26 de febrero de 2012

NECESIDAD DEL CANTO






Necesidad del canto


Perdiste a tus hermanos,
tuviste que hermanarte.
En la noche incendiada en Sarajevo
los enterraste a solas esquivando
la puntería alerta del francotirador.
Resistías sin fuego ni cuchillos,
pedías una calle, alguna esquina
para amantes y para fugitivos
donde nunca ocurriese una catástrofe.
Una calle con vista al Mrkovicci,
la montaña de la que te venían
lo mismo golondrinas que granadas.
Pero a mayor altura
–sin heroísmo, por supervivencia–
volaban tus palabras con sus dones.


Leyéndolas me acuerdo
de Adorno y su afilada zancadilla:
¿cómo escribir después del exterminio?
Los muertos por desgracia ya no leen.
Y en cuanto a los que viven,
entender la poesía como un lujo
nos condena a vivir más desalmados
y al arte a cantar culpa. La palabra
no es un gesto apacible de verano.
Igual que una semilla atravesando el hielo
el dolor nos empuja a preguntar.


Bajo las explosiones y la sangre
tú esperabas la hora de escribir
poemas amorosos de posguerra.
Eso también se llama compromiso:
levantar
el verbo de las ruinas
y sembrar de esperanza el camposanto.


Tu traductor recuerda
que vio una enredadera en Sarajevo
henchida de verdor, iluminada,
dispuesta a no rendirse.
La imagino trepando hacia la música
como el tacto creciente de una mano
que prospera en la espalda
de una mujer al sol.
De acuerdo, no muy tarde
avanzará la noche hasta cubrirla,
es cierto que el silencio enfría el verde.
Pero mientras la suerte lo consienta
regresará la luz a la garganta:
un poeta, dijiste, es quien consigue
pese a todo empezar de cero siempre.
Frente al nuevo renglón de la mañana,
de su horizonte franco, Izet Sarajlic,
prometemos dejar la casa abierta
y seguir con el canto.


[Mística abajo, Década (Poesía 1997-2007), Acantilado, Barcelona, 2008]












Andrés Neuman- Argentina

No hay comentarios: