1 de agosto de 2014

¡DANOS UN MOTOR!







¡DANOS UN MOTOR! 



Así al descuido
no saldrá una nave,
y aérea,
mucho menos.
Hacen falta
hélices
y alas
para que muy suavemente
suba y descienda
y vuele firme y alta.
Pero es
lo principal
el corazón:
el motor,
que desate un huracán
para que zumbe
sin interrupción
o de lo alto
en picada
al suelo van.
Hasta el gorrión
también
tiene motor:
un corazón
que late
en las costillas.
Pues si falla
el motor,
el volador
a tierra
cae muerto
y hecho astillas.
Si es preciso
el motor
para el gorrión
¿cómo el hombre
lo va a pasar
sin él?
Pesa él
cuatro onzas
y mi peso son
cinco y media
arrobitas
en el fiel.
Eso aún es poco:
sólo un ser humano.
¿Y las máquinas?
¿Pesan
cuánto ahora?
Y a la guerra
las bombas
lleva,
hermano,
con tus minas
y tu ametralladora.
Porque al cielo
el piloto
el rumbo tuerza
dejando atrás
al ave,
el extranjero
motores
de mil caballos
de fuerza
por millones
construye
el día entero.
Los nuestros
son ancianos…
ataúdes,
aún hoy
los nuestros
a la cola van;
pero irán
desatándose
en aludes
y en su nariz
cual bala
estallarán.
En el cielo
de Francia
el Renault bronco
zumba,
en el de Inglaterra
el Rolls Royce truena.
No los alcanzarás
montando un tronco.
¡Obrero,
a hacer motores
en cadena!
Si en seguida
no triunfas,
recomienza:
un día de labor
da poco fruto.
Los Wright
con su primer motor
la inmensa
tierra
volaron no más
de un minuto.
Pero hoy vuelan,
¡alcánzalos,
porfía!
Tan sólo nubes
lanza al viento;
Ahora
con flechas,
sin posarse,
en todo un día—
¡cuatrocientos
kilómetros
por hora
¿Que el motor
lo inventó
la inteligencia
burguesa?
¿Que es la flor
de sus saberes?
No,
que esta maravilla
de la ciencia
la creó
el proletario
en los talleres.
¿Por qué el estancamiento,
ruso obrero?
Si está
en tus propias manos
el poder,
por la defensa
del estado obrero
un motor
trimejor
debes nacer.
He aquí
que ya se acerca
ese momento:
sobre los campos,
la hélice tronante,
Saratov
y Riazan
verán al viento
nuestro motor
soviético
pujante.
El ruso
a veces
gusta
del azar;
al parecer
le sale bien.
Yo quiero
el azar
del motor
eliminar,
venciendo
con trabajo
al extranjero.
La tarea
organiza
de otro modo.
Temprano
al torno
da esfuerzos titánicos,
y según
la O.C.T.  (*)
revisa todo
cada hora.
Crea nuevos
mecánicos...
Porque más pronto
llegue
el tiempo claro
al que los comunistas
van atléticos,
suda y afánate
a diario,
«Ícaro»,
en el natal
motor
de los soviéticos.
Proletario,
recuerda:
abriste el dique
de la tierra
hacia el cielo
con tu avión.
Piensa en ese
motor:
«El Bolchevique»,
el corazón
de toda
la aviación.
Porque es
lo principal
el corazón:
el motor,
que desate un huracán
para que zumbe
sin interrupción
o de lo alto
en picada
al suelo van.
Así al descuido
no saldrá una nave,
y aérea,
mucho menos.
Hacen falta
hélices
y alas
para que muy suave-
mente suba y descienda
y vuele firme
y alta.


(*)Organización Científica del Trabajo.




Vladimir Mayakovski- Rusia





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Vladimir Mayakovski

Bagdadi, Georgia, 1893 - Moscú, 1930. Poeta soviético. De origen humilde, su militancia en el Partido Bolchevique le causó numerosos problemas con las autoridades de Moscú, donde su familia se había trasladado. En 1911 se unió a los primeros futuristas y participó en la redacción del primer manifiesto futurista ruso.

Su odio visceral al universo burgués y su combativo espíritu revolucionario se reflejan ya en sus primeras obras: La bofetada a gusto del público y la tragedia Vladimir Mayakovski (1913). En 1915 publicó el libro de poemas La nube con pantalón y un año después, La flauta-columna vertebral. Del mismo año que la Revolución Rusa son las premoniciones de El hombre (1917), en la que colaboró redactando eslóganes revolucionarios.

A partir de 1923 y hasta 1928 trató de congregar en torno a la revista Lef, fundada por él, a toda la vanguardia artística soviética, a pesar de las críticas crecientes de los estamentos del nuevo orden. Exaltación de la figura de Lenin es el poema V. I. Lenin (1923-1924), y los éxitos de la URSS son cantados por el poeta en obras como Octubre (1927) y ¡Bien! (1927).

También criticó el creciente aparato burocrático soviético con comedias como La chinche (1929) y El baño, que estuvieron precedidas en 1922 por Los sedentes. Problemas políticos y personales, agravados por el fracaso de sus obras, podrían ser los motivos que explicarían su suicidio, pese a que no tardó en ser reconocido por su valor literario como el fundador de la poesía soviética.



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