
UN PRÍSTINO LAGO HA TEÑIDO SUS AGUAS
Había cisnes blanco, había amor y flores
ayer, esta mañana
pero hoy el dolor ha quemado las rosas
su color, su fragancia.
El odio o el silencio resucita despacio
en cada corazón del hermano. Veneno
que tragamos a una como lanza punzante.
Nuestra herida no cierra porque muerden de nuevo.
Impotencia. Fracaso. Nuestros frutos maduran
y al nacer el día lanzan sus cohetes
que al caer la noche más y más nos sangran.
Y el prístino lago se tiñe de nuevo,
tiñe bien sus aguas, casi primaveras
que acunaban cisnes, y rosas, fragancia.
Isabel Díez Serrano- España
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