Filosofía de Vida
La humildad siempre ha estado en mí.
A veces he querido ser arrogante y vanidoso
para ver ¡qué se siente!;
pero ello me dura poco.
Hay algo en mi ser que reclama y
vuelve a mi estado inmanente,
a mi naturaleza intrínseca como característica esencial
sin la cual pareciera andar desabrigado y
despojado de mis naturales sentidos;
esto es, como si perdiera mis inherentes y congénitos radares.
Ser humilde, en mi caso,
no es sinónimo de servilismo, sumisión o rendimiento es,
más bien, mi virtud natural de comportamiento
como guía de mis actos,
pues la arrogancia y la soberbia no conducen
sino a la soledad y alejamiento
de nuestro entorno familiar y
de nuestras mejores amistades.
En la humildad descansa la sabiduría y
la trascendencia como poción de felicidad;
pero por sobre todo, en conocerme a mí mismo,
mis limitaciones y debilidades…
Eliéser Wilian Ojeda Montiel- Venezuela
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