22 de febrero de 2012

YO ACUSO

Alberto Moreno, poeta, antropólogo.




YO ACUSO

Al Estado de Chile y sus poderes, a los representantes del gobierno y las autoridades políticas, a los responsables de los medios de comunicación de masas, sean escritos, audiovisuales o radiales, acuso a los responsables de las instituciones de educación del país, a los responsables de la ciencia y la tecnología, a la iglesia católica por su falso dogma, a los encargados de la salud pública, la medicina y la farmacia, y por supuesto, a todos los señores oligarcas que durante 200 años han regido con mano dura y tacaña los designios de este pueblo, ah, y a esos nuevos ricos, dueños del comercio y el dinero plástico.
Los acuso por haber convertido a los habitantes de este pueblo en “clientes” desprovistos de derechos, por tratar a las personas como simples consumidores y no como hombres y mujeres respetables, rebajando su condición a la de predadores del consumo, siempre cautivos de toda esa oferta inacabable de fruslerías desechables, los acuso de ser responsables de un ardid progresivo y permanente en el tiempo, que enmascara una profunda segregación cultural, espacial y territorial, la cual ha creado inmensos ghetos de miseria urbana en las grandes ciudades del país, sean estos callampas, campamentos o poblaciones marginales, donde han arrojado a las últimas generaciones de chilenos, despojándolos de su dignidad.

Yo acuso a las instituciones responsables de la educación por no resguardar el derecho a una formación idónea, que entregara herramientas para la vida a sus niños y jóvenes, y por olvidarse de la igualdad de acceso y condiciones para todos sus habitantes; esas instituciones generaron durante décadas las condiciones para que hoy existan dos grupos de personas; unos pocos con amplios derechos reconocidos, de primera clase y preparados para la vida en cualquier lugar y condición, y otros varios millones de segunda y tercera categoría, reducidos a mano de obra barata, obreros, técnicos y profesionales, todos subempleados, siempre reemplazables, ignorados por un sistema de castas y privilegios, que los excluye y coarta sus posibilidades. Yo los acuso, por discriminar en vez de educar, y por enriquecerse vilmente y con engaños, cuando debieron trabajar por el bienestar de todos los hijos de esta tierra.
Yo acuso a los señores médicos y científicos, porque olvidaron su juramento y en vez de trabajar para sanar y orientar a la población, la subestimaron y envilecieron con atención de baja categoría, por no poder pagar altas sumas en clínicas privadas, de las cuales ellos son sus mentores y dueños.
Acuso también a los científicos que forman a tales médicos y a los que son ambas cosas, pues son los directos responsables de la proliferación de una industria malsana y abusiva, que vuelve dependientes a las personas de fármacos y exámenes que atentan contra la libertad de acción, pues ciega a las personas, transformándolas en enfermos crónicos y consumidores compulsivos de drogas y sustancias cancerígenas…lo único que ha resultado de esa ciencia virulenta, es una población de clientes mórbidos y asiduos compradores, que enriquecen la industria farmacológica mundial, de la cual ustedes, señores médicos, investigadores y químicos, son sólo unos lacayos muy bien pagados.

Acuso a la falsa iglesia católica, por su excesiva arrogancia histórica, por su notable abandono de deberes en este país –por la falta de generosidad hacia sus mas humildes fieles-, los acuso por esa insaciable hambre de poder, y por encubrir a pederastas abusadores de niños y jóvenes.
Acuso a los responsables de los medios de comunicación de masas, por ocultar y falsearnos la realidad, por empobrecer la cultura, por trabajar con los más básicos elementos del ser humano y mostrar sólo aquello que los nuevos ricos demandan: consumismo y vanidad, exitismo, vacuidades y miseria humana, sin importar en nada quien está del otro lado de la pantalla, de la radio o quien mira el periódico cada día.
Yo acuso a la clase política y al sistema de partidos, a los representantes sentados en el Congreso, pues ellos no trabajan para el país, no suman a favor de las mayorías y simplemente se han enriquecido con sueldos obscenamente millonarios, señores diputados y senadores, presidentes de partidos y profitadores a fin, no es sólo para que vayan a cobrar los 10 millones a fin de mes que fueron votados por su electores, o para que viajen por el mundo a costa de nuestros impuestos, ¡es para que trabajen por el país!.
Tal vez erramos, si, y su trabajo no es por la región o la provincia…tal vez, digo sólo tal vez, vuestro trabajo es por usted hoy, mañana por usted y luego también por sus hijos y sus nietos...no es que seamos todos unos mal pensados honorables señorías, pero viéndolo a la cara y viendo sus casas y sus autos, sus inmensos jardines, parece que si, que nos equivocamos medio a medio.
Pero todo esto se les acaba, sépanlo, se acaba el pozo de oro, y el viejo orden de las cosas que los vio gobernar, enriquecerse y engañar impunemente, llega hoy a su fin, porque estos molestos e iracundos habitantes de la ciudad traen bajo el brazo algo más que panfletos, y saben que…nos estamos poniendo de pie, y comenzamos a ver, a respirar aire fresco, aire nuevo! Se acabó la era de la resignación. Puede ser que todos ustedes reunidos, políticos y científicos, no nos den nada, que sigan negándonos el pan y escondiendo la riqueza, pero ojo, sépanlo de una vez, ya no nos callaremos, día a día estaremos ahí, observando y exigiendo derechos, no migajas, peleando en las calles y en los puestos de trabajo, pues no lo olviden, algo ha cambiado para siempre en este terruño y les anunciamos que, al fin, se acaban, la pasividad y la indiferencia que nos maniataron todos estos años.

Vaya este mensaje, por los trabajadores y los estudiantes, los hombres y mujeres dignos de este país, que desde hoy ya no descansan, buscando su libertad.


Alberto Moreno- Chile




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