15 de agosto de 2013

No puedo saber...



No puedo saber...

No puedo saber qué es para otro esta región,
para mí, mi patria, pequeño país
abrazado por las llamas, el mundo de mi infancia que se mece a lo lejos
crecí de él, como la débil rama del tronco de un árbol,
y espero que mi cuerpo se hunda también en la tierra alguna vez.
Estoy en casa. Y si a veces se inclina a mis pies
un arbusto, conozco su nombre, sus flores,
sé por dónde van y quiénes por el camino,
y sé lo que significa en la madrugada estival
el dolor enrojecido que brota de las paredes de las casas.
Para el que la sobrevuela en avión, esta región es solo un mapa,
no sabe dónde vivió Mihály Vörösmárty,
¿qué esconde para él esta región? Fábricas y áridos cuarteles,
para mí, en cambio, un saltamontes, un buey, la torre, la granja apacible,
verá con los prismáticos fábricas y campos de labor,
pero yo veo a los trabajadores, que tiemblan por lo que es suyo,
al bosque, a los temporeros mientras silban, las uvas, las tumbas,
y entre las tumbas, madres llorando en silencio,
y lo que desde arriba es el ferrocarril a destruir o la instalación industrial,
es el guardaagujas con el ferroviario delante, informando,
con su bandera roja en las manos y tantos niños en derredor,
y en los patios de las fábricas un perro ovejero revolcándose;
y allí en el parque, la huella de antiguos amores,
el sabor de los besos en mi boca, a miel, a arándanos,
y que yendo a la escuela, para no responder al día siguiente
piso una piedra, al borde de la acera,

esa piedra de allí, pero no se ve desde lo alto,
no hay instrumento con el que se pueda observar.

Y somos nosotros culpables, como los demás pueblos,
y sabemos en qué hemos pecado, cuándo, dónde y cómo,
pero viven también aquí trabajadores y poetas sin culpa,
y niños de pecho en los que crecerá la razón,
los ilumina y protege ocultándolos en sótanos oscuros,
hasta que el dedo de la paz no haga a nuestra patria una señal,
y responderán con frescas palabras algún día a nuestras palabras ahogadas.

Cúbrenos con tus grandes alas, nube de la mañana.

17 de enero de 1944

DE CRÓNICAS HÚNGARAS







Miklós Radnóti- Hungría




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