2 de octubre de 2013

Camino al exilio




Camino al exilio


El lamento del tren enciende el dolor de los túneles 
Rugiendo a lo largo de los rieles de recuerdos eternos 
Mientras yo me pego a la ventana 
Con la mitad de mi corazón 
Y la otra mitad en la mesa 
Jugando al poker con una muchacha de muslos desnudos 
Con dolor y estupor, ella pregunta 
Por qué mis dedos se caen a pedazos, 
Como la madera de viejos ataúdes, 
Y por qué son ansiosos, temerosos de no poder asir nada 
Yo le hablo sobre mi patria 
Y sobre las banderas 
Y sobre la colonización 
Y sobre la gloria de la Nación 
Y sobre el sexo en los baños públicos 
Entonces ella se recuesta, con su cabello mojado, sobre mis lágrimas, 
Y no entiende 
Mientras, en la otra esquina 
Mozart esparce sus tonadas por encima de los valles cubiertos de nieve 
Mi patria está triste más allá de la necesidad 
Y mis canciones son agresivas, tercas, y tímidas 
Yo me estiraré en la primera acera que toque en Europa 
Y sostendré en alto mis piernas a los peatones 
Para mostrarles las marcas de las golpizas escolares, y las de las cárceles 
Aquellas que me trajeron hasta aquí 
Lo que yo cargo en mi bolsillo no es un pasaporte 
Sino una historia de opresión 
En donde, por espacio de cincuenta años, hemos estado masticando una dieta animal 
Y discursos 
Y cigarrillos hechos a mano 
Mientras nos erguimos ante el patíbulo 
Observando nuestros propios cadáveres colgantes 
Y aplaudiendo a los gobernantes
Por el miedo por nuestras familias 
Cuyos archivos llenan los sótanos de edificios del servicio secreto 
Donde la patria 
Comienza con el discurso del presidente 
Y termina con el discurso del presidente 
Y en medio de esto, están las calles del presidente, las canciones del presidente, los museos del presidente, los regalos del presidente, los árboles del presidente, las fábricas del presidente, los periódicos del presidente, el establo del presidente, las nubes del presidente, las botas de campo del presidente, las estatuas del presidente, las panaderías del presidente, las medallas del presidente, las amantes del presidente, las escuelas del presidente, las granjas del presidente, el agua del presidente, las órdenes del presidente… 
Ella mirará fijamente durante mucho tiempo
A mis lluviosos ojos humedecidos de saliva 
Entonces ella preguntará: «¿De qué país eres tú?»





Adnan Al-Sayegh- Irak