LA ILÍACA
Apuntes autobiográficos
(fragmento)
En Alejandría me desollaron viva: con erizos una turba arrancó
mi piel después de asaltarme en nombre de su dios,
en su honor quemaron la Biblioteca, bien dicen que las llamas apaciguan
a las fieras, cenizas al viento, y jamás hubo quien pudiese reproducir
mis papiros; también a mis discípulos hirvieron en el odio,
desde entonces el fuego viene escribiendo mis memorias
En Tebas un toro hundió su guampa en mi pelvis frente a un coro
de fanáticos que me había llevado hasta allí para condenar
de esa forma y para siempre la rotación de mis caderas,
mientras me desangraba apostaban sus tesoros entre ellos por saber
si me había gustado y alguno que otro me musitó al oído su gangosa
apetencia, así veneraron los nobles mis poderes
En Europa el potro se comía mi carne a dentelladas
y en China mis pies eran reducidos a lágrima viva
recortados-asfixiados-calibrados por torturadores de gota gorda
que anhelaban un instrumento para atenuar sus hemorroides
Alejandro se ensañó con los hijos de mi vientre cuando me negué
a bailar para la tropa, y varios generales cuyos nombres ya son pasto
del olvido arrojaron sus excrecencias sobre mi piel mientras
amamantaba, la pira que elevaron con los cuerpos de mi prole incendió
el aire con ácido de miedo
me taparon la boca con hierros candentes, con cal viva cosieron
mis oídos, con conchas de nácar desgarraron mi piel, con sus espadas
reventaron mis ojos, penetraron con sus hedores mis narices pero
no pudieron aniquilarme ni matarme ni dormirme ni mutilarme ni rendirme
ni pudrirme ni dispersarme ni desarmarme ni contagiarme ni eliminar
de una vez y para siempre el deseo de mí que hierve en todos sus cuerpos
desde que estoy y soy como he sido con pasión y memoria
porque también es cierto que en oriente mi vacío inspiró templos sagrados,
en Delfos mi matriz narraba el futuro, Afrodita llamó Histeria
a sus orgías para celebrarme y hasta la nave central
de las construcciones del dios de occidente evoca mi centro
sin nombrarlo
y si es verdad que en las células viene escrito el preceder,
el placer de conocer está grabado en todos los idiomas de esta casa mía,
aún bloqueados los muros, cerradas sus puertas, el derrumbe sin embargo
no es cosa de encantamiento, miles y miles de años acunando sabiduría
no es un día ni un mes,
vuelvo ahora para marcar territorio, a zambullirme entre hemisferios,
a soñar en varias dimensiones el devenir, ávido por recuperar
la vibración de mis oídos,
sordo de tanto ruido
recurro al trípode de mis huesos, incinerado, muerto y sepultado
y sin poder callarlo, entre cada minuto-segundo-instante cuando
el latido reproduce en mi interior el engranaje que me condena
y salva, me arroja y sostiene, me embellece y asombra, rotación
del tiempo, detenido y quieto,
y vuelvo a rodar por mis caderas en este punto donde traigo al mundo
el mundo
arco donde amanece, ilión que abre paso a la criatura, clavícula destinal,
pendiente de hueso
ésta es mi ilíaca, compositora de música sin que alguien la entone,
dueña del himno que nadie canta, origen de la palabra que no la nombra,
generadora de la historia que no la recuerda, materia oscura
que se danza el universo,
ésta es mi ilíaca,
tómala si puedes, quémate los dedos, piérdete en mi saqueo,
gózate con mi leyenda, aquiétate en las aguas de mi sangre
y espera a que te alumbre ahora y en la hora de esta biografía:
Tengo dolores de parto. Mi hija nacerá hoy de estos escombros,
mi cuerpo vuelve a cumplir veinte como tenía ella cuando
se la llevaron, y aquí estoy yo, una doña como me llaman mis vecinas,
un trasto inútil para el patrón que me despide, una loca perdida para
el milico que me golpea, una señora admirable según mi viejo
que en paz descanse. Yo sigo regando malvones. Si mañana graniza,
no me importa, los meteré adentro. Y que viva la noche.
Me desabrocho la blusa. Como mi hija en primavera. Sumerjo los pies
en la palangana con agua caliente. Como mi hija en invierno.
Rezo las palabras secretas. Como mi hija en silencio. Y que viva el sol.
Me pongo un sombrero para pasar el verano. Como mi hija. Por mi hija.
La que nació un día de mí. La que nace de mí otra vez mientras
sigo cumpliendo siglos
Nota
Ilion: hueso que forma el saliente de la cadera, el cual junto al isquion
y el pubis forma el llamado “hueso innominado o iliaco”
(María Moliner, Diccionario de uso del español)
Esther Andradi- Argentina
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Esther Andradi nació en Ataliva, Argentina, es Licenciada en Ciencias de la Comunicación, vivió en Lima (Perú) donde ejerció el periodismo escrito y publicó el libro de testimonios “Ser mujer en el Perú” en coautoría con Ana María Portugal. Ha publicado novela, cuento, ensayo y poesía así como numerosos reportajes. Ha sido traducida al inglés y al alemán. Reside en Berlín donde escribe para publicaciones culturales y literarias de Argentina, América Latina, Europa y USA. Traduce poesía y teatro del alemán al español.

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