22 de agosto de 2013

La guerra



La guerra

No sé donde podré refugiarme
cuando comience la guerra.
En Río no hay refugios antiaéreos
que puedan protegerme de la mutilación y de la muerte.
Grande es mi temor. Aún ayer
una señora evangélica de boina roja me garantizó
que la guerra ya había comenzado y que solo Jesús podrá salvarnos.
Hay tiroteos por todas partes y niños despedazados por las bombas.
Quienes viven en las montañas oyen día y noche
las ráfagas de las ametralladoras que siembran destrucción y muerte.
En las calles y en el metro la gente tiene un aire temeroso.
Todos tenemos miedo. Y nuestros pasos inseguros
temen la muerte de los otros, de quienes se cruzan con nosotros
en el paseo de la playa y y en el supermercado.
Ya no hay lugar seguro para ninguno de nosotros.
Tampoco puedo partir hacia otras tierras.
Según la televisión, la guerra se propaga por todas partes.
Ya no existe la paz en este mundo dividido entre quienes matan y quienes mueren.
Ninguna paloma cruza el cielo antes pacífico.
Las palomas blancas han desaparecido sin posarse en el suelo ensangrentado. 

De su libro, Calima (Vaso Roto Poesía)






Lédo Ivo- Brasil










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