
La gran duna
Nosotros
la gran duna afable que ignora,
que asiente, que torna,
que aplaude la arenga que sopla
y se inclina
al norte, al sur,
a diestra, a siniestra.
Nosotros que apenas escuchamos,
que vemos apenas,
hablamos largamente “de otras cosas”
por ejemplo,
de la altura que nuestros granos alcanzan
aunque el viento en un instante
los venga a enterrar.
Nosotros que vamos
de la agenda laboral
al dibujo de la colcha de la cama
gastando nuestro aliento
en escaparates de baratijas.
Nosotros que adoramos las estrellas del mundo
que ignoramos las del firmamento
somos estrellas ignoradas,
ignorantes de nuestra luz.
Nosotros que sufrimos las heridas
infligidas por nuestras propias manos
armadas con intenciones mayúsculas.
Nosotros que lloramos nuestros muertos,
que morimos en silencio.
Multitudinaria muerte,
solitaria muerte,
desnuda, desnutrida,
desamparada muerte.
Nosotros y nuestros ojos grandes
como soles oscuros,
víctimas sin ojos
verdugos amamantados de venganza,
soldados paridos para el odio,
mártires sin perdón y sin cruz.
Nosotros la gran duna afable
que se inclina fervorosa,
ante mundanos altares,
esclavos de vuestra corte y vuestro placer.
María Teresa Sánchez Martín- España
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