30 de julio de 2013

Guerreras solitarias


Guerreras solitarias


Las mujeres solas se encuentran
y hablan de hombres. Hombres
que amaron, educaron, apoyaron,
acompañaron, consolaron, admiraron,
padecieron, mantuvieron, esperaron,
abandonaron. Seguras afirman
que chicos o grandes igual
lloran. Recuerdan escenas marcadas
sin ensayo, besos blanco y negro,
diálogos reveladores. Dan gracias
a la gran diosa por la multiorgasmia
y el push up. Confunden nombres
y lugares, manejan datos imprecisos
pero rara vez equivocan
un diagnóstico. Las mujeres solas
se encuentran y hablan de hombres
pasados, presentes y futuros. Velan
las armas en cualquier bar antes
de salir a enfrentarlos. Saben que
una guerrera no puede elegir
victorias o derrotas pero sí cuáles
batallas no pelear. Las mujeres solas
no escarmientan y esperan
hombres nuevos para cometer
los errores de siempre, siempre.



Andrea Ocampo- Argentina



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Andrea Ocampo (Avellaneda, Buenos Aires, Argentina, 1968) 
Reside en Rosario desde 1970 y es Central. Coordina talleres de escritura para niños, adolescentes y adultos, tanto en forma privada como en organismos públicos. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Rosario. Colaboró en revistas y diarios de su ciudad y del país, desempeñándose además como jefa de redacción de la revista de literatura Ciudad Gótica. Participó como poeta invitada en el VII y en el XIII Festival Internacional de Poesía. Es co organizadora de los Encuentros Regionales de Escritores Jóvenes. Publicó “Lo bueno breve”, en 1998 y “Dale Brazos”, en 2001






LOS PAREDONES DE PRIMAVERA







LOS PAREDONES DE PRIMAVERA

No enseñaré a mi hijo a trabajar la tierra
ni a oler la espiga
ni a cantar himnos.
Sabrá que no hay arroyos cristalinos
ni agua clara que beber.
Su mundo será de aguaceros infernales
y planicies oscuras.
De gritos y gemidos.
de sequedad en los ojos y la garganta.
de martirizados cuerpos que ya no podrán verlo ni oírlo.
Sabrá que no es bueno oír las voces de quienes exaltan el color del cielo.
Lo llevaré a Hiroshima. A Seveso. A Dachau.
Su piel caerá pedazo a pedazo frente al horror
y escuchará con pena el pájaro que canta,
                             la risa de los soldados
                             los escuadrones de la muerte
                             los paredones en primavera.
Tendrá la memoria que no tuvimos
                             y creerá en la violencia
                             de los que no creen en nada.

(en Antología histórica de la poesía venezolana del siglo XX, 1907-1996, edición de  Julio E. Miranda)






Miyó Vestrini- Venezuela






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Miyó Vestrini (Francia 1938-Venezuela, 29 de noviembre 1991), de origen francés, escribió cuatro libros de poesía: Las historias de Giovanna (1971), El próximo invierno (1975), Pocas virtudes (1986) y Valiente ciudadano, libro póstumo publicado en 1994 en una compilación de toda su obra poética titulada (Todos los poemas, 1994)




28 de julio de 2013

Pubis y melancolía





Pubis y melancolía


Quiero arrancarme del cuerpo
la vagina y el útero
porque allí es donde duele
su declaración
no menos que un corte de bisturí.

De otra
sin más anestesia dice
que ama a otra.

Entonces un dolor que no es placer
aparece y se le parece
y se instala
en el estómago
en el ombligo
en el pubis
y penetra
sin compasión
las horas
los días y los siglos
de esta especie deshabitada.



Zulema Retamal- Chile





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Zulema Retamal. Arauco, Chile, Profesora de Castellano, U de Concepción, Chile. Activa gestora cultural de la Provincia de Arauco. Participa como expositora en Congresos nacionales e internacionales de Poesía. Colabora en diario Crónica de Concepción. En el 2002,representa a Chile en el III Congreso de Poesía Hispánica de Europa y de las Américas realizado en la Universidad de Pécs, Hungría. Bibliografía. Las que no somos santas. Santiago: Rileditores, 2001. Trazos de Luna. Talcahuano: Vitral, 1999. facedor de páginas, 2005.






26 de julio de 2013

COSAS QUE NO HAY QUE DECIR





COSAS QUE NO HAY QUE DECIR

Éramos cuatro mosqueteras
(en la actualidad el uso permite decir «la mosquetera»)
que un día nos pusimos a charlar.
Una de nosotras estaba a punto de jubilarse
y la agobiaba la idea de las tareas domésticas, sobre todo las compras.
Otra fue al frente, como siempre,
para explicarle que con los supermercados que envían a domicilio
basta hacer las compras una vez al mes, llenar el carrito 
y con eso una ya puede quedarse más o menos tranquila. 
Y las mosqueteras siguieron conversando en ese tono, hasta que una de ellas
se tapó la boca con la mano y exclamó: 
«¡Hay que ver! Entre mujeres, ¿y de qué hablamos? 
De las tareas domésticas». 
Se produjo un largo silencio de vergüenza.

Ya que es verdad que las tareas domésticas la cocina la limpieza y los críos
todo eso te reblandece la voluntad y el cerebro, 
impide que te tomen en serio,
te cierra para siempre el camino de la psicología la filosofía 
la filología la etología la etnología la etimología la ermenéutica
(¿se escribe sin H?) y la puajsía.
El resto me importa un carajo pero la puajsía...

Doy prueba de gran magnanimidad al emplear esa palabra: 
puajsía, inventada por un tal Albert Cohen
que vino a arruinar mis dieciséis años vibrantes y ferozmente ambiciosos
decretando que las mujeres y especialmente las mujeres con mi aspecto físico 
eran incapaces de escribir.
Pero no importa, el señor Cohen está muerto y en esa época 
yo cultivaba la mansedumbre de los inocentes.

Me gusta cocinar. Adoro cocinar.
Un huevo cascado dentro de una sartén y que toma forma ante los ojos
en el aceite hirviendo, la química de los platos 
que al principio parecen residuos en una olla 
y que se transmutan poco a poco en obras maestras 
de la invención humana (prefiero las recetas tradicionales 
a las elucubraciones progresistas de los grandes chefs). 
Y lavar la ropa, el placer de estirar la mano sin pensarlo para
elegir una prenda
precisamente porque antes pensamos en ella, el placer
de acurrucarse bajo el acolchado...

El acolchado. Un tema sensible. Por definición,
cuando alguien habla como yo ahora, es una «mal cogida».
Del amor como tranquilizante. No está mal como idea.

El abuso de tranquilizantes implica un aumento constante de la dosis
para lograr el mismo efecto. Eso no se les ocurrió. 
Cuánto esfuerzo para lograr que una mal cogida se calle la boca }
(además son todas feas y el Viagra cuesta carísimo).
Los hijos. Otro tema sensible. Hablar de los hijos
es prueba de falta de vigor intelectual, de inventiva,
de debilidad y de vulgaridad. Por acá, sin embargo, de hijos poco y nada
(de paso, quisiera hacerle llegar mi saludo a MD y su bebé),
¿dónde está entonces la vulgaridad? Aparte, el tema no le interesa a nadie. 
Es algo que sabe todo el mundo...como si nadie hubiera tenido nunca un hijo,
y además, las historias de niños sólo sirven para los editores 
de literatura para niños... ¿No será más bien 
que el tema forma parte de los así llamados orígenes o consecuencias de la vida
que los pequeños boy scouts siempre listos para el asunto 
no estarían del todo listos para encarar?

Ahora los dejo en paz. Después de todo,
tengo otra cosa que hacer en la vida y ya dije lo que tenía para decir.
Lo dije mal, lógicamente, 
tengo la cabeza puesta en la cocina, el lavado 
y los que me esperan en casa -los hombres, 
el que hace progresar la química del plástico 
(a la manera de un gran chef) y que por lo demás 
observa, calmo y realista, la química del mundo-, 
el hombre en ciernes que en su rincón de la mesa 
crea cien universos por día, la boca grave y la mirada sombría,
esperando que la sociedad lo tome en serio.

Su padre y yo ya lo hicimos.
El resto del mundo lo hará forzosamente,
porque serás un hombre, hijo mío.

(Traducción de Mirta Rosenberg
y Jaime Arrambide)










CHOSES À NE PAS DIRÉ

Nous étions quatre mousquetaires
(de nos jours l'usage permet "la mousquetaire")
qui nous mîmes un jour à parler.
L'une d entre nous était sur le point de prendre sa retraite
et se préoccupait de ses problèmes d'intendance, des courses en particulier.
Une autre fonça la gueule en avant comme d'habitude 
pour lui expliquer qu'avec les supermarchés qui font des livraisons
il suffit d'aller faire ses courses une fois par mois, de bourrer son caddie
et qu'après on est à peu près tranquille. 
Et les mousquetaires devisaient ainsi, jusqu'à ce que l'une d'entre elles
se mît la main devant la bouche et s'exclamât: 
"Voilà! On est entre femmes et de quoi parle-t-on?
d'intendance." 
II y eut un grand silence honteux.

Tant il est vrai que l'intendance la cuisine le ménage et les marmots
cela vous ramollit la volonté et le cerveau,
cela vous empêche d'être prise au sérieux,
cela vous barre à jamais la route vers la psychologie la philosophie
la philologie l'éthologie l'ethnologie l'étymologie l'erméneutique
(ça s'écrit bien sans H?) et la pouahsie
Le reste je m'en fiche mais la pouahsie...

Je fais preuve d'une grande magnanimité en me servant de ce mot:
pouahsie, inventé par un certain Albert Cohen
qui vint troubler mes seize ans frémissants et férocement ambitieux 
en décrétant que les femmes et notamment les femmes qui me
ressemblaient physiquement 
étaient incapables d'écrire.
Mais ça ne fait rien, Monsieur Cohen est mort et à l'époque 
je cultiváis la mansuétude des innocents.

J'aime bien cuisiner. J'aime cuisiner.
Un oeuf cassé dans une poêle et qui prend forme a l'oeíl nu
dans l'huile bouillante, la chímie des plats
qui au départ font figure de détritus en casserole
et qui se transmuent peu à peu en chefs-d'oeuvre
de l'invention humaine (je préfère les recettes traditionnelles
aux élucubrations progressistes des grands chefs).
Et la lessive, le plaisir de tendre la main sans y penser pour prendre un vêtement
précisément parce qu'on y a pensé, le plaisir 
de s'enfoncer sous la couette...

La couette. Sujet sensible. Par définition,
quand on parle comme je le fais maintenant, on est une "mal baisée". 
De l'amour comme tranquillisant. Ce n'est pas mal, comme idée.

L'abus des tranquillisants entraîne une augmentation constante de la dose
pour obtenir le même effet. Cela, ils n'y ont pas pensé. 
Que d'efforts pour obtenir qu'une mal baisée se taise 
(en plus elles sont toutes moches et le Viagra coûte très très cher).
Les enfants. Autre sujet sensible. Parler d'enfants 
est une preuve de manque de vigueur intellectuelle, d'inventivité,
de faiblesse et de banalité. Pourtant, par ici, cela se fait peu
(permettez-moi au passage de saluer MD ec son bébé), 
done où serait la banalité? Et puis ce sujet n'intéresse personne. 
C'est connu...comme si personne n'avait jamais fait d'enfants,
et puis quoi, les histoires d'enfants, c'est bon pour les éditeurs
pour la jeunesse...Ne serait-ce pas plutôt 
que ce sujet fait partie des aspects de la vie dits origines ou conséquences
que les petits scouts toujours prêts pour la chose 
ne seraient pas prêts à aborder?

Je vous laisse tranquilles maintenant. Après tout,
j'ai autre chose dans ma vie et j'ai dit ce que j'avais à dire.
Je l'ai mal dit, c'est normal,
j'ai l'esprit absorbé par la cuisine, la lessive,
et par ceux qui m'attendent à la maison - des hommes,
celui qui fait progresser la chimie du plastique
(à la manière d'un chef coq) et en-dehors de cela
observe paisible et réaliste la chimie du monde-
l'homme en devenir qui sur le coin de la table
crée cent univers par jour, la bouche grave et l'oeil très noir,
en attendant que la société le prenne au sérieux.

Pour son père et moí c'est déjà fait.
Le reste du monde y viendra forcément,
car tu seras un homme, mon fils.




Anne Talvaz- Bélgica






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Anne Talvaz nació en Bruselas, Bélgica en 1963. Publicó los libros de poesía: Le rouge-gorge américain (La main courante, 1997), Imagines (Farrago, 2002), Entre deux mers (Librairie Sauramps, 2003), Panaches de mer, lithophytes et coquilles (Comp'Act, 2006). Es traductora de inglés y castellano. Ha traducido al francés poemas de John Ashbery, Simon Armitage, Emily Brontë, Sylvia Plath, Lorine Niedecker, Frank O’Hara, Antonio José Ponte, Juan Gelman, Rosario Castellanos y Beatriz Vignoli, entre otros. En la actualidad vive en Wuhan, China.






METAMORFOSIS



METAMORFOSIS


Preguntas para la esposa de un poeta 


¿Se levanta él en la mañana
con un ditirambo en su mano?

¿Se desconecta -simplemente se disuelve a negro-
en medio de una conversación?

¿Tienes que tocarlo ocasionalmente
para asegurarte de que aún está a tu lado?

¿Acaso camina dormido?

¿A veces sale apurado del baño, escurriendo jabón,
para tomar una pluma y atrapar un pensamiento efímero?

¿Habla consigo mismo y/o cabecea discutiendo 
con algún espíritu invisible?

¿Alterna momentos de exaltación jubilosa 
con períodos de cavilaciones mudas?

¿Acaso a veces se irrita como una serpiente de cascabel?

¿Saborea la elección de los vinos
y come, cuando es necesario, como un lobo?

¿Hace el amor como un huracán
y luego se recoge como un niño entre tus pechos?

¿Amasa palabras en el pan del desayuno
y destila álamo* en vino para el invitado a cenar?

¿Persigue el aroma de bellezas suculentas?

¿Se enoja con los rastros
del emperador en la selva de la ciudad?

¿Acaso alguna vez se siente como si
transformara su pluma en un revólver?

¿Sabe cómo separar la ira de la visión 
el destino de la destinación?

¿Sabe acaso cómo soñar?


* Canción episódica de varios tonos de Ekiti - Yoruba






Niyi Osundare- Nigeria













25 de julio de 2013

El foso




El foso



Respiré por última vez el aroma de los eucaliptos 
y pasé bajo el arco donde estaba escrito: Aquí termina 
     el mundo.
¿Dónde estamos? —preguntó el niño que todavía no 
     había nacido.
En ninguna parte —contestó el hombre que ya había 
     muerto.
Y señalando en el medio del campo un inmenso foso
agregó: Todos saldrán por ese mismo lugar.
¿Dónde estamos? —preguntó el hombre escondiendo los
ojos en el bolsillo de la chaqueta. 
En ninguna parte —contestó la mujer plegando su
     cabellera como un mantel. 
En ese momento el viento cambió de dirección 
y sentí por primera vez el olor de la nada. 
Y ese olor nos atormentó durante el resto de la jornada,
     y la jornada siguiente,
y todas las que siguieron hasta el fin de nuestros días. 
¿Dónde estamos? —preguntó el hijo templando las
     cuerdas de las alambradas. 
En ninguna parte —contestó el padre pasando una
     esponja sobre los árboles. 
Pero los veteranos, encendiendo fogatas, se ponían a
     cantar
y todo parecía un alegre campamento de verano. 
¿Dónde estamos? —preguntó el muchacho con el cordero
     sobre los hombros.
En ninguna parte —contestó la muchacha con el ramo de
     nomeolvides en el pelo. 
¿Cómo podíamos cantar mirando día y noche el negro
     foso?
Un día, sin embargo, el aire amaneció fragante; 
olía a almidón, a cabello de mujer recién lavado, 
acaso porque ese día ella descendió por el negro foso, 
¿Dónde estamos? —preguntó el niño con el rayo de sol
     entre los dientes. 
En ninguna parte —contestó el anciano revolviendo el
     caldo negro de la memoria. 
Ese día, en cuclillas junto al fuego, empezamos a
     cantar.
Cantábamos bajo las duchas de la luna llena, 
cantábamos pelando papas infinitamente oscuras, 
cantábamos separando la uña de la carne. 
Aun el último día entre los vivos cantamos. 
En fila india, con el clavel de los mansos en el corazón, 
caminamos lentamente hasta el borde del pozo. 
¿Dónde estamos? —preguntó la niña que dormía con el
     ave fénix en sus brazos. 
En ninguna parte —contestó la madre con el balde de
     olvido sobre la cabeza.
Así, tomados de la mano, esperamos el amanecer 
y bajamos cantando a la eternidad.



Horacio Castillo- Argentina





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Horacio Castillo (Ensenada, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1934 – La Plata 5 de julio de 2010 ). Poeta que utiliza el imaginario clásico griego y latino en su escritura. Acude con frecuencia a las figuras del mito, la historia o la leyenda. Su labor poética goza de un prestigio seguro pero casi secreto entre un número exiguo de lectores y críticos. Recibió premios nacionales: Premio de la Subsecretaría de Cultura de la Nación en 1972; Premio Nacional-Región Buenos Aires- 1978; Primer Premio Fondo Nacional de las Artes por traducción literaria en 1988; Premio Conex-Diploma al Mérito en 1993; Premio Municipal de la Municipalidad de La Plata,1995. El año último fue designado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de La Plata. Además, ha sido distinguido como Miembro Correspondiente de la Real Academia Española y en lo que respecta a nuestro país, es Académico Correspondiente de la Academia Argentina de Letras desde 1991. Castillo realiza una importante tarea como traductor de poesía griega: Epigramas de Calímaco (1979); Poemas de Odisseas Elytis (1982); María la Nube de O. Elytis (1986, en colaboración); Romiosini, de Yannis Ritsos (1988); Poesía griega moderna (1997); Seis poetas griegos: Poesía de Takis Varbitsiotis (2001). Sus libros de poesía son: Descripción (1971); Materia acre (1974); Tuerto Rey (1982); Alaska (1993); La casa del ahorcado (1999); Los gatos de la Acrópolis (1998); Cendra (2000).








Fabúlame


Fabúlame

Recuerdo la vida que no acaba
Recuerdo las vueltas por la extensa nieve azul celeste
Recuerdo los cerditos muertos a la vera del camino
durmiendo dulcemente, aún hablaban
Recuerdo mi primer amor que me dejó
Recuerdo a mi madre, a veces le toca felicidad
Recuerdo mi caída de la bici como una figurita
sobre un viaducto en la helada
Recuerdo a mi marido con omóplatos como alas
Recuerdo una procesión en el pueblo primaveral con cintas
en los árboles, los vestiditos blancos falsos el sol cortante
recuérdame
Recuerdo a mi hijo nonato
Recuerdo la ciudad, sus suburbios, el edificio de la saltadora invitada
donde yo estudiaba
Recuerdo mi violación en un apartamento calefaccionado en Roma
Recuerdo al estudiante de arquitectura, sobrevivió sin mí
pero me quedé con él
Recuerdo a mis amores, que me envolvían como un planetoide
Recuerdo el bar azur donde no debía servirle más de diez
espressos a un autor, aunque él no contara conmigo
Recuerdo el canto elevado con una niña entre los prados
tenía el pelo adusto como yo, conocíamos nuestro inicio
anda
Recuerdo la noche crepitante en la que hicimos un hijo
Recuerdo que mañanas oscuras se atascaban con estrellas tercas
Recuerdo mis anhelos como una vid
Recuerdo a mi padre, debía morir pero tenía últimas palabras
Recuerdo que mi marido y yo amábamos al mar
Recuerdo las islas, que escarbábamos como perros
Recuerdo a mi hermana gemela, juntábamos nuestras lenguas
Recuerdo mi cabello largo desgastándose por los asientos en habitaciones
sillas tranvías trenes camas manos
vamos recuérdame
Recuerdo las caras botellas de vino que me compró mi marido, para él
el jamón con pata, hizo de mí un soldadito sin arrepentimiento
Recuerdo la llegada de mis libros, no fueron partos
siempre habían estado
Recuerdo a mi hijo, sus manos sus uñas romas, por qué lloro
Recuerdo mi temor nocturno, noches seguidas, no azul noche
sino naranja vivo
Recuerdo a mi madre, se casó en secreto
Recuerdo al poeta porque me hizo oír las dunas, a veces
imposible el cielo, nos enamoramos y enloquecimos uno a otro
Recuerdo la luz, plata pez plomo fina gris etérea verde
anda hazlo
Recuerdo la división de cuerpo, no de cuerpo y alma
Recuerdo al profesor de lengua, fui una muñeca en su cama
no su primavera en Fialta
Recuerdo al director de cine que me abraza en el papel y en la realidad
como nadie, porque en el papel me abraza como solo
un director de cine sabe hacerlo
Recuerdo el perfume Stendhal que no podía pagar y me caí al suelo
en el cuarto de baño tras lo cual me acosté desnuda en él
Recuerdo las casas donde viví, me arrebataron algo
y no me quieren de vuelta
Recuerdo el consuelo de Paustovski, que me habla cuando se acuesta
a mi lado pero a él no puedo consolarlo porque es polvo
Recuerdo mis poemas, nadie los entiende
Recuerdo fabulosamente fabúlame

Sasja Janssen (Venlo, Holanda, 1968), inédito
Versión de Diego Puls, 2013






Fabel mij

Ik herinner me het leven dat niet afkomt
Ik herinner me de tochten door de lichtblauwe wijde sneeuw
Ik herinner me de dode varkentjes langs de kant van de weg
zoet slapend, ze spraken nog
Ik herinner me mijn eerste liefde die mij verliet
Ik herinner me mijn moeder, ze kent soms geluk
Ik herinner me het vallen van mijn fiets als een figuurtje
op een viaduct in de vorst
Ik herinner me mijn man met schouderbladen als vleugels
Ik herinner me een processie in het lentedorp met linten 
aan de bomen, de jurkjes vals wit in de scherpe zon
herinner mij
Ik herinner me mijn ongeboren kind
Ik herinner me de stad, haar buitenwijken, het gastspringstergebouw
waarin ik studeerde
Ik herinner me mijn verkrachting in een verwarmingshete flat in Rome
Ik herinner me de student architectuur, hij overleefde zonder mij
maar ik bleef bij hem
Ik herinner me mijn liefdes, die me omvatten als een kleine planeet
Ik herinner me het azuurblauwe café waar ik een schrijver niet meer
dan tien espresso’s mocht schenken, maar hij telde zelf niet mee
Ik herinner me het hoge zingen met een meisje tussen de weilanden 
ze had stuurs haar net als ik, we wisten wat ons begin was
toe
Ik herinner me de knisperende nacht waarin wij een zoon maakten
Ik herinner me dat donkere ochtenden bleven steken met dwarse sterren
Ik herinner me mijn verlangen als een wingerd
Ik herinner me mijn vader, hij moest dood maar had laatste woorden
Ik herinner me dat mijn man en ik de zee minden
Ik herinner me de eilanden, die we uitgroeven als honden
Ik herinner me mijn tweelingzus, we deden onze tongen tegen elkaar
Ik herinner me mijn lange haar dat sleet door zittingen in kamers
stoelen trams treinen bedden handen
herinner mij toch
Ik herinner me de dure flessen wijn die mijn man voor me kocht, voor
hem de ham met een poot, het maakte van mij een soldaatje zonder spijt 
Ik herinner me de komst van mijn boeken, het waren geen geboortes
ze waren er altijd al geweest
Ik herinner me mijn zoon, zijn handen zijn botte nagels, waarom ik huil
Ik herinner me mijn nachtangst, nachten achtereen, niet nachtblauw
maar heloranje 
Ik herinner me mijn moeder, ze trouwde stiekem
Ik herinner me de dichter omdat hij me de duinen liet horen, soms 
onmogelijk de hemel, we maakten elkaar verliefd en gek
Ik herinner me het licht, vissenzilver lood dun grijs etherisch groen
doe dan
Ik herinner me de splitsing van lichaam, niet van lichaam en geest
Ik herinner me de leraar Nederlands, ik was een pop in zijn bed
niet zijn lente in Fialta
Ik herinner me de filmmaker die me omhelst op papier en in het echt 
als geen ander, omdat hij me op papier omhelst zoals alleen 
een filmmaker dat kan
Ik herinner me het Stendhalparfum dat ik niet kon betalen en op de vloer 
van de badkamer viel waarna ik er naakt in ben gaan liggen 
Ik herinner me de huizen waarin ik woonde, ze hebben iets van me afgepakt
en willen me niet terug
Ik herinner me de troost van Paustovskij, die tegen me praat als hij naast me 
ligt maar hem kan ik niet troosten want hij is stof 
Ik herinner me mijn gedichten, niemand begrijpt ze
Ik herinner mij fabelachtig fabel mij





Sasja Janssen- Holanda








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Sasja Janssen (Venlo, Holanda,  1968)  Poeta y novelista.  Ha publicado  las novelas  De kamerling (Editorial Querido, 2001) y Teresa zegt (Editorial Querido , 2005). Tras la muerte de su padre, Janssen se ha dedicado a escribir principalmente poesía.  Ha publicado Papaver (Querido, 2007)   y  Wie wij schuilen (, Querido, 2010).    Publica regularmente su poesía y sus cuentos  en las revistas De Revisor, Tirade, Raster and Het Liegend Konijn.  
Vive en Amsterdam con su esposo y su hijo.

Foto: Sasja Janssen por Lynne Greenaway