13 de mayo de 2012

LA AGUJA






La aguja

Camina camina la aguja silenciosa
ligera, con pasos minúsculos de acá para allá,
cose con apenas visible hilo
uno con el otro.

Que siga cosiendo, que siga cosiendo
a mí con vos, a vos con él,
cuanto más densa es la costura,
menos palabras pronuncio.

Pincha, tira, tensa
delgado, filoso, hilo ardiente,
cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde,
con mil puntadas estás cosido.

Garganta con garganta, la tuya con la mía,
cada vez más denso, cada vez más fuerza,
la piel se injerta en otra piel,
cada vez más apretado, cada vez más cálido.

Junta las mejillas, las espaldas,
los pechos, los miembros sudados,
ya siento tu aliento de odio,
ya no podés apartarte de mí.

Qué es mío, qué es tuyo,
apuntás con la piedra entre mis ojos –
la aguja se apura, pincha la palma,
que se afloja y la deja caer.

Lo que fue anudado,
no se puede desatar
y lo que fue arrugado,
nunca más se alisa.

A uno se le corta el aliento
y presiente y reconoce.
El camino se revela solo.
Es un camino para uno solo.

Se estremece con fuerza, se lanza,
arranca la piel de los huesos,
se levanta entre los harapos del cuerpo
y se pierde en la oscuridad.

Allá en lo desconocido. Allá en lo alto.
Fue y es y será.
Allá en lo infinito. Allá único.
Esa estrella sobre la montaña.

[Traducido por Julia Sarachu]




Svetlana Makarovic- Eslovenia





Es la principal referente de la poesía de los Balcanes en la segunda mitad del siglo 20, reelabora los temas de la cultura popular eslava precristiana desde la perspectiva de un realismo extremo que parece surgir como fruto amargo de la experiencia de las guerras mundiales. Casandra yugoeslava, que intenta desenmascarar la hipocresía de la sociedad en la que vive, y representa las verdades ontológicas que nadie quiere escuchar. Así recupera la función social activa del poeta, interactúa efectivamente con el pueblo que es su principal interlocutor, al que interpela de manera constante.


Una idea sobre el poema traducido por Julia Sarachu.

En el poema La aguja, aparece hacia el final la imagen de la estrella que es símbolo de la poesía, el arte, el sueño como formas de evasión de una realidad angustiante. La aguja cose a los seres, muestra un mundo de interdependencia absoluta y asfixiante: si hago esto, pasa lo otro; las reglas sociales, los estilos de comportamiento, el pensamiento del otro que limita la propia conciencia. La única opción ante la imposibilidad de ser libre es la elección de vivir en soledad y sólo vincularse a través del arte, que es ese único espacio de rebeldía que emancipa al hombre.

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SVETLANA MAKAROVIČ
Nació el 1 de enero de 1939 en Maribor, Eslovenia. Poeta, narradora. Escribe también literatura infantil y juvenil y letras de chansones.
Obra poética:
El crepúsculo (1964), Noche de San Juan (1968), Fresas lobunas (1972), La hierba buena (1973), Mujer ajenjo, 1974), Tiempo de guerra (1974), Sustracción (1977, colección antológica), Poesías (1979), El vecino montaña (1980), Poesías sobre Eslovenia para huéspedes del país y extranjeros (1985), El crisantemo sobre el piano (1990), Aquel tiempo (1993), Cuéntame algo lindo (1993).
En la poesía de Svetlana Makarovič predominan los motivos populares reinterpretados de manera contemporánea. En algunos poemas la autora trata de vencer el sentimiento trágico vital con la ironía, y el resultado de este tipo de reblandecimiento es a lo máximo una imagen grotesca. Quien conoce la poesía popular eslovena sabe que en ella prevalecen los tonos de balada. Quien elige, para su punto de partida expresivo y estilístico, la tradición oral eslovena, inevitablemente se enreda en la experiencia trágica del mundo. La poeta intensifica aún más, radicaliza y lleva al punto extremo este sentimiento trágico, pues su mundo ha perdido la fe en la salvación. La remodelación de la poeta de los motivos populares, mitos y medios estilísticos presenta un mundo cerrado y autosuficiente, en el que los destinos del individuo y de la sociedad no cambian esencialmente. Son pocos los poemas escritos en primera persona, predominan los nombres generales y mitológicos. La primera persona del plural se refiere a cualquiera, el prevaleciente tiempo presente hace que el lector entienda los poemas como atemporales, válidos para todos los tiempos.


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