10 de marzo de 2012

CONSOLACIÓN

Fotografia
Julia Margaret Cameron / Charles Darwin. 1868



Consolación


Darwin.
Se dice que leía novelas para relajarse,
pero sólo de cierto tipo:
nada que terminase en tragedia.
Si algo por el estilo resultaba así,
furioso, lanzaba el libro al fuego.


Verdad o mentira
estoy lista para creerlo.


Rebuscando en su mente entre tantos lugares y ocasiones,
tenía suficientes especies moribundas,
los triunfos del fuerte sobre el débil,
la interminable lucha de la sobre vivencia,
todos condenados tarde o temprano.
Él ganó el derecho a los finales felices,
por lo menos dentro de la ficción
con sus disminuciones.


He aquí el indispensable
argente sueño del final feliz,
los amantes reunidos, las familias reconciliadas,
las dudas aclaradas, fidelidad premiada,
fortunas recuperadas, tesoros descubiertos,
los vecinos presumidos mejorando sus modales,
el prestigio restaurado, la avaricia intimidada,
las solteronas casadas con acaudalados pastores protestantes,
los alborotadores desalojados a otros hemisferios,
falsificadores de documentos arrojados por las escaleras,
seductores apresurados camino hacia el altar,
huérfanos resguardados, viudas reconfortadas,
se ha hecho humilde el orgullo, sanado las heridas,
los pródigos hijos regresando a casa,
todas las penas ahogadas en el mar,
pañuelos empapados con lágrimas de reconciliación,
alegría general y celebración,
y el perro Fido,
que se perdió en el primer capítulo,
regresa ladrando feliz
al final.








Wislawa Szymborska- Polonia




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La prosa puede contener todo incluso poesía,
pero en poesía sólo la poesía tiene cabida.

Así expresa Wislawa Szymborska en su poema "Pánico al discurso" (1986) su seudo lamento, con suave ironía. Una vez más ha comprobado con su escritura que la poesía no solamente puede contener prosa: puede también permitírsele un total escrutinio, de forma tal que ningún novelista podría soportar. Como el héroe de "Consolación", Szymborska es una lectora asidua– aun cuando el material que escoge sea mucho más católico (con "c" minúscula) que la lectura del famoso naturalista. En "Consolación" demuestra que los finales de sus textos pueden ser felices o trágicos ya que todos están a su alcance. Los textos en donde Szymborska encuentra estos finales no solamente son de la literatura victoriana traducida al polaco (ella no habla inglés) la cual lee con avidez, sino también de libros de texto, guías turísticas, novelas de misterio, manuales de cómo hacer diversas cosas, historia (natural y otras), libros de cocina, calendarios y todo lo que cae en sus manos, que amplían sus conocimientos cuando escribe la columna titulada "lectura no obligatoria ", crónicas que han aparecido en forma intermitente durante las últimas décadas en diferentes diarios y revistas. (Esta serie llego a su fin–desgraciadamente, por lo menos para mí–hace algunos años cuando Szymborska decidió dedicarse en su totalidad a la poesía–y, desde luego a la lectura) Gran parte de su lectura–supongo que la mayoría–es en realidad prosa; Szymborska incluye la prosa de Darwin, la cual utiliza para su especial forma de consuelo.
He dicho que ella somete a la prosa a un escrutinio que no se encuentra disponible ni siquiera para los mismos escritores de prosa. "Consolación" es un buen ejemplo. ¿Cuál es la razón por la cual los humanos necesitamos narraciones para estructurar nuestras vidas ya sea en miniatura (las historias que construimos y repasamos en el proceso del diario vivir) o en escala global, aun en escala cósmica, también por medio de la religión, la ciencia, o una extraña mezcla de las dos (podría ser la influencia de la filosofía marxista en la cual estuvo involucrada brevemente en la década de los años cincuenta)? Ella sugiere que Darwin usó a Dickens, Trollope y otros de sus contemporáneos menos conocidos para así contar con mejores argumentos, que aparentemente acabaron con la suprema historia de que los seres humanos están en el centro, y el hombre como tal es la figura estelar de esa epopeya evolutiva previamente ordenada que desde su inicio proyectó un final feliz.
Szymborska disfruta comentar ampliamente acerca de Anna Karenina, Los pájaros de Polonia, o Los argumentos de las mejores cien óperas.
Pero no le gusta discutir sus poemas, ni siquiera con sus traductores.
Cuando yo estaba en Polonia trabajando en esta traducción le comenté cuánto me agradaba esta poesía (algo tan sencillo no le molestaría ni al más modesto de los poetas). En esa misma ocasión le pregunté cómo fue que se le ocurrió el nombre de Fido, porque para mí los únicos nombres posibles para una mascota como la de esta poesía solamente podrían ser Fido, Rex, o posiblemente Bowser. Me dijo que hizo una investigación. Le pidió a su ayudante de habla inglesa que leyera ampliamente respecto a nombres populares para mascotas, que buscara en el Internet e investigara, hasta que el ayudante consiguió comunicarse con un Victoriano de Oxford o Cambridge quien fue el que escogió el nombre de Fido, indicándole que Szymborska debería usar ese nombre. Otro final feliz.-

* Tomado de Poetry Magazine, abril de 2006
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