74 años de postguerra
(Homenaje a mi padre)
Soy hijo de un padre
que nunca supo por qué
los mayores le llevaron a la guerra
recién cumplidos 16 años,
cuando su mayor osadía
había sido abrazar entre las sábanas
la silueta de su vecina de ojos azules.
Que nunca supo por qué
aprendió a dar largas chupadas
a los recuerdos, entre balas y bayonetas,
mientras su corazón partía
con el humo de la pólvora y el tabaco.
Que nunca supo por qué
en las noches, en las trincheras,
frente al cielo, contó hasta un millón de estrellas
cuando los vientos anunciaban olas de azufre.
Que nunca supo si fue vencido
por las leyes del destino o de la historia,
y que, lleno de orgullo por haber vivido
de espaldas a los tiranos, dijo adiós
a este mundo con su voz de tenor más pura.
Y hoy, cuando se cumplen
74 años de postguerra y el cielo, sobrevolando
la desembocadura del Guadalquivir, lo cruza veloz
un avión de la Base Naval de Rota,
más que nunca me ratifico en que somos hijos del dios
del amor y de la guerra, por más que el aire
se alborote con miles de pájaros asustados
y existan miles de invernaderos con claveles rojos.
Mariano Rivera Cross- España
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