10 de junio de 2013

UN EMIGRANTE AFRICANO EN LAS HÉLICES DE UN FERRY





9 JUNIO 2013: EN EL PUERTO DE TARIFA, DETECTARON UN EMIGRANTE AFRICANO EN LAS HÉLICES DE UN FERRY

No siempre el destino te hará nacer, crecer y morir en un idílico
paisaje donde el viento no truene, la nieve no sepulte las casas,
la lluvia no te haga dormir en el techo o el sol no te muerda
las espigas hasta agrietar la tierra y los estómagos de los niños,
aunque siempre recuerdes las maravillosas horas de la infancia,
cuando todos los relojes eran mudos y el viaje más largo
nunca superaba la barrera de una mirada corta en un tiempo
tan limitado como el ilimitado espacio desconocido para el hombre.

Y como llevarás en tu memoria, a modo de relicario, todos tus juegos
inocentes, el olor de la tierra que te tocó herir para robarle sus frutos,
los matices de los colores de tus paisajes guardado en la retina,
la primera vez que el corazón conoció el laberinto dulce del amor,
los llantos, las angustias, el terror al dolor de la desesperación,
los sermones ocultos en los que te rebelaste contra la injusticias
de un Dios ajeno a los destinos que abren heridas como una lanza,
así como el desenfreno de las fiestas donde la ebriedad y el sexo
te hacía llorar y reír ante la ilusión de una falsa quimera por llegar,

por mucha distancia que hayas puesto por medio entre tus raíces
y tu nueva esperanzadora vida, extranjero en tierra prometida,
te invito a que medites y aceptes el destino cruel de una historia
desfavorable porque los dados al caer no sumaron la cifra requerida
o porque tus antepasados, exhaustos en busca de tierras fértiles,
se negaron a seguir buscando y asentaron su territorio en el primer
oasis que les brindaba el espejismo del paraíso prometido,
o porque el todopoderoso creador así lo quiso, por mucho
que nunca comprendamos, con nuestras mentes creadas a su antojo,
la distancia existente entre nuestra humanidad y su silenciosa impiedad.

Por lo que al escuálido africano de ojos brillantes, totalmente sordo
y con cortes en los brazos, le dieron una taza de caldo caliente,
un bocadillo de mortadela y, a los dos días, tambien en barco,
le hicieron regresar a su país. Dio un suspiro al pisar su tierra
y le brillaron aún más los ojos de rabia contenida e impotencia.





Mariano Rivera Cross- España







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