22 de abril de 2013

Congo




Congo

¡Oho! ¿Congo oho! Para ritmar tu nombre enorme
sobre las aguas sobre los ríos sobre toda memoria,
convoco la voz de los Korás Koyaté!
La tinta de los escribas no tiene memoria.

¡Oho! Congo extendido en tu lecho de selvas,
reina sobre el África domada.
Que los falos de los montes icen alta tu bandera,
porque eres mujer por mi cabeza por mi lengua,
porque eres mujer por mi vientre.
Madre de todas las cosas que tienen fauces,
de los cocodrilos, de los hipopótamos, manatíes, iguanas,
peces, pájaros,
¡madre de las crecientes! ¡nodriza de las cosechas!
¡Giganta! agua tan abierta al remo y a la flecha de las piraguas,
mi Sao mi amante de muslos furiosos de largos brazos,
de nenúfares tranquilos,
mujer magnífica de Uzugú cuerpo de aceite inalterable,
piel de noche de diamantes!
Tranquila diosa de la sonrisa aliada al impulso alucinante de tu sangre,
única sana de tu linaje palúdico libérame de la sumisión de mi sangre:
tam-tam a ti tam-tam de los saltos de la pantera de la estrategia de las hormigas,
de los dioses viscosos surgidos al tercer día del potopó de los pantanos,
¡ah! y sobre todo de la materia esponjosa del suelo del hombre blanco
y de los cantos de jabón del hombre blanco, pero líbrame
de la noche sin alegría, pero acecha el silencio de las selvas,
y que yo sea entonces el tronco espléndido y el salto de veintiséis codos,
y que yo sea entonces en la fuga de la piragua sobre la exaltada lisura de tu vientre
tierra desnuda de tus pechos islas enamoradas colinas de ámbar y de gongo,
tans de la infancia tans de Joal y aquellos de Dyilor en setiembre,
noches de Ermenonville en otoño tiempo demasiado hermoso demasiado sereno,
flores tranquilas de tus cabellos, tan blancos los pétalos de tu boda
sobre todos los dulces discursos a la neomenia, hasta la medianoche de la sangre.

¡Libérame de la noche de mi sangre porque acecha el silencio de la selva!
Vuélvanse ritmo las campanas pequeñas,
vuélvanse ritmo las lenguas, vuélvanse ritmos,
remos vuelvan ritmo la danza del Maestro de los remos,
¡ah la piragua! ella sí es digna del triunfo de los coros de Fadyut,
y yo grito dos veces dos manos de tam-tam,
y pido cuarenta vírgenes para cantar sus gestos:
vuélvanse ritmo la flecha que brilla, las garras del sol al mediodía,
vuélvanse ritmo molinos estridentes, los murmullos de las aguas.
Y la muerte sobre la alegría más alta cuando llama lo inevitable del abismo.

¡Por los nenúfares de la espuma renacerá la piragua,
nadará sobre los suaves bambúes,
en el alba transparente del mundo!





Leopold Sédar Senghor- Senegal






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