15 de diciembre de 2011

JAURIA








JAURIA I




1


Réplicas de bestias que no existen,
espectros
que se apoyan de las paredes.
Las intento escribir
con el óxido de mi espejo
y no me salen.


En charcos de íntimo sudor
sus voces de soga
se rompen.
En líquidas llanuras
de palomas
los sonidos asechantes
de sus nudillos
nadan como peces.


Medias astas
en los resquicios del aire;
ya pronto que vienen y no lo hacen,
dejando en mis labios el temblor,
y en mis ojos el abismamiento.


¡Bestias malditas,
gargantofílicas de botellas rotas!




2


Mirar por la ventana es tocar recuerdos,
sobarlos como gatos sobre las piernas
y soñar
púas.


La angustia
le pone cuatro paredes, un techo y un piso a los cambios,
mientras gira una corriente de aire
que se filtra por una oquedad.


Parecen saltar perros por un pedazo de muerte:
es un teléfono,
una calle recién pavimentada con la espera,
ella partiendo cebollas con sus ojos en una ventana.
Estos perros parecen saltar a ratos
y desesperarse ladrando
en el idioma de un hombre sin piel.


Allá,
donde acaso miramos con la esperanza
de hacernos ahogar,
el sol se mata
llenado de tifus los alrededores.




3


Un colibrí descubre en mis ojos
una flor amarilla a punto de romperse
y en busca de otra metáfora huye.


Palomas perdidas entre paraguas,
higueras que conversan la tormenta.
Maicosvsky desde la pared,
con el seño partido a palos,
es un poema mío
en donde la madrugada
se mete por el espejo.
Gritos de bolsas atrapadas.


Me golpeo
-Mis muñecas
en las sienes-
Pasa un arco por mi pecho.
Ella gira por la esquina
-costilla encendida en la noche,
costilla cuyo fuego
es la melena de un león,
costilla que en el agua
es una aguja de sutura
colgada del cielo-
llevándose los números
con los que pudiera contar mi tristeza.




4


Soy el perro de mi sueño
que crece en la calle mientras ando.
El perro ancestral que esperó
que naciera para morderme.
El perro pintado con crayolas
que sirve de custodia a mi interior.
El alias que me saluda con un ladrido
en la ventana colgada de un clavo.
El que suelta, todas las correas
y libera por lastima todos los bozales.
El ciego que tiene por sombra un perro
para ciegos. Soy esto y el tiempo
de esto que será sólo líneas.
¿Cuánto tiempo pasé evadiéndome?
¿Cuántas veces le puse el dedo
en la boca al que venía tras de mí?
¿Cuándo dejó de funcionar el gregario?
Soy el que se tropieza mientras huye
el otro al que le duele. Soy el niño
que comprime en su boca, como una uva,
el corazón. Soy el otro detrás de mí
tomando su rostro de un sueño borrado.




JAURIA II




1


Copio mi voz en el agua
y descubro mi silencio.
Mi silencio es la noche
devorada por un suicida.




2


Cambian en el espejo
por otro a un hombre.
Yo no sé su nombre:
piedras le han tirado a su reflejo.




3


Cambio de pensamiento por temor
a que los perros huelan mis anacronismos.


Estas cosas son ecos fáciles
esperando el concierto de los poros -lo sé-


La infelicidad planea hacer dobles consistentes
y en su error, zurce como a un muñeco, mi rostro


Nada……………………………………………..


Vivo como si la peste escuchara mis insultos.
Vivo como si mi alma tuviera grietas de atardeceres.


Mi memoria es una mosca sorbiendo calendarios.


Mi piel,
mis estornudos,
mis excrementos










Rafael Mitre- Nicaragüa














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Rafael Mitre. "Rafael Mitre (Matagalpa, Nicaragüa 1981). Seudónimo de Rafael Benavente Zeledón. Cofundador de la revista literaria Tarantella y editor de la misma. Estudió arquitectura en la ciudad de en León. Además de poeta, es narrador".

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