22 de julio de 2013

DETRÁS DE MÍ



DETRÁS DE MÍ

Debajo de mí bañan mis pies la lumbre de las prisas, la gloria
de querer poseer todo y ser dueños de nada, sombra sin huellas
ladrándole a las horas en llamas con las parpadeantes sirenas
del consumismo, luz de luciérnagas sin mapas, geografía de un tiempo
sin lágrimas ni estrellas, pintando los bordes de las playas con negros
derrames, impregnando al erizo con la paciencia opaca del tiempo,
amputada negrura llenando su mundo de nocturnas visiones.

Detrás de mí el relámpago siembra desigualdad y el rostro del ocio
con su pereza a cuestas invade las plazas, la familia, la sangre
las tradiciones, círculo helado muriéndose en su último vuelo 
cubriendo con soberbia al silencio del amor entre enfermas escamas
de envidia e ira.

Dentro de mí la vida se llena de letras atracando en un libro,
rasgando la ignorancia. Diluvio que al habla zarandea, navío
que compartimos, luz que del pecho
sale...

Porque la noche humea con olas de hollín y tú no entiendes que estamos
juntos, furioso veo las rayas oscuras del nocturno felino
que impaciente desea tragarnos.
Pero la triste noche tu casa parece, ahí fenecen colmenas
y horizontes.

Llena de cicatrices la piel de nuestros muertos lloran la tierra
devorada por calles sin sílabas ni espigas, con la risa enterrada
en arrugado vidrio y sediento concreto, carnaval sin memoria
cruel atajo quemando la última
fiesta...

Entre tanto el cemento nos guía hacia los laberintos del alba,
donde unas manos frías asfixian al amargo rocío de una
atestada esperanza que mata al débil corazón del humilde
entre muros maltrechos, cansados de humanos hospitales...Aurora
que de lepra agoniza, antifaz en el rostro secreto del llanto.

Cerca de mí mojando mi espalda están los cinturones del hambre
y su miseria a cuestas, la injusta noche del exiliado, el vacío
negro de la avaricia, los árboles tristes sin los abrazos de un niño
y sin la marca eterna de un beso.

A un lado de mí, lágrimas negras humedecen las córneas oscuras
de agudos arrecifes, ahí sin querer darnos cuenta se estrellan 
los últimos valores, desierta costa del tiempo donde se ahogan
las certezas envueltas en falsos
te quiero...

Allí sin previo aviso se adueña
de todo, sin rubor, con cambiantes pupilas la tecnología
ora azul pálido, ora color ausencia, reflejadas en olas
que arrasan nuestra historia, dejando sus virtuales cimientos a punto
del colapso.
Disecando sociales tejidos...  Acercando a los hombres al fuego
quemándolos en ríos de olvido.

Delante de mí lloran las nubes rojas de ardientes guerras, los ríos
azules del dinero, los sótanos de la fama, la antorcha fugaz
del éxito y el pardo fracaso de la obesa lujuria acostándose
en el áspero y sucio colchón 
del egoísta...

Encima de nosotros la luna aún vibra compacta, llenando
al sol de amaneceres que buscan horizontes sin brida ni esquivos
párpados que en la tierra nos miran como un ciego aprendiendo del árbol
donde el herido espejo refleja las flores de un estío perdido,
repleto de marchitas quimeras, océano sin naves ni cruces
donde las olas gritan con rabia en las profundidades del alma
la pérdida invisible de nuestro
camino...





Enrique Fernando Arauz Flores- México



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