9 de diciembre de 2012

LA PUREZA




La pureza

Yo no voy a decirte que soy un hombre puro.
Entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O si es, pongamos, necesario
o posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura,
al agua de laboratorio
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más que de oxígeno e hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería.
Yo no te digo pues que soy un hombre puro; yo no te digo eso,
sino todo lo contrario.
Que amo (a las mujeres naturalmente,
pues mi amor puede decir su nombre),
y me gusta comer carne de puerco con papas
y garbanzos y chorizo y huevos, pollos, carneros, pavos, pescados y mariscos,
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino,
y fornico (incluso con el estómago lleno).
Soy impuro. ¿Qué quieres que te diga?
Completamente impuro. Sin embargo, creo que hay muchas
cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.
Por ejemplo la pureza del virgo nonagenario..
La pureza de los novios que se masturban
en vez de acostarse juntos y desnudos en una posada…
La pureza de los clérigos,
La pureza de los académicos…
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia
ni un chancro sifilítico.
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande.
La pureza del hombre que nunca succionó un clítoris.
La pureza del que no engendró nunca…
En fin,
la pureza
de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro
para saber qué cosa es la pureza…





Nicolás Guillén- Cuba









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