1 de abril de 2012

CONSEJO DE CUALQUIER HOMBRE A SU HIJO







CONSEJO DE CUALQUIER HOMBRE A SU HIJO


Si has perdido la señal de radio, entonces guíate por el sol o las estrellas.
(De noche por la Estrella Polar, y de día por la brújula y el sol.)
En caso de que el cielo esté cubierto y no haya ni estrellas ni sol,
entonces oriéntate a ojo de buen cubero.
Si el viento y la dirección y la velocidad no son conocidos, entonces confía
en tu ingenio y en tu suerte.


¿Me sigues? ¿Comprendes? ¿O te resulta demasiado difícil de aprender?
Pero tu debes hacerlo y lo harás, es importante que lo hagas,
Porque pueden presentarse problemas aún más peliagudos que estos
que te he dicho.


Porque, recuerda esto: No confíes del todo en nadie.
Recuerda: Si tienes que disparar a otro hombre aprieta el gatillo,
no lo sacudas. De lo contrario podrías marrar el tiro y morir, tú mismo,
a manos del hijo de algún otro hombre.
Y recuerda: En todo este mundo no hay nada tan fácilmente desperdiciado,
o dilapidado, tan completamente perdido como la vida.


Te digo esto porque te recuerdo cuando eras pequeño,
Y porque me acuerdo de todos tus monstruosos alardes y mentiras infantiles,
Y de tu forma de reir, y cómo corrías y trepabas como nadie lo hacía,
y cómo caías y te magullabas.
Y porque no hay ninguna otra persona, en ningún lugar de la tierra,
que recuerde estas cosas tan claramente como yo lo hago ahora.


(De New & Selected Poems, 1956. Traducción: Jorge Ordaz)








Kenneth Fearing- Estados Unidos










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Kenneth Fearing (Oak Park, Illinois, 1902 – Nueva York, 1961) no fue un escritor especializado en la novela negra. De hecho, en Estados Unidos se le recuerda sobre todo por ser posiblemente el mejor poeta de su país durante la época de la Gran Depresión y ser el autor de El gran reloj (1946). Intelectual de izquierdas, en su juventud se trasladó a Nueva York donde trabajó como editor y redactando artículos sobre literatura en diferentes medios, entre ellos The New Yorker y Poetry. También fue miembro fundador de la publicación The Partisan Review. Además de su producción narrativa «oficial», que se limita apenas a ocho novelas, cinco de las cuales pertenecen al género criminal, redactó muchos discursos y escribió relatos eróticos utilizando un seudónimo.




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