6 de mayo de 2013

A MARTA UGARTE







A MARTA UGARTE

Tenía la piel de todas las luchadoras,
un corazón desbordante y su voz  era un grito,
un reproche a la oscuridad de una dictadura.
Ella venía de todos lados con muchos los nombres a cuestas,
besaba las calles con sus consignas y su alma joven,
y repartía consuelo, daba ánimo en la faena.

De pronto un día no amaneció, en la oscuridad del miedo
resonaron las metrallas.
Por las ciudades corría un rió de espanto,
combatientes muertos, estudiantes, trabajadores
que abrazaron la bandera de la esperanza.

La llamaban compañera.

Ella desapareció, no la volvimos a ver,
no sabíamos de su paradero, nada, al llamado
sólo se escuchó un silencio de muerte.
Y pasaron los días, sin noticias.
Inesperadamente apareció
inerte y atada  cerca de la playa,
las olas lamían sus heridas abiertas,
su mirada huérfana
y su desnudez de muerte.

Martita se llamaba,
¡Martita Ugarte, compañera!.

Ahora la tarde regresa su grito de justicia.
Ahora la noche se llena de su nombre
y la mañana llora su ausencia.
¿Qué hacer?, ¿qué hacer con su cuerpo herido?
¿Qué hacer con sus dolores de muerte?
¿Qué hacer con esos torturadores despreciables?

Ella vaga en busca de un relámpago
que destruya la pesadilla.
Clama justicia por mil nombres desaparecidos.
Necesita  saber que el día amanecerá sin armas,
sin cuerpos inocentes masacrados,
sin represalias.

El mar la busca para acariciarla
la tuvo entre sus brazos, fue  una joya.
La luna no podrá cerrar sus ojos con sus manos de seda
y la lluvia en torrente no tendrá consuelo
si no le devuelven su pañuelo blanco
manchado de sangre.

Martita se ha marchado por el camino desierto.
Va triste con su vestido de espuma,
sus pies descalzos hollando la fría arena
y sus gritos de auxilio resonando en la playa.
Aún lleva las marcas de los alambres mordiendo su piel joven,
huellas de torturadores  sanguinarios
que le arrebataron la vida
y destrozaron sus sueños de libertad...




Marianela Puebla- Chile




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Marta Ugarte

Marta Lidia Ugarte Román (29 de julio de 1934 - probablemente el 9 de septiembre de 1976) fue una profesora chilena detenida desaparecida por los organismos del Régimen militar. Su cadáver horriblemente torturado y quemado, fue arrojado al mar dentro de un saco, desde un helicóptero apareciendo en la playa de La Ballena, en Los Molles (a 182 km al norte de Santiago de Chile), donde fue reportado por la prensa nacional sin saber que era una detenida desaparecida. Fue la primera víctima confirmada del gobierno de Augusto Pinochet. Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Chile, ejercía el cargo de Encargada Nacional de Educación del PC durante el gobierno de Salvador Allende.

Desaparición

Vinculada al partido comunista y siendo secretaria de la diputada Mireya Baltra, y como miembro del Comité Central de su partido debió pasar a la clandestinidad tras el golpe de estado de 1973. El 9 de agosto de 1976, una hermana la vio cuando era sacada de su casa por personal de la Policía de Investigaciones. Tras las indagaciones por cuarteles, nunca se reconoció su arresto por parte de las autoridades. El día 16 de agosto de 1976 se interpuso un recurso de amparo a favor de Marta Lidia Ugarte Román, con el rol 761-76, el cual, sin embargo, no fue acogido ni por la Corte de Apelaciones ni la Corte Suprema de Justicia, como era habitual en estos casos. El propio presidente de la Corte Suprema negó su ayuda con el pretexto que el Servicio de Inteligencia había comunicado que no existía ninguna persona detenida con el nombre de Marta Ugarte. A pesar de esto los familiares presentaron una demanda por presunto secuestro al Juzgado del Crimen de San Miguel.

Su cadáver

Según las investigaciones realizadas con posteridad se determinó que permaneció recluida en el sector denominado «La Torre» en el centro de Detención de Villa Grimaldi. En crueles torturas su cuerpo fue quemado y sus uñas arrancadas. De Villa Grimaldi, fue trasladada al centro de detención Peldehue, donde, por orden del Coronel Germán Barriga, debería ser asesinada por medio de una inyección que el ‘doctor’ Osvaldo Pincetti debía colocarle.

"La inyección que el doctor Pincetti le puso a Marta Ugarte parece que no la dejó totalmente muerta o adormecida. Nos percatamos que, al momento de ensacarla, todavía se seguía moviendo (...) Todos estábamos ahora apurados porque el helicóptero venía. Entonces abrimos el saco, cortamos uno de los alambres que ataban el trozo de riel al cuerpo de la dirigente comunista y la ahorcamos con él. No se movió más. Después amarramos nuevamente el saco con el mismo alambre. Llegó el helicóptero Puma del Ejército. Y Barriga ordenó subir los cuerpos a bordo"
Agente de la Dina iniciales E.V.T

Ante el apuro por ejecutar la misión o la posibilidad que haya quedado viva, el riel que iba en el saco se soltó, lo que permitió que su cuerpo, a diferencia de los demás, flotara hasta la playa.
Según la autopsia su muerte fue a consecuencia de las torturas, sufrió en vida "una luxo fractura de columna, traumatismo tóraco abdominal con fracturas costales múltiples, ruptura y estallido del hígado y del bazo, luxación de ambos hombros y cadera, y una fractura doble en el antebrazo derecho, habiendo fallecido el 9 de septiembre de 1976".2 Su cuerpo fue identificado finalmente por su hermana y confirmado con un análisis dental hecho por el propio dentista de la mujer asesinada.

La prensa

El 12 de septiembre de 1976 la noticia comenzó a circular. La prensa nacional, a pesar de la censura, tomó este caso confundido como un asunto pasional: en las páginas del diario La Tercera se presentó la noticia sobre el descubrimiento del cadáver de una mujer desconocida, que habría sido asesinada por varios delincuentes. Se describe que el cuerpo estaba quemado, los brazos y cuello amarrados con alambres; un brazo quebrado y todas las vértebras rotas, dando la impresión que su cuerpo había sido lanzado desde una altura considerable, aunque no les quedaba duda que se trataba de un crimen pasional y "el asesino sería, presumiblemente el marido o el amante". Para la prensa era una mujer joven de unos 22 años, como generalmente tratan estos casos.


Marta Lidia UGARTE ROMAN

El 9 de agosto de 1976 fue detenida por agentes de la DINA la militante del PC y miembro de su Comité Central, Marta Lidia UGARTE ROMAN. Según testigos, la afectada permaneció recluída en el sector denominado «La Torre» de Villa Grimaldi, muriendo posteriormente a consecuencia de las torturas de que fue objeto. Su cadáver fue arrojado por sus captores al mar, pero no obstante las precauciones que éstos tomaron para evitarlo, fue encontrado semidesnudo y dentro de un saco amarrado a su cuello con un alambre, el 9 de septiembre de ese año en la playa La Ballena, ubicada en Los Molles. Según el informe de la autopsia, la afectada sufrió en vida una luxo fractura de columna, traumatismo tóraco abdominal con fracturas costales múltiples, ruptura y estallido del hígado y del bazo, luxación de ambos hombros y cadera, y una fractura doble en el antebrazo derecho, habiendo fallecido el 9 de septiembre de 1976.

La Comisión llegó a la convicción de que Marta Ugarte fue detenida y hecha desaparecer forzosamente por agente del Estado, quienes violaron así sus derechos humanos, lo que se confirma por el hecho de que fortuitamente haya aparecido su cadáver que sus captores intentaron ocultar arrojándolo al mar. 

Informe Rettig

20 de Julio 2004 La Nacion

Procesados cuatro ex mecánicos del Ejército

Por el delito de obstrucción a la justicia, el juez Juan Guzmán procesó a cuatro ex mecánicos del Comando de Aviación del Ejército que se negaron a aportar información sobre los llamados “vuelos de la muerte”, por los cuales a partir de 1974 helicópteros Puma transportaron cuerpos de prisioneros para arrojarlos al mar. Por estas operaciones se estima que desaparecieron unos 400 prisioneros de la DINA.

Esta es la primera vez que un juez encausa a militares (R) por el delito reciente de “obstruir la justicia”, al negarse a revelar información acerca de ilícitos cometidos durante la dictadura. La resolución afectó a los suboficiales (R) Juan de Dios Alberto González Dubó, René Meier Chávez, Sergio Castro Cano, Marco Cáceres Rivera y Rigoberto Saavedra Navarro.

La resolución fue dictada en la investigación por secuestro y homicidio de Marta Ugarte, cuyo cuerpo fue devuelto por el mar y apareció en 1976 en una playa cerca de Los Molles en la Quinta Región. Esta investigación se enmarca a su vez en el episodio calle Conferencia que indaga el ministro Juan Guzmán. En la causa están además procesados algunos pilotos que comandaron los vuelos de los helicópteros.

25 de Marzo 2007 La Nación 

El estrangulador de Marta Ugarte

El ex agente de la DINA Cristián Álvarez Morales tiene miedo. Está detenido y procesado por el juez Víctor Montiglio. Es el culpable, o el benefactor, de que la dirigente comunista se convirtiera en el único testimonio de una vía de exterminio, cuando su cuerpo atrozmente ultrajado fue devuelto por el mar en 1976. 
El agente se dio cuenta de que uno de los sacos se movía. En Peldehue, todos estaban nerviosos y apurados. El ruido del helicóptero Puma, listo para elevarse, aportaba otra cuota de suspenso. El mismo agente sacó un cuchillo y abrió el saco. Marta Ugarte aún sobrevivía a la inyección. Entonces, el miembro de la DINA, con sangre fría, cortó uno de los alambres que ataban el trozo de riel al cuerpo de la dirigente comunista y la ahorcó. Luego, volvió a rehacer la amarra del saco como pudo, porque su jefe, Germán Barriga, gritaba apurando para que cargaran el último cuerpo a bordo de la nave.
Mar adentro, en la costa de la V Región, el piloto hizo una seña y Cristián Álvarez Morales, el estrangulador, tiró unos ocho bultos al vacío. La falta de una de las amarras del riel permitió que en el fondo del mar éste se desprendiera, liberando su cadáver hacia la superficie. Por eso, Marta Ugarte salió desde el océano, transformándose en la única testigo de esa vía de aniquilamiento de casi mil prisioneros de la dictadura. 
Ahora, en la nueva fase de la investigación del proceso denominado Calle Conferencia, se conoció que ella también estuvo en manos de la Brigada Lautaro de la DINA, en el desconocido cuartel de calle Simón Bolívar 8630, en uno de los barrios de La Reina, en Santiago. Fue otra de las víctimas del batallón de exterminio, cuya historia recién comienza a develarse.
Cristián Álvarez tuvo valor para matar, pero también lo tuvo después para enfrentarse cara a cara con los que fueron sus jefes, que le dieron las órdenes. No los confundió al identificarlos, como lo han hecho intencionadamente varios otros ex agentes con barbilla trémula. Pero tiene miedo, porque sostiene ante los jueces que “los brazos del Ejército son largos, por eso tengo mucho miedo”. 
Cristián Álvarez fue su chapa en la DINA y luego en la CNI. Y aunque fue un criminal frío, si bien por encargo, preferimos proteger su identidad. Hoy se encuentra procesado y detenido por orden del juez Víctor Montiglio por el secuestro y homicidio del secretario general, en la clandestinidad, del Partido Comunista, Víctor Díaz. Pronto debe correr la misma suerte por lo ocurrido con Marta Ugarte. 
En las últimas semanas se supo que Álvarez fue uno de los integrantes del grupo de elite del exterminio comunista, gestado al interior o adjunto a la Brigada Lautaro, conocido como el Grupo Delfín, a cargo del entonces capitán de Ejército y agente DINA Germán Barriga. 
Finalmente, con los estremecedores nuevos antecedentes descubiertos en esta última investigación, acerca del destino final de un grupo de líderes comunistas clandestinos secuestrados en 1976, que ya tiene 51 procesados, la vida y muerte de la integrante del Comité Central del PC quedó definitivamente ligada a la suerte de las víctimas de la calle Conferencia 1587, y del conocido grupo de “Los 13”.
Cuando “Don Jaime” (alias de Barriga en la DINA) llegó el 16 de enero de 2005 al santuario de Sor Teresa de los Andes para confesarse, nunca se sabrá si de verdad contó todos sus crímenes antes de suicidarse, al día siguiente, lanzándose desde un edificio del barrio de Las Condes en Santiago. Lo que sí se conoce hoy, con las nuevas revelaciones surgidas en el proceso Conferencia, es que Barriga fue todavía más brutal de lo que se suponía, y dirigió la matanza comunista desde el cuartel de Simón Bolívar al mando del Grupo Delfín. Todo pasó por sus manos, en comunicación directa con su jefe operativo en la DINA, Manuel Contreras. Torturó y mató de propia mano, según los últimos relatos de quienes fueron sus subordinados. “Don Jaime” nunca lo admitió ante juez alguno. Todo lo contrario, siempre quiso pasar como un inofensivo agente dedicado a cuestiones de análisis e inteligencia. 
Aquella mañana en que Cristián Álvarez estranguló a Marta Ugarte, en los terrenos del Ejército en Peldehue, previamente los prisioneros fueron inyectados para morir, o sólo para adormecerlos en el viaje final hacia alta mar. Hasta ahora continúan existiendo contradicciones en ese sentido. Dentro del cuartel de Simón Bolívar la norma fue inyectar cianuro para acelerar o asegurar la muerte, a cargo de la “enfermera” teniente de Ejército Gladys Calderón Carreño. Sin embargo, no hay explicación por qué la dirigenta comunista todavía estaba viva dentro del saco.
Cuando el 12 de septiembre de 1976 su cuerpo varó en la playa La Ballena, entre Los Molles y Los Vilos, en la costa de la V Región, en su cuello tenía todavía el alambre con que el agente la estranguló. Prensa de la época que adhería a la dictadura creó la versión de un crimen pasional.
El 18 de noviembre de 1976, Manuel Contreras respondía al juez Rafael Mera que Marta Ugarte “nunca ha sido detenida por personal DINA”. Por otra parte, el ministro de Interior, general César Benavides, había afirmado lo mismo quince días antes al magistrado. Salvo que éste fue más tajante, y le recordó al juez las instrucciones expresas que existían “para que los tribunales se abstengan, por razones de seguridad nacional, de requerir informes a la DINA sobre la situación de personas arrestadas o desaparecidas”.








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