26 de febrero de 2012

YANQUIS HIJOS DE PUTA





Yanquis hijos de puta


En realidad
sólo quería decir
eso.
En realidad, la vida
es,
pongamos por ejemplo,
una manzana.
Entonces,
uno la mira, la toca,
le hace fiestas,
la besa, le habla,
tal vez
hasta dibuja manzanitas
imitándola.
La quiere así, manzana,
rica, pulposa, viva,
indescifrable,
sabia.
Si la quieren romper,
si viene
un bicho; por ejemplo,
un yanqui hijo de puta,
para ser más precisos
a matarla,
ya no se puede hablar
así nomás de la manzana.
Hay que matar al bicho,
es necesario
odiarlo,
destruirlo.


Es casi obligatorio
decirle hijo de puta,
decirle yanqui hijo de puta
todos los días, religiosamente
y encontrar la manera
de acabarlo.
Por amor a la vida,
simplemente.


En realidad
tal vez
no me he explicado bien.
Si uno tiene,
pongamos por ejemplo,
un amor, una cosa
que le anda por la piel
por todas partes.
Digamos
Buenos Aires.
Digamos
un octubre, un poema, una muchacha.
O digamos la esquina
de Nazca y Tequendama
los domingos, a las seis de la tarde.
......(Estoy casi seguro
......que había una esquina así en Santo Domingo
......que había un viejo,
......una silla,
......un cielo inverosímil,
......muchachos que volvían del fútbol,
......señoras apuradas,
......bocinas, qué sé yo
......y tal vez
......hasta un tipo solitario
......como yo
......me miraba)
Si uno tiene un amor entonces,
eso que le camina por la piel,
decíamos,
y pasa algo,
ocurre
que viene el mal, la peste, una desgracia,
o para no ir más lejos
vienen
los marines
idiotas,
los cretinos mascadores de chicle,
odiadores de todo lo que crece
y desembarcan.
Entonces
ya no se puede hablar así nomás,
hay que matar la muerte de algún modo,
hay que pelear con rabia,
destruirlos,
salirles al encuentro como sea
y además
decir, decir hijos de puta,
decir marine yanqui hijo de puta,
decirlo y masticarlo
y enseñarlo a los chicos
como a un rezo.
Por amor a la vida,
simplemente,
me parece.




HUMBERTO COSTANTINI, Poesía política y combativa argentina, Zero, Madrid, 1978, edición a cargo de Etelvina Astrada, págs. 31 y 32




Humberto Costantini- Argentina 










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Humberto "Cacho" Costantini nacido en Buenos Aires, el 8 de abril de 1924 y fallece también en Buenos Aires, el 7 de junio de 1987. Fue un escritor porteño. Hijo único de inmigrantes judíos italianos, reside en el barrio de Villa Pueyrredón. De su primer matrimonio con Nela Nur Fernández nacen tres hijos: Violeta, Ana y Daniel. Completa sus estudios universitarios y se recibe de médico veterinario. Ejerce su profesión en los campos cercanos a la ciudad de Lobería (provincia de Buenos Aires), donde se traslada con su esposa. En estos años nacen sus dos hijas. En 1955 regresa a Buenos Aires, donde ejerce diversos oficios, veterinario, vendedor, ceramista, investigador, etc. Al poco tiempo de volver a Buenos Aires, nace su hijo Daniel.

Su primer libro de cuentos, De por aquí nomás se publicó en 1958 y a partir de allí una larga bibliografía
que abarca todos los géneros literarios, cuento, poesía, teatro, novela hasta su obra inconclusa: Rapsodia de Raquel Liberman en la cual, en tono bíblico, relata la gesta de una prostituta judía, esclavizada por la siniestra Zwi Migdal, quien se rebela contra este destino y deja su vida en ello. Y aquí aparece una vez más el tema fundamental, el eje conductor de la obra y de la vida de Costantini: “Hacer lo recto a los ojos de Jehová, es decir acatar su destino...”, como él solía decir. Esta actitud, este hacer lo recto, lo lleva en muchos momentos de su vida a, como Raquel, enfrentarse con los poderosos. Costantini es víctima de persecuciones políticas y de listas negras, de alcahuetes y chupamedias. Esta postura que Cacho, como lo llamaban sus amigos, ejercía sin aspavientos, naturalmente, como único camino posible para transitar por la vida, le generaba odios y lealtades profundas. Con Costantini no había medias tintas, o se era honesto o se era chanta. Costantini no perdonaba las agachadas de ninguna índole y esto lo hacía público.

Desde joven se involucra en la militancia política, desde su época de estudiante se enfrenta con los fascistas de la Alianza Libertadora Nacionalista, militó en el Partido Comunista y posteriormente se alejó por tener serias divergencias con la conducción burocrática y prosoviética. Consecuente con su “hacer lo recto...” es su emotiva y profunda admiración hacia Ernesto Che Guevara. En los años 70' milita en la izquierda revolucionaria junto a otros escritores como Haroldo Conti, Roberto Santoro quienes, secuestrados por la criminal dictadura de Videla, aún permanecen desaparecidos. Escribe, entre sobresaltos y escapadas, en casas clandestinas, a horas impensadas, la novela De Dioses, hombrecitos y policías que publica en México y con la que obtiene el Premio Casa de las Américas. De esta novela dijo Julio Cortázar, "me encanta lo que Humberto Costantini hace y tengo mucha confianza en su trabajo. Para mi él es un escritor muy importante".

En 1976 Humberto Costantini es obligado exiliarse en México. Allí continúa su obra y obtiene premios importantes. Padece el exilio “que lo obliga a pasar lista diariamente a sus seres queridos como si a la ciudad la asolara un tifón...”. Conduce talleres literarios y publica, hace programas de radio y se enamora. Como dijo a su regreso: “En fin, viví...”. Otra de sus pasiones fue el tango. Admirador de Osvaldo Pugliese, de Aníbal Pichuco Troilo y de Eduardo Arolas, fue cantor y bailarín, conocedor de letras y de historias de tango. En las reuniones de amigos no faltaba una guitarra que acompañara su voz llena de pasión en la milonga Marieta o en El adiós de Gabino Ezeiza. Compuso milongas y letras de tangos, algunos de ellos fueron grabados.

En 1983 regresa a Buenos Aires después de 7 años, 7 meses y 7 días de exilio. Allí vive la primavera democrática. Camina por su ciudad, conversa con las paredes de su barrio y con viejos amigos de la infancia, atorrantea boquiabierto por su Buenos Aires.

Su obra ha sido publicada en varios países e idiomas, entre otros en alemán, checo, inglés, finlandés, hebreo, polaco, sueco y ruso.
Contrae una enfermedad que lo lleva a la muerte la madrugada del 7 de junio de 1987. La noche anterior había trabajado como cada día, aprovechando el leve bienestar entre
quimioterapias, en su novela La rapsodia de Raquel Liberman, de la cual alcanzó a completar dos tomos. Esta obra permanece inédita.

Bibliografía
De por aquí nomás (cuentos) ediciones en 1958/1965/1969
Un señor alto, rubio de bigotes (cuentos) ediciones en 1963/1969/1972
Tres monólogos (teatro) ediciones en 1964/1969
Cuestiones con la vida (poemas) ediciones en 1966/1970/1976/1982/1986
Una vieja historia de caminantes (cuentos) edición en 1970
Háblenme de Funes (tres novelas breves) ediciones en 1970/1980
Libro de Trelew (narración épica) edición en 1973
Más cuestiones con la vida (poemas) edición en 1974
Bandeo (cuentos) ediciones en 1975/1980
De Dioses, hombrecitos y policías (novela) ediciones en 1979/1984
Una pipa larga, larga, con cabeza de jabalí (teatro) edición en 1981
La larga noche de Francisco Sanctis (novela) edición en 1984
En la noche (cuentos) edición en 1985
Chau, Pericles (teatro completo) edición en 1986
La rapsodia de Raquel Liberman (novela; dos tomos de tres concluidos; 1987












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