5 de mayo de 2013

UN CANTO A JUANITA







UN CANTO A JUANITA

Doncella, copa de jade rebosada en ternura.
Sueño de la tarde al penetrar la noche.
Bálsamo del arroyo que corre en mi sangre,
saturas de armonía el cosmos de mi vida.
Mujer de los mil recuerdos.
Cascada sublime.
Sacra constelación que viajas por la eternidad,
ven y cuéntame cómo es
esa otra dimensión en la que moras.

Dama ataviada con pulcro ropaje
de excelsas virtudes
que meces la cuna de mi efímera existencia.
Tú, la que amamantas con pechos de amor
mi débil carnación de infante,
musa alborada que proteges
mis  noches de gris agobio
y susurras plegarias al pie de mi almohada,
para que la oscuridad
insaciable no ahuyente mis sueños.
La  Eva de mi padre
que un día bajaste a la tierra
para transustanciarme en criatura,
trayendo contigo magnífica hueste:
perfumes y rosas, la fiesta, el valor y la vida.

La hembra ternura que porta en su diestra
un ramo de azahares para el  dolor intenso,
la fiebre y la calma.
La esposa rocío, la aurora del tiempo,
el sol que acaricia,
los rayos desbordan risas y cantares.
La roca despierta,  los vientos esperan.
Las aves gorjean su bella tonada.
La madre ha llegado, Juanita es su nombre,
susurran en calma el bosque y los valles.
Ella es mi madre, la que guía mis pasos,
señora del fulgor,  el cierzo y la causa. 






José Santana Prado- México




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