvalora, no son la muestra de estudio más sencilla. La mayoría están consideradas como testigos no fiables de sus propias vidas, y con frecuencia terminan por abandonar el proyecto y marchar a otras ciudades. No obstante, sí se han podido descubrir algunas pistas.

Parece, por ejemplo, que la mayoría de las mujeres inmunes mantienen un vínculo genético, pero estos lazos no producen un patrón definitivo ni la garantía de que la inmunidad pueda heredarse. Una de las hijas de Salomé falleció hace poco a causa del sida.

También resulta extraño que la inmunidad se desvanezca si se detiene la actividad sexual. Las pruebas sanguíneas han demostrado que las mujeres que han tomado un descanso en su trabajo, como suele ocurrir con las prostitutas de Nairobi -cada año regresan a sus aldeas-, sufren un acusado descenso de su respuesta inmune.

Algunas han contraído el virus al regresar al trabajo. “La conclusión es que se encuentran más protegidas cuando sus sistemas se encuentran bajo amenaza constante”, explica Plummer. “Cuando sus defensas no tienen contra qué luchar, disminuyen”. Y la inmunidad de la mujer no es absoluta. Cuando se introduce el VIH en sus muestras de sangre, se contagia como ocurriría en situación normal.

Tal vez lo más sorprendente del caso de las prostitutas de Nairobi sea que parecen estar protegidas al contagio del VIH sólo a través del sexo.

“Esto nos hace pensar que la clave de la inmunidad puede encontrarse en sus tractos genitales”, dice Richard Lester, especialista de enfermedades infecciosas del equipo. “El virus entra en los cuerpos, pero antes de llegar a la corriente sanguínea es identificado y eliminado. En inmunología, el primer donde se busca respuestas es en la sangre, y tal vez éste haya sido el error. Nos hemos centrado durante demasiado tiempo en algo equivocado. No hay nada extraño en la sangre de ellas, pero tal vez tenga algo que ver con sus vaginas”.

Una explicación posible es que el tracto genial femenino de estas mujeres keniatas, estimulado por el exceso de actividad sexual, haya desarrollado unos anticuerpos poderosos capaces de destruir el VIH. Y si el exceso de actividad sexual es lo que los científicos esperan estudiar, no hay lugar mejor donde fijarse que en los microburdeles en cualquier ciudad africana.

“Lo que resulta asombroso en estas mujeres es que se encuentran en exposición permanente al virus. Una persona con una vida normal en Canadá, Inglaterra o cualquier otro país puede mostrar la misma resistencia, pero es mucho menos probable que corra el riesgo de contraer la enfermedad. Aquí presenciamos la inmunidad en plena acción”, dice Lester.

VACUNA EXPERIMENTAL

“La esperanza es que podríamos crear una vacuna que imitara lo que el cuerpo de estas mujeres realiza por naturaleza propia”, explica el profesor Andrew McMichael, director de investigación médica e inmunología humana de la universidad de Oxford.

“Pero es probable que se dé una mezcla de varios factores, incluyendo la configuración genética, y puede que incluso un elemento de suerte, por lo que es muy difícil crear una réplica de las condiciones”.

Ya se ha gastado millones de dólares en busca del secreto de Salomé, más dinero del que la totalidad de la andrajosa población de Majengo podría imaginar en su vida entre fétidos callejones.

Aquí, el sida es una más de sus aflicciones, amontonada entre otras penalidades que muchos padecen. Si en este poco probable laboratorio humano hubiese una cura milagrosa, por desgracia ya sería demasiado tarde para miles de personas infectadas.

“Cada día me entero de que otras personas que conozco están infectadas”, dice Salomé. “A veces me siento culpable de estar viva, así que me alegra mucho poder ayudar”. Entretanto, la investigación sigue adelante.


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Julio Iraheta Santos, poeta salvadoreño, nació en San Salvador en 1939, aunque se le conoce como originario de la ciudad de Santa Tecla. Se dio a conocer inicialmente en las páginas culturales de Diario Latino dirigidas por Juan Felipe Toruño. Fue miembro fundador del Grupo Literario “Piedra y Siglo” y del Taller Literario Salvadoreño “Francisco Díaz”. Formó parte del colectivo cultural “Segunda Quincena”. Ha obtenido triunfos literarios a nivel nacional como a nivel de la región de Centroamérica y Panamá. Tiene publicados Confidencias para académicos y delincuentes (Poesía), Todos los días el hombre (Poesía, Editorial de la Universidad de El Salvador), Los espantapájaros (Poesía), El Cristo de las calles (Poesía, Fraternidad Teológica Latinoamericana, capítulo de El Salvador, C.A). Ha sido incluido en antologías publicadas en Argentina (Ediciones Certeza), Costa Rica (EDUCA, Editorial de Universidades de Centroamérica), México (Mesoamérica, S.A:), Suiza (Poesía Salvadoreña del Siglo XX, bilingüe, María Poumier), El Salvador (Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA., Universidad de El Salvador, Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación de El Salvador).Ha sido tomado en cuenta en Aula Abierta de Diario Colatino con una muestra poética, como material para los programas de Letras de los Bachilleratos de Educación Media de El Salvador. También aparece en antologías digitales hispanoamericanas como Palabravirtual.com, Poemas-del-alma.com. Fue incluido en Poesía de Centroamérica y del Caribe de Isla Negra.com.

Publica en Artepoética.com (Nueva York), etc. Algunos de sus poemas han sido musicalizados e interpretados por el cantautor Salvadoreño Roberto Godoy y su esposa Marisella. “Tengo cita con Dios” (USA) es el último CD al respecto, el cual fue presentado en la Universidad Evangélica de El Salvador, UEES., en junio de 2005, junto con el poemario “El Cristo de las calles” del mismo poeta. En la actualidad es columnista del periódico El Independiente de Montreal, Canadá (elindependiente.ca) y de la revista digital de Bilbao, España, Lupa Protestante. Colabora periódicamente con Suplemento Cultural Tres Mil de Diario Co Latino.

2 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

El poema y la noticia son muy interesantes.

No es la primera vez que leo sobre personas que no se contagian del VIH a pesar de su gran actividad. Creo firmemente que el sistema inmunológico de los seres humanos está preparado para vencer sin ayuda de fármacos cantidad de bacterias y virus. La paradoja es que con tantos medicamentos que tomamos para cualquier cosa los sistemas inmunológicos se estropean o al menos bajan su eficacia.

El caso de esta mujer es para reflexionar. ¿No estaremos teniendo cada vez peores sistemas inmunológicos por los errores que cometemos: exceso de medicación, alimentación errónea, hábitos de vida absurdos...?

Desde luego es un tema para pensar en profundidad.

Ana

Unknown dijo...

Ana, misterios de la naturaleza del hombre que por ahora aún no conocemos, historia muy aleccionadora
besos
Nando