15 de abril de 2012

EL GENERAL PITIMINÍ

Cartel de Antonio Cañavate, 1937. S.B.H.A.C.


El general Pitiminí



Tu famosa, tu mínima existencia,
derramar intento
sin detener el paso ni un instante.
Para lo tal, me apeo en mi paciencia,
pulso un acordeón llorón de viento
y socarrón de voz y ya es bastante.

Tu cornicabreada decrepitud purgante
exige estos reparos de escritura,
y con ellos ayudo a someterte,
no al manicomio al tonticomio oscuro
que tu idiotez sin mezcla de locura,
pide hasta que la muerte
venga a sacar tu vida de este apuro.

Llevas el corazón con cuello duro,
residuo de una momia milenaria,
concurso de idiotas,
que necesita la alabanza diaria
y descosido en la alabanza explotas.

Cocodrilito pequeñito, ñito,
lagartija de astucia,
mezquina subterránea, con el rabo marchito,
y la mirada alcantarilla sucia.

Tarántula diabética y escuálida,
forúnculo político y gramático,
repúblico de triste mierda inválida,
oráculo, sarcófago enigmático.

Demócrata de dientes para fuera,
altares solicita tus zapatos.
No hagas má reflexiones de topo y madriguera
en tu conejeril rincón de mentecato.

Humo soberbio, sapo que te hinchas
cuando oyes un piropo:
disuélvete en berrinches,
resuélvete, desaparece, topo.

España no precisa
tu vaciedad de calabaza neta,
tu mezquindad que duele y que da risa,
tu vejez inconcreta,
venenosa, indecisa.

No te toca la sangre de los trabajadores,
sus muertes no salpican tu chaleco,
no te duelen sus ansias, ni su lucha,
tu tiniebla trafica con sus puros fulgores,
su clamor no halla en ti ni voz, ni eco,
tu vanidad tu mismo ruido escucha
como un sótano seco.

Hay ojos que derraman raíces amorosas.
Sobre tus ojos tienes
uñas que a hacerse dueñas de las cosas
avanzan por tus sienes.

Necesitan inciencio e incensario
tu secundaria vida,
tu corazón de espino secundario,
tu soberbia de zarza consumida.

Sobre tu pedestal o tu peana,
monumento de oficio,
cuando su salvación está cercana
quieres llevar un pueblo al precipicio.

Te rebuznó en el parto de tu madre, y más valiera
a España que jamás te rebuznara
con esa cara de escobilla fiera,
de vieja zorra avara.

No llevarás mi pueblo al precipicio,
dictador fracasado, rey confuso,
y caerás por la punta de una bota
sobre tus flacos días puesta en uso.

(1937)




Miguel Hernández- España




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Un poema que satiriza a Franco

MANUEL PARRA POZUELO

No deja de producir admiración y asombro la extensión y calidad de la obra literaria que Miguel Hernández nos legó, en su corto periodo de creación, que abarcó no mucho más tiempo que el de una década. Poesía, teatro, prosas poemáticas y periodísticas constituyen un corpus ingente que contiene casi la totalidad de los estilos y los temas vigentes en su época, aportando en muchas ocasiones sus personales perspectivas.
Es asimismo conocida la existencia, dentro de la poesía escrita en aquel tiempo, de un conjunto de poemas dedicados a satirizar y vituperar al jefe de la rebelión militar contra la Segunda República. Pablo Neruda dedicó a Francisco Franco el titulado "El General Franco en los infiernos", en el que le asigna las calificaciones más denigrantes y despectivas y Don Antonio Machado también escribió un soneto para el autócrata en el que deseaba que "trepase a un pino en la alta cima / y en el ahorcado que su crimen vea / y el horror de su crimen lo redima", y otros muchos poetas también retrataron en sus versos a tan singular personaje.
Era plausible, por tanto, que Miguel Hernández hubiese encontrado inspiración en la figura del rebelde general. Esta fundada sospecha me indujo a rastrear muy detenidamente sus obras y, en efecto, en la magistral edición de las mismas realizada por Agustín Sánchez Vidal y José Carlos Rovira, con la colaboración de Carmen Alemany, publicada por la editorial Espasa Calpe en 1992, encontré en las páginas 628, 629 y 630 una composición de 64 versos, cuyo inicio ("Tu famosa, tu mínima impotencia") ya aludía a las características físicas del jefe de la sublevación militar, incidiendo tanto en su menguada estatura como en su ausencia de capacidad sexual, que era leyenda difundidísima, según la cual Franco, que había perdido un testículo como consecuencia de las heridas recibidas en una batalla de la guerra de África, era monorquido e incluso se ha sostenido en una biografía de su hermano Ramón, titulada "Franco, el republicano", de José María Zabala, que Carmen Franco era hija de Ramón, ya que la impotencia de Francisco imposibilitaba su paternidad. E igualmente a lo largo de sus catorce estrofas se continúan describiendo sus rasgos físicos y morales, constituyendo una verdadera etopeya en la que expresa su deseo de que el, a su juicio, funesto general, al que denomina "dictador fracasado" y "rey confuso", caiga sobre la punta de su bota.
Constatado que el poema estaba dedicado al dictador, quedaba por dilucidar su título, y consultando el legado de Juan Guerrero Zamora que el autor de la biografía de Miguel Hernández depositó en la Fundación Miguel Hernández, en cuyas páginas webs está incluido, encontré, en un documento titulado "El proceso a Miguel Hernández", una referencia aportada por Diego Romero Alcaraz, que fue el primer abogado que se ofreció a defender a Miguel en el proceso 21.001 y que tuvo ocasión de consultar la documentación aportada por el fiscal, y refiriéndose a un poema que satiriza al que ya era jefe del Estado, afirmó que se titulaba "El General Pitiminí" y que debió publicarse en alguna revista.
Si tenemos en cuenta que "pitiminí" se refiere y alude a algo muy pequeño, y que éste es el rasgo físico predominante en la descripción del general, creo que estamos en condiciones de afirmar que el poema que Miguel Hernández dedicó a Franco es el que se recoge en las páginas que hemos citado de su obra completa, y que su titulo fue "El General Pitiminí".



2 comentarios:

Angeles Fernangómez dijo...

La verdad que yo, que he sido desde adolescente, una admiradora empedernida de Hernández, no recordaba este poema. Duro, duro, duro... Ahora produce hilaridad (triste hilaridad), pero escrito en 1937, la cosa es seria para el autor. Supongo que no lo publicaría, porque la cosa quizá hubiera sido fulminante para Miguel.
Gracias

Unknown dijo...

querida Ángeles, entre los pocos pertrechos que dejó Miguel al morir en la cárcel estaba este poema, por supuesto que no lo vieron y destruyeron, ya el "enemigo" estaba muerto y no podría hacerles ningún daño

besotes
Fernando