
A GOLPES
A golpes de fracaso se cuelgan en el metro, sus pies, sus sonrisas
la vida que se aleja esparciendo derrotadas espumas que caen
como un tasajeado manglar sepultado a la sombra del mar.
Roto cielo sin himen ni nubes, roto por la abollada pobreza
cientos de luces tristes vigilan el virginal insomnio de calles
que ofrecen los escombros de tiendas y bancos, propietarios de nuestros
corroídos deseos de mil y una noches gimiendo cual perros,
árido consumismo asesino del alma de mi pueblo, ofertando
hasta el abril más bello por fugaces monedas...
Vanidades de un sueño edificado sobre la infiel memoria
movedizas arenas, pantano donde los falsos éxitos besan
el artificial rostro de ajenas quimeras que la tele les deja,
monstruo que en sus narices respira, ordenador sin brida tirando
coses, ensangrentado cabalga en las secas llanuras del viento
ahogando la mente de un niño, violando cada poro del cielo,
cortando a nuestra propia sonrisa, mutilando aguaceros de labios...
Alejando de ti, de mí, de todos el palpitar de la orquídea
la canción de los pájaros y el sueño eterno de las olas
fibras de cálida agua arañando
con sus dedos de espuma las alas anhelantes
del viento abriéndose ante mis ojos
alumbrando la poca vida que las cigarras
ofrecen al doblar el jardín del silencio.
Bajo el tacto del gozo dormimos arropándonos
llenos de fugitivos instantes que acuchillan
al nostálgico viento, asesino implacable del alba que yace
ensangrentada en camas decapitadas
hojarasca que cubre el perfume de mi melancolía entre inertes
piedras sin sol, sembradas en nuestra soledad.
Mientras las diferencias se apoderan de este mundo que se estrangula
a sí mismo, virtual mundo, sin fibra, ni clímax.
Menguante mundo rico y feliz...
Propiedad de unos cuantos. El resto tan sólo grita desesperado
al agrietado altar de prohibidos cielos.
Asonante silencio en la cima de este inhumano, gélido infierno.
Cielo de acantilados, vacío, desesperado, triste, de labios
secos, desierto como un eclipse perdido en la invidente cartera
de la angustia.
A golpes de horizonte la vida se moldea sesgada en espesas
quincenas ¡Negra noche insepulta! Nocturno aire, preñado de miedo,
mientras se diseminan semillas de ignorancia, anegando la mente,
hiriendo con mentiras sus puños que cada día pegan en rostros
que ya no miran, oyen o entienden lo que es soñar despiertos, serenos,
indefinidamente vírgenes...
Vidas al día de alas exhaustas, rígidas, sin certezas, abismo
de frágiles objetos, esclavos de innobles mercaderes que venden
su alma al diablo, entre tanto tributo damos, delta
sin ríos somos, tristes espiga del hambre germinando suicidas
en la apestosa boca de una ilusión...
Enrique Fernando Arauz Flores- México
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