19 de febrero de 2012

66 VERSOS EN LA CIUDAD SITIADA






66 versos en la ciudad sitiada


Cuando atravieso sin prisa las calles y plazas de Gasteiz
yendo, como cada día, camino del trabajo o a ver a los amigos,
pienso, sobresaltado de repente,
que hacer esto mismo allí
resulta ciertamente peligroso muchos días,
y con la vista hacia lo alto de las casas calculo,
la mirada fría y el ánimo en suspenso,
qué lugar elegiría el francotirador,
por dónde llegará la bala
que tornará mi cabeza en flor negra de sangre,
porque esa plaza demasiado ancha resulta sospechosa. Esa calle.
El parque rodeado de edificios altos.


He oído que en los parques de Sarajevo
ya no hay árboles,
porque los habitantes los han cortado para calentar sus casas,
y pienso, sobresaltado de repente,
que no tengo en mi casa un lugar apropiado para hacer fuego.
Mi calle además está llena de edificios oficiales,
y dado que las oficinas gubernamentales suelen ser importantes
en tiempo de guerra,
pienso, sobresaltado de repente,
que quizá mi calle se haya convertido en zona de conflicto
y puede que esté ya destruida
mi casa en Sarajevo.


¿Cómo se las arregla el que soy yo en Sarajevo?
¿Va aún a trabajar, por ejemplo? ¿O acaso
hace tiempo ya que todas esas vulagres costumbres desaparecieron?
Y pienso, sobresaltado de repente,
que seguramente las escuelas estarán cerradas,
y que la mía, además, está al otro lado del ferrocarril, cerca de estación,
y que los ferrocarriles y estaciones son, al parecer, cosas que se deben controlar
en tiempo de guerra.


Aguardar largo tiempo cartas que no llegan
y poder escribir otras nuevas.


¿Cómo hago la compra en Sarajevo?
Desde que un kilo de patatas cuesta diez marcos
me paso horas haciendo sumas y restas
pero los resultados siempre tienen hambre.
Y pienso, sobresaltado de repente,
que el hambre, el frío, el terror, las colas, la mala suerte
son costumbres demasiado vulgares
en tiempo de guerra.


La ciudad está ya dividida,
son heridas las fronteras interiores
y esa sangre no es una metáfora,
más allá de las vías los enemigos amigos,
a este lado del puente los amigos enemigos.
¿De qué suerte me he adaptado a la situación que me ha tocado en suerte?


Y pienso, sobresaltado de repente,
que mi madre vive en el Oeste y yo en el centro
y que los dos barrios, también el de mi hermano, pueden estar más alejados
en tiempo de guerra,
y que tales divisiones son imprevistas, y crueles,
si estoy aquí es porque esa noche me quedé a cenar en tu casa.


No faltan en los alrededores de Gasteiz
lugares apropiados para situar la artillería;
quizá Zaldiaran o los montes de Vitoria
no sean tan espectaculares como el monte Ilidza,
pero las bombas lanzadas desde allí pueden hacer un buen trabajo.
Y después echarse a andar carretera adelante, con el equipaje a cuestas,
ciudadanos sin ciudad,
si es verano bajo el bochorno, si es invierno sobre el hielo,
perdidos por caminos que no llevan a ningún lado,
en busca de un amparo que no existe en ningún lugar.
La cuestión es seguir vivo hasta que se firmen los acuerdos de paz.
Que no escriba otro 6 el diablo.








Ricardo Arregui Díaz de Heredia- España










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RIKARDO ARREGI DÍAZ DE HEREDIA
Vitoria-Gasteiz, 1958
Estudió Psicología y Magisterio en Salamanca, y Filología Vasca en Vitoria-Gasteiz. Ha trabajado en la enseñanza no universitaria, así como en el ámbito sindicalista. Rikardo Arregi Díaz de Heredia es un poeta conocido, autor de dos poemarios: Hari hauskorrak (Los hilos frágiles; Erein, 1993) y Kartografia (Alberdania, 1998; Cartografía; Bassarai, 2000). Ambas obras recibieron el Premio de la Crítica en 1994 y 1999 respectivamente.

La poesía de Hari hauskorrak «unía esteticismo y clasicismo» (in Kortazar, Jon. Montañas en la niebla. Poesía Vasca de los años 90, DVD, Barcelona, 2006). En opinión del también poeta Felipe Juaristi «son poemas hechos con el ojo más que con la cabeza; el ojo otorga a todas las cosas, animadas e inanimadas, al pasado y al presente su identidad; el ojo señala, según el caso, la distancia para con los otros, el lugar de cada uno; pues el ojo es entre todos los sentidos el más objetivo y frío, y no, como dicen algunos, la oreja o la mano o la boca. El ojo es testigo de la realidad, pero ello no quiere decir que no vaya a engañarnos. El ojo convierte en objeto todo aquello que nos rodea. »(...) "Deseo" es otra de las palabras claves, sin ella difícilmente podremos comprender los poemas que nos ofrece Rikardo Arregi; pues el deseo es la tensión que se halla entre el espacio que habitamos y nuestro pensamiento. El deseo carece de tiempo, tanto verdadero como real o imaginado. El deseo supera el tiempo de lo real y lo imaginado. La ausencia de tiempo es otra de las características de este libro.

»(...) En esos poemas hay objetos: estatuas, adornos que se guardan en museos. El mundo está construido a modo de un museo; todo es espectáculo a nuestros ojos, deleite de nuestros ojos. El hombre o mujer de esos poemas es pasivo. No incide en lo que le rodea; pero la belleza de alrededor lo sacude. Pues los poemas son sensuales. Nos infectan de una belleza pocas veces hemos degustado en la poesía vasca» (in Juaristi, Felipe. "Begiaren legera", El Diario Vasco, 09-04-1993).

Debido a esa sensualidad Amaia Iturbide pone en relación la poética de Rikardo Arregi Díaz de Heredia con la de Mikel Lasa. Y es que la obra de ambos poetas emana una especial sensibilidad. «Son varias las cosas que me gustan de este poemario: la transformación vacilante entre la realidad y el sueño; la sublimación y el exotismo; la devoción por idiomas extranjeros; los códigos modernos y las huellas civilizadas; las los puntos de partida y de regreso de la mirada, los diferentes planos de enfoque; Kavafis y Ricardo Reis; los gestos que son caminos nostálgicos y perdidos; lo incompleto que son los desastres...

»Pero ante todo los poemas me traen a la mente a un poeta: a Auden y una reflexión suya: "La poesía es cambio en el sentido esencial de la conversación. Las palabras escritas por el poeta han de hacer reaccionar al lector, si no el poema no está vivo. Sería un monólogo eco de la propaganda que busca la no reacción. No hallar diferencias entre la poesía y la propaganda ocasiona daños".

»Los nombres, adjetivos y verbos que podemos encontrar entre estos hilos finos nos hablan, como las esculturas de Fidias» (in Iturbide, Amaia. "Urrats erromesak", Euskaldunon Egunkaria, 03-09-1995).

El de Vitoria-Gasteiz realizó su segundo trabajo, Kartografia, gracias a la beca Joseba Jaka que concede la Fundación Elkarlanean Euskalgintza. Los editores de Alberdania presentan el poemario de la siguiente manera: «La cartografía da lugar a la relación entre la realidad y la imaginación: los mapas no son la realidad, pero tienen como objetivo dar una imagen de la realidad. El autor ha tratado de mostrar en el libro la cartografía de una realidad, la suya. Las realidades son muchas y variadas, sí, pero no muy diferentes unas de otras; al fin y al cabo todos somos seres humanos. La realidad del autor no andará muy lejos de la de los demás. Algunos territorios están bien dibujados, son como los mostrados por los satélites y los ordenadores: lo más exactos posibles. Otros, sin embargo, no son más que bocetos. Al igual que en los mapas antiguos aparecen varias Terra Incognita, pues ¿quién conoce su ámbito, quien se conoce a sí mismo completamente?».

En opinión del crítico literario Jon Kortazar, «Kartografia representa el dibujo donde antiguo y nuevo, pasado y actualidad se unen, y aquello que sucedió, si es importante, personal íntimo, sucede de la misma forma entonces y ahora. El hilo frágil vuelve a unir elementos distantes en el tiempo, pero lo que sucedió y lo que sucede son lo mismo. (...) La poesía de Rikardo Arregi incide en la posibilidad de la escritura poética como una forma de tejer en la conciencia la irrenunciable condición humana» (in Kortazar, Jon. Op. Cit.).

«El libro, sin duda alguna, nos ofrece una imagen del espacio más que del tiempo: como si quisiera andar a lo largo y ancho del mundo. Su geografía no se limita a Euskal Herria, pese a que las palabras sean nuestras —es decir, en euskera— al principio su significado se aleja de nosotros para luego acercársenos. El libro recoge muchos poemas bellos, pero entre los más representativos se encuentra "66 lerro hiri setiatuan" (66 versos en la ciudad sitiada), que aunque es un recuerdo de Sarajevo también puede entenderse como un espejo distorsionado de nuestra Euskal Herria», explica Juaristi (in Juaristi, Felipe. "Espazioan barrena", El Diario Vasco, 06-11-1999).














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